ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (43)

Un ejemplo de vida positiva
Emilio Flor Jiménez
En este último mes he acudido al tanatorio a fin de llevar cariño, consuelo y compañía a los familiares de Tomás, José, Pepe, Juan José, los cuatro relacionados conmigo a través de distintos lazos y que han terminado su siembra y recogida en esta vida.
Meditando sobre la realidad de la muerte como hecho igualador para todas las personas, ya pobres, ya ricos, me reconforté con la idea de que los citados coincidían en el hecho de haber sido boni cives, buenos ciudadanos.
Habían ejercido su officium, su labor, con virtud, con honestidad y lealtad. Especialmente sobresalen sus labores de pater familias, de padres de familia, ya que sus acciones estuvieron marcadas de amor, verdad y justicia. Sin grandes alardes de riquezas, tan sólo las del espíritu, y desde el sumo bien de la simpleza  y de la sinceridad, dieron ejemplo de conducta recta en la vida, basada en los preceptos de prudencia, templanza y fortaleza,  a sus familiares y a sus compañeros y compañeras de trabajo. Como hombres generosos, de pocas necesidades, y trabajadores honrados tenían firmeza serena, armonía, concordia y alma libre e inaccesible a la codicia.
Sus vidas estuvieron llenas de cariño en trato amable, de conversaciones, de avisos, de sabios consejos en la alegría y en la adversidad. Siempre buscaron de manera lícita lo que era honesto y hermoso. Su mejor inversión ha sido dar, llevar el beneficio anónimo a los demás. Seguro que sin saber latín tenían como principio la máxima “ nihil homini est amabilius virtute”, nada hay para el hombre mas deseado que la virtud, y seguro que  en sus vidas momentos de crisis  les llegaron.
La energía positiva de sus ejemplos de vida anónima, envuelta de sacrificio y especialmente de gobierno recto de su familia, me anima a comparar con la realidad actual de crisis de valores, de crisis económica, de pesimismo, y de lo más grave, de corrupción de algunos cargos políticos que no han dirigido la nave por mares 
permitidos. 
El ejemplo de los fallecidos  anima a tener esperanza y a transmitir a los rectores de una familia, de una empresa o de un cargo político, a los  y las que tienen el privilegio de un trabajo o del descanso merecido, que no pasen por la vida buscando sólo la felicidad  en intereses materiales y particulares, sino que luchen por ser modelos de transmisión de valores positivos para la infancia y la juventud ejerciendo su trabajo con pasión.
Y como terminaron las elecciones y llegan otras,  pidamos que los representantes elegidos trabajen como  verdaderos patres, padres de la patria, protectores de su pueblo, en beneficio de la comunidad y no de unos pocos particulares, y así alcanzar la gloria y el cariño sea la recompensa de sus buenas acciones. La minoría corrupta, interesada con ferocidad en asuntos particulares en lugar de emplearse por el servicio del bien común, debe desaparecer de la política, de la res publica.
Gracias a los intérpretes honrados de esta vida por su buen ejemplo. Aprendamos de sus humildes lecciones. 
Emilio Flor Jiménez
Académico de Santa Cecilia

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