LA MUSICALIDAD DE LA PINTURA. (Capítulo 1º de 11)
Por la perfección con que
trató nuestra académica Carmen Garrido, en su discurso de toma de
posesión de la de Santa Cecilia (13-4-07) titulado: “La
musicalidad de la pintura” y, en cómo nos transmitió las enormes
relaciones que existen entre la música y la pintura, que tanto nos concierne,
comenzamos hoy a publicar una serie de artículos o capítulos (11) de su
lección magistral. Tendremos así, la oportunidad de observar el cuadro y
escuchar la música con la cual lo relaciona.
En el lenguaje críptico que
todo profesional utiliza observamos que la lengua española está llena de
palabras que se emplean constantemente en las dos disciplinas. Desde los
inicios, en el germen de la ejecución de una obra, el músico parte de un papel
en blanco en el que realiza un pentagrama pautado que armará con barras,
corchetes y todo tipo de signos. La clave y el modo mayor o menor de la misma
son fundamentales para poder leer la partitura. Esta composición es escrita a
mano.
Cuando un pintor aborda el
espacio “en blanco” de un soporte para trabajar realiza, por lo general, un
dibujo, en el que también están prefijadas unas claves llenas de simbolismos,
como la utilización de marcas, inscripciones o un sistema de cuadrículas por
donde luego desarrolla su pintura, y que pueden relacionarse, metafóricamente,
con la armadura de un pentagrama, tal como ha quedado de manifiesto en la
última exposición del Museo del Prado sobre los dibujos subyacentes de los
cuadros, titulada El trazo oculto, que he tenido el honor de
comisariar. En ambos casos hablamos de composiciones, de temas con variaciones,
del espacio, de puestas en escena y de mezclas armónicas, entre otros términos.
Existen instrumentos de
trabajo para cada una de estas artes. En la música, aparte del lápiz o la
tinta con la que se escribe la partitura, serán necesarios después la
batuta y el metrónomo para su interpretación. En la pintura hablamos para el
dibujo de la tinta, el lápiz o el pincel. Este último, junto con la paleta y el
tiento, es el instrumento esencial para poder plasmar el artista su idea sobre
un soporte. La batuta y el pincel son, a través de la mano conductora, los
medios de los que se sirven los músicos y artistas para hacernos llegar sus
creaciones, consiguiendo transmitir expresividad, claroscurismo, sentimiento
alegre o dramático, con la infinidad de gradaciones tonales, modulaciones,
cadencias y mezclas armónicas de las que es capaz su talento.
En todos los casos hay un
tema o motivo en el que se inspira el autor, la semilla emocional de la obra,
que se desarrolla en las melodías con sus fraseos y pausas. En la música por
medio de las escalas con los tonos y semitonos, y en la pintura con las escalas
de color, de los tonos y medios tonos, hasta el resultado definitivo en
una gama determinada. Todo ello dentro de la armonía personal de cada artista,
que puede introducir consonancias y disonancias en un momento o pasaje
concreto. El músico y el pintor marcarán el compás o la estructura de su obra,
eligiendo para ello la medida del tiempo y la distribución del espacio
respectivamente. Lo que para el músico es el ritmo, para el pintor es la
composición; ambos elementos y términos se combinan en las dos artes
entremezclándose, hasta el punto de conseguir una fuerza musical de gran
expresividad plástica como la
Sexta Sinfonía , “la Pastoral”, de Beethoven o una pintura de
gran armonía compositiva como La
Rendición de Breda, “Las Lanzas”, de
Velázquez.
El vídeo no se ve.
ResponderEliminarLo he comprobado y lo veo con normalidad, la música empieza a sonar después de los créditos. Gracias.
EliminarExcelente articulo!
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