«Desde 1850»
Esta serie de artículos que hoy comenzamos,
salen de unas notas manuscritas de mi amigo Gustavo en las que nos cuenta
algunas de sus andanzas en el mundo del arte contemporáneo acompañado de su
esposa Elisa, de su amiga Lina y de otros personajes. Mi contribución no ha sido muy significativa,
poco he tenido que modificar de sus escritos, sólo algunos elementos formales
de escasa importancia.
Nunca me he aclarado con él, pero creo que
a lo largo de su vida ha sido "curador", galerista, artista, crítico
e incluso coleccionista en algunas ciudades de Estados Unidos y también de
Europa. A veces le he pedido que me precisara con alguna definición su concepto
del arte contemporáneo y sólo he conseguido que me diga alguna frase de cierta
oscuridad como: "el arte es todo
aquello que un artista consiga que alguien bien posicionado ─y con
influencias─ en el mundo del arte admita como tal, o también cuando
alguien de fuera de ese entorno se atreva a decir que no es arte". Sus notas son dispersas y he debido de
introducir un poco de orden en ellas, pero creo que la esencia de lo que Gustavo
pretende con sus escritos es decirnos que la tarea que se realiza en el mundo
del arte contemporáneo es de gran relevancia para la sociedad y que todas las
personas de ese ámbito hacen un aporte colectivo importante para apreciar y
entender mejor nuestra realidad social, vital y política, y que ─viendo
con mayor perspectiva histórica─ también se contribuye a generar un
testimonio duradero de nuestro presente.
«Desde 1850»: Tamara de
Lempicka
Sabía que el título le iba a sorprender a
mi esposa y me preguntó inmediatamente qué significaba, le contesté que era el
comienzo de la revolución del arte pictórico, es la frontera, los balbuceos del
impresionismo, pero que tampoco había
que dar una significación especial a una fecha, es sólo un indicador ─una
referencia─ para situarnos con cierta aproximación. Creo que le gustó, me
indicó que era algo muy breve y fácil de recordar. Después me hizo algunas
consideraciones sobre qué orden seguiría o qué criterio, le dije que no habría
ninguna cronología y que tampoco mis gustos personales influirían, que todo
dependería de las exposiciones, museos o galerías que visitase. Me miró con
gesto dubitativo ─o de sorpresa. No sé─ y siguió en sus cosas. Ese
mohín me dejó muy claro que, por el momento, no estaba muy interesada en esta
nueva aventura artístico-literaria.
Después llamé a mi amiga Lina que seguro
que me acompañaría al museo para ver la muestra de Tamara de Lempicka. Cuando le expliqué el asunto tuve la
impresión de que no se enteró muy bien pues inmediatamente me hizo el
correspondiente chiste fácil. Le expliqué un poco que Tamara de Lempicka era
una artista polaca que nació en 1898 adscrita al Art Déco y que sus pinturas se han convertido, a lo largo de los
años, en un exponente de la superficialidad,
sofisticación y decadencia de la alta sociedad de aquella época. Eso le
interesó y me interrumpió diciéndome:
─¡Vale, vale! ¿A qué hora me paso por ti? ─y aún
añadió─: Gustavo, ¿cómo dices que se llama la pintora?
Le repetí su nombre, también que murió en
1980. Quedamos en que ella pasaría por casa a recogerme, pues el Museo Central
nos cogía de paso.
Llegamos a la inauguración de la muestra (vernissage) puntualmente, ella vestía de manera impecable y de alguna manera tuve la impresión de que iba a juego con los cuadros.
Teníamos un acuerdo tácito, y cuando
visitábamos juntos un museo, o una galería, cada uno se movía con toda libertad
por la sala y se paraba con quien quería; de vez en cuando nos cruzábamos para
cambiar alguna rápida impresión, y otra vez cada uno se dirigía a su punto de
interés más inmediato. Solía darle algunos datos para que se relacionase con
facilidad por allí y pudiese conversar con soltura. Le expliqué que la artista
fue muy famosa y que pintó a muchas celebridades de su tiempo, su máximo
esplendor lo alcanzo entre los años 1925 y 1940, cuando dejó París para
afincarse en Estados Unidos, durante ese periodo hizo más de cien retratos.
También le comenté que su obra se basaba muy exclusivamente en el tratamiento
de la figura femenina, pintaba mujeres volátiles, con sutiles curvas y con
leves toques eróticos, que solía superponer a rascacielos oscuros en el fondo.
Lina me escuchó muy atenta; ella tenía una
sorprendente ─y admirable─ habilidad para sacar partido de esa
pequeña información que yo le proporcionaba.
Algunos consideran ─y no les veo errados─ que el llamado «mundo del arte» es el juego intelectual más sofisticado que jamás haya sido inventado. Ese juego tiene una serie de reglas complejas de funcionamiento y los participantes se mueven en un sistema de tres coordenadas: una social, en la que el establecimiento de relaciones es lo primordial; otra coordenada es la económica que es en la que subyacen todos los movimientos del juego. Y la otra ─y no menos importante─ la política con su parafernalia de influencias, intereses, administración de la cultura, subvenciones, apoyos, etc.
