LA
MULA, EL BUEY Y EL REY MAGO ANDALUZ
Leía
yo hace algún tiempo en un artículo que criticaba a los traductores poco
cualificados una anécdota muy divertida: parece ser que quien vertía a una
articulista española a no sé qué lengua eslava había transcrito el
coloquialismo chulesco de la española: “En España, cualquier parida va a misa”
como “En España, las mujeres, después de dar a luz van inmediatamente a la
iglesia”. El hecho, relatado como
verídico (y no dudo que lo sea, que ya conoce una el percal) se me vino a la
cabeza cuando oí afirmar en tono contundente: “Hay que ver, mira que prohibir
el Papa poner la mula y el buey en los
nacimiento…” Oiga, y se quedaba tan pancho; es más, que tras mi asombrado:
“pero ¿cómo va el Papa a decir eso?”, su
acompañante le daba apoyo moral -a falta
del argumentativo- con una ristra bien
surtida de insultos e improperios contra el Papa. ¿Que no ha escuchado usted
alguno de estos despropósitos? Seguro que sí; la “noticia” ha corrido como la
pólvora. Yo aún no he salido de mi asombro, sobre todo porque, en este caso, la
fuente de la polémica es un librito de Benedicto XVI que está correctamente
traducido al español. Supuse inmediatamente que el Papa habría querido recordar
a quienes no leen mucho los Evangelios, que las figuras de estos simpáticos
animalillos no aparecen citadas explícitamente en ellos y que son personajes
que ha añadido –con muy buen criterio- la tradición, dado que lo que sí se aclara en
ellos es que el Niño es recostado en un pesebre y debían hallarse, pues, en un
establo.
Pues
resulta que ayer me compré el librito germen del escándalo y ni eso. En las
páginas 75 a la 77, tras analizar las palabras de los Evangelios y recoger los
valores simbólicos de estos animales en el Antiguo Testamento, concluye
precisamente: “Ante la humilde aparición de Dios en el establo (…) La
iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna
representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”, es decir, que más
bien el Papa pronostica larga vida a la simpática pareja de animalitos en
nuestros belenes.
Con
lo del Rey Mago andaluz, también parece que ha habido cierta guasa deformando
el texto de Benedicto XVI quien, tras detenerse en citar las palabras del Evangelio
en las que se menciona a “unos magos de Oriente”, analiza las distintas
acepciones del término “mago” en el contexto histórico en el que se cita y lo
pone en relación con palabras de los Salmos y del profeta Isaías que parece que
es el que nombra a futuros sabios de Tartesos, sin concretar mucho más.
Para mí está muy claro: yo no
sé si en España cualquier parida va a misa; pero, desde luego, que lo que puede
ir a misa hay muchas posibilidades de que acabe siendo transmutado en parida, no me cabe la menor
duda.
Inmaculada
Moreno Hernández
Académica
de Santa Cecilia
La ignorancia y la malignidad nos puede; es lo que hay.
ResponderEliminarFeliz año 2013.
Gracias Inma por aclarar tan bien este tema actual. Felicidades.
ResponderEliminarComo siemnpre, leemos poco, profundizamos menos y somos muy dados a coger el rábano por las hojas.
ResponderEliminarLA MULA, EL BUEY Y EL REY MAGO ANDALUZ
ResponderEliminarLos traductores. ¡Ay, los traductores! Si yo contara todo lo que he visto en mi dilatada vida profesional ...Todo lector que no posea ningún conocimiento de lenguas extranjeras depende enteramente de las incorrecciones,e incluso disparates, de la mayoría de estos profesionales. Lo peor no es que malinterpreten el uso lingüístico ("fotografías en negro y blanco" como traducción literal de lo que en español normal es ".. en blanco y negro", por ejemplo), que puede no afectar al significado. Con frecuencia se demuestra un desconocimiento absoluto de los vocablos llamados "falsos amigos"("El chico delibera groserías", en vez de " ... reparte comestibles a domicilio").
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