ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (51)
El viaje de placer es un invento de la
nueva sociedad nacida al amparo del crecimiento económico de la revolución
industrial producida en la Europa del siglo XVIII y, sobre todo, de la romántica
y culta sociedad del siglo XIX. Este nuevo concepto de viaje de placer cambiará
la visión de los viajeros y los objetivos que el propio viaje encierra. Ahora
la visita a otros países distintos al propio tendrá el propósito de disfrutar
del paisaje, de conocer nuevas culturas, de saborear el arte, de contactar con
otras gentes y otras civilizaciones, en definitiva, de descubrir otros mundos y
otras sensaciones. Así pues, nace el concepto de turista como el de viajero que
se desplaza por el mero placer de hacerlo, sin objetivos comerciales, bélicos,
expansionistas o culturizadores.
Este nuevo viaje, el turístico, causará
tanta impresión en algunos viajeros que querrán dejar impronta de ellos
mediante narraciones en las que cuentan y describen su aventura viajera. Unos
relatos encaminados a llevar a sus compatriotas las sensaciones vividas en sus
periplos y, al mismo tiempo, mostrarles la existencia de hombres y tierras
exóticas.
Nuestra ciudad, El Puerto, junto a otras
de la Bahía, Cádiz era foco de atracción en el siglo XIX, recibió muchos
viajeros de origen inglés, francés, alemán e italiano que dejaron luego relatos
de sus viajes y describieron el paisaje y el paisanaje de nuestra tierra. Estos
relatos presentan una visión diferente a la de los naturales del país pues la
formación cultural y científica era igualmente distinta. El choque de culturas
y costumbres es también presentado en este tipo de literatura como un aliciente
más del propio relato. Los toros, los caminos, el bandolerismo, el baile
flamenco, los faluchos en su viaje a Cádiz, los paseos de la Victoria y el
Vergel, las bodegas, la mujer portuense, etc., conforman una pequeña síntesis
de los muchos temas que los viajeros relataron en sus libros. El Puerto es
presentado como una bonita y pequeña ciudad, de calles rectas y limpias, con
una gran actividad comercial en torno a la exportación de vinos, con grandes
bodegas y un paisanaje donde se dan grandes contrastes entre los marineros y
las clases dedicadas al comercio. Una ciudad convertida en ocasiones en centro
de la zona por las corridas de toros, por las veladas de la Victoria y por ser
lugar de descanso estival para gaditanos y gentes del interior.
Conocer estos relatos de los Inglis,
Imbert, Dundas, Laborde, Davillier, Latour, y otros más, nos ayudará a conocer
mejor nuestra historia y nuestra identidad. Una historia relatada por otros que
nos vieron tal como éramos, aunque también bajo el prisma de otra cultura y
otros intereses.
Juan
Gómez Fernández
Académico de Santa Cecilia
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