De regreso en su automóvil ─que
siempre me olía a un buen, y perfumado, tabaco de pipa─ me preguntó:
─¿Qué papel jugabas hoy? ¿De crítico?
¿De coleccionista? ─y añadió─: Para mí ha sido una excelente velada
inaugural y he disfrutado mucho con los cuadros y con la gente que he
conversado, me alegro de haber venido. Curiosa mujer debió ser la Lempicka.
Con
un dedo conseguí aflojarme la corbata y le respondí:
─Sí, sin duda, una mujer
sorprendente, que en un paisaje dominado por hombres que llevaban sus
posibilidades artísticas hasta los límites como el Cubismo, el Dadaísmo, el Fauvismo y el Surrealismo que eran los movimientos artísticos más influyentes en
su época ─me refería a los 40 primeros años del siglo XX─ ella
pintaba a gente de la nobleza, a estrellas del espectáculo, a ricos y a gente
de moda.
─Puedo imaginar perfectamente que no
era bien vista por sus colegas artistas ─dijo Lina.
Dejé pasar bastantes segundos antes de
responderle a la pregunta que le había dejado pendiente:
─Creo que me han considerado
coleccionista, he percibido mucha amabilidad y deferencia a mi alrededor, he
recibido varias gentiles invitaciones de galeristas y el comisario de la
exposición me ha saludado muy cortés y muy rápido, también he intercambiado un
apretón de manos con el director. Además he conversado muy poco con los
críticos. Todos esos son signos inequívocos.
Cuando yo salía del auto, a pie de casa, me
comentó:
─¿Sabes qué impresión he sacado de la
vernissage como tú dices? ─y
añadió sin esperar mi respuesta─: Allí
todo el mundo aparenta no ver nada, pero sin embargo todos están muy atentos a
todo.
Sonreí en señal de asentimiento y le tiré
un beso de despedida poniendo y quitando los dedos de mis labios.
Ignacio Pérez Blanquer
Académico electo de
Bellas Artes
Mayo, 2012
Algunas obras de Tamara Lempicka en un vídeo de YouTube:
Una maravilla, esta serie promete.
ResponderEliminarSaludos.
No conocía a la pintora y me ha deslumbrado. El artículo me ha parecido magnífico, hasta el punto que me ha abierto el apetito sobre Tamara de Lempicka.
ResponderEliminarme ha encantao ! gracias por presentarme a esta artista me gustan mucho sus pinturas .y que ameno el articulo !
ResponderEliminarMagnífica inauguración. Estaremos pendientes los viernes para sorprendernos nuevamente.
ResponderEliminarMagnífica, cuantas cosas vamos a parender contigo, me encanta y gracias por hacerlo tan ameno. Un beso
ResponderEliminarOHHHH M.G.!!! no tengo palabras para describir lo que siento sobre la nueva etapa de aprendizaje que emprendemos hoy de tu mano Amigo Ignacio, espero que podamos recordar y aprender, como nos ha pasado ya con nuestros poetas. Estaré expectante para la nueva lección de cada viernes. Muchas gracias y ¡¡FELICIDADES Ignacio Perez Blanquer!! :-)
ResponderEliminarApasionante, una nueva etapa para disfrutar.
ResponderEliminarComo siempre mi enhorabuena al autor y a la Academia por compartir cultura con todos.
Estupendo, salu2.
ResponderEliminar¡qué bueno profe! aquí voy a aprender mucho de arte seguro que sí. Muchos saluditos.
ResponderEliminar"El arte es todo aquello que un artista consiga que alguien bien posicionado ─y con influencias─ en el mundo del arte admita como tal, o también cuando alguien de fuera de ese entorno se atreva a decir que no es arte" espero que esto no sea verdad ,porque si es así al final va a confirmar mi teoría, explicada en palabras llanas, de que el arte y el valor de esto , no es mas que un traspaso, intercambio...entre multimillonarios¡¡ convertimos el dinero en cuadros, así es más fácil de trasportar¡¡Espero que Gustavo esté equivocado...sino se confirmaría mi opinión y teoría, en palabras llanas, sobre el valor de un cuadro y lo que se cataloga como arte¡¡ Traspaso e intercambio de multimillonarios, manera fácil y rápida de mover el dinero. Caprichos....Me ha gustado mucho Tamara de Lempicka, debió ser también una niña rica una mujer muy bien posicionada, pues enseguida introdujo su arte en la alta sociedad. Su pintura me recuerda un pelin a Bonticelli...¿puede ser? Me ha gustado mucho, gracias Ignacio Pérez Blanquer¡¡
ResponderEliminarExcelente post.
ResponderEliminarEl recuerdo a Botticelli que observa Paloma, me tenía intrigada. Botticelli, dibujante refinado y exquisito, vivió en la Florencia renacentista de los s.XV y XVI, donde se congregaron los más grandes creadores de la época -Brunelleschi, Leonardo, Maquiavelo,- y donde se exaltaba la búsqueda del conocimiento y la satisfacciones terrenales. Creo (sin tener los conocimientos técnicos necesarios y ni siquiera la sensibilidad que quizás se requiere) que es justamente eso, el interés por la "Vida", por los aspectos terrenales, el refinamiento y la vivacidad lo que observo en la pintura de Tamara de Lempicka. Aspectos que también se observan en Botticelli.