CINE
EL PÚBLICO CINEMATOGRÁFICO II
Por Jesús Almendros Fernández
Tratando de llevar al cine a
sectores sociales aún reacios, como la burguesía, Pathé construyó por todo el
mundo en los comienzos del cine, últimos años del Siglo XIX y primeros años del
XX, suntuosos “Palacios del Cine” y trató de dar a este público, a la
burguesía, lo que ellos, la sociedad
pudiente y biempensante, entendían por
Arte, ofreciéndoles pretenciosas películas con grandes actores del teatro como
la mismísima Sara Bernhardt, pero el público, la masa trabajadora y
pequeño-burguesa, lo que entendemos por
“la calle”, enseguida se decantó por trabajos de desconocidos llegados a la
pantalla sin haber pisado las tablas como Max Linder ó el propio Charles
Chaplin. En 1.910 ya existían en América mas de 20.000 salas cinematográficas y
Mack Sennet y la compañía Keystone con sus películas de chicas bañistas y “polis”
hacían las delicias del público. Era la época de las persecuciones en coche y
el lanzamiento de tartas a la cara de otros personajes que causaban la
hilaridad de la gente. Después, cuando
llegó la televisión y se pensó que el público podía abandonar la costumbre de
ir al cine y optar por quedarse en casa a ver lo que la T.V. les ofrecía, las
productoras optaron por la realización de grandes superproducciones para
ser proyectadas en enormes pantallas y con sonido espectacular, todo ello
imposible de ver en la T.V. pero los costos de estas películas eran tan
elevados que llegaron a poner en peligro la supervivencia de muchos de los
grandes estudios, como la Fox, que se vió al borde del crack durante la
producción de “Cleopatra” en la que el elevado coste de Elizabeth Taylor, un
millón de dólares, y sus caprichos de estrella hicieron aumentar el costo de la
película de forma inasumible para el Estudio.
El éxito de una película, la afluencia masiva de
espectadores para verla, solía provocar la realización de otras parecidas dando
lugar a géneros o subgéneros que en muchos casos tomaron carta de naturaleza en
el cine como ocurrió con el “western”, la comedia, el cine negro, el infantil,
el histórico, el musical, etc. Y es que,
de vez en cuando, un género determinado se pone de moda y durante unos años
asistimos al estreno de numerosas películas del mismo tema, unas mejores y
otras peores. Su continuidad dependía
de la aceptación por parte del público o del tiempo que tardase en cansarse de
ellas.
Hace años, muchos aficionados
al cine se avergonzaban de decir que les había gustado una película del Oeste ó
de Gansters ó cantaban las excelencias de pretenciosas y pesadísimas películas
de alta calidad artística que era imprescindible ver y aplaudir y de las que
hoy nadie se acuerda. El tiempo, en
definitiva, en cine como en el Arte en general, tiene la última palabra. El tiempo y el público que con su aceptación
ó rechazo hará que se continúen haciendo películas de un determinado género ó
se de la oportunidad de dirigir a un determinado director. En definitiva, como decía, el genial, gordo y
socarrón Hitchcock, se trata de llenar
una sala repleta de butacas vacías o lo que es lo mismo, que muchos
espectadores se interesen por una determinada película como ocurrió con aquella
“La Ley del Hampa” de Josef Von Sternberg. La película no gustó a la Productora que
trató de quitársela de encima pero sin incumplir el contrato, por lo que la
estrenaron sin publicidad alguna en un cine de Nueva York. Tres horas más tarde, Times Square estaba
bloqueado por una muchedumbre que se agolpaba a las puertas del cine que tuvo
que permanecer abierto toda la noche inaugurándose así el sistema de sesión
continua.
Muy interesante esta aportación. Un artículo sobre la evolución del público español en estos últimos años también sería muy instructiva,
ResponderEliminarGracias.
Muy bueno.
ResponderEliminarMe gustan estos artículos sobre cine.
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