FAGOT (XIII)


 Es creado el fagot en el siglo XVI para reemplazar al bajo de oboe. Fue llamada phagoto una especie de órgano portátil -invención de Apanio, un canónigo de Pavía-, y aunque este instrumento no tenía ninguna relación con el fagot, quedó su nombre aplicado al instrumento que conocemos hoy. La lengua italiana conservó la denominación fagotto, y hasta en Alemania venció este nombre al anterior de pommer. A comienzos del siglo XVII existían tres distintos tipos de fagotes: el pommer tenor o fagotíno, el pommer bajo -equivalente a nuestro fagot moderno- y el gran pommer doble, que corresponde al contrafagot. Comenzó teniendo dos llaves y, tras sucesivas ampliaciones, lleva en la actualidad dieciséis.


Su timbre, muy característico, se destaca vivamente en el colorido orquestal, y lo mismo sirve para expresar lo sombrío y dramático que lo burlesco e irónico. Grandes compositores se sirvieron de los recursos expresivos del fagot: así Bach, Beethoven en sus Sinfonías y su Fidelio, Berlioz en su Sinfonía Fantástica... El último de los artistas citados, buen conocedor del acento expresivo de este instrumento, lo empleó certeramente en la citada página sinfónica. El pasaje, por ejemplo, de la marcha al suplicio cobra más grave carácter merced al empleo de las sombrías notas del fagot, del que Berlioz sabe obtener efectos verdaderamente notables.
Otros músicos prefirieron -a la nota patética- el acento claro, gracioso y burlón que este instrumento puede dar también. Por ejemplo, Rimsky-Korsakov en el tema del segundo trozo de Scherezade y Paul Dukas en El aprendiz de brujo. En esta composición, Dukas logra efectos de espíritu y sonidos resueltamente cómicos, viva muestra de las posibilidades de ligereza e ironía que el fagot posee.


El instrumento formaba parte antiguamente de las bandas militares. Para estos conjuntos se fabricaban a veces modelos de airosa gracia decorativa. En ellos, el pabellón tomaba la forma de una cabeza de animal fantástico, con las fauces abiertas. Pero, después, los instrumentos de cobre, característicos de las bandas militares, hicieron desaparecer de éstas el viejo fagot casi totalmente. En los antiguos desfiles y conciertos atraía poderosamente la atención de las gentes este instrumento, por la curiosa forma del pabellón. Aquella cabeza de un animal inexistente y quimérico despertaba miradas asombradas en chicos y grandes: en cuantos presenciaban el desfile de un regimiento o asistían al relevo en la guardia militar de un personaje poderoso.


Pedro Salvatierra Velázquez
Concertista y profesor de Conservatorio

Pulsen sobre los nombres marcados y podrán ver y escuchar los conciertos o leer  una corta biografía de Rimsky-Korsakov. 

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