ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (142)
LA MAR: Estados y formas
“El Mar” : Es para
aquél que lo ve, mira y observa desde tierra, y
“La Mar” : Para
aquél que vive inmerso en ella.
Fue
Platón el primero que llamó la atención sobre los marinos, a los que engloba en
un tercer estado creado por él y para nosotros.
Decía
Platón que el hombre pasaba por tres estados:
“Vivo, Muerto y Navegando”. Aseveración poco menos que simplista, viniendo de tan
ilustre pensador, pero que sirve de presentación de los marinos al mundo de los
terrícolas, que ha vivido, vive y seguirá viviendo de espaldas al mar, del que
tiene un total y vergonzoso desconocimiento.
Para los
marinos, “La Mar ”, no es un concepto
genérico como expresa la definición de la RAE., pues su extensión se circunscribe al
círculo que abarcamos con nuestra mirada cuando nos apoyamos en la regala de
nuestro barco, es nuestro horizonte, nuestro mundo; dos tercios de nuestra vida
activa transcurren dentro de este círculo que cambia constantemente, unas veces
es amplio y diáfano, y otras, oscuro, angosto y tenebroso.
En
nuestra relación, como en la de cualquier pareja, hay momentos de calma y de
dicha, dulces y sosegados, y otros, tensos, bruscos y turbulentos.
La mar,
según su estado, formas y aspecto, los marinos la definimos con adjetivos que,
a fuerza de ser usados, algunos de ellos han pasado como grados reglamentados en
la escala “Douglas”, que define el estado de la mar según la altura de las
olas, clasificándola, de menos a más, con los siguientes calificativos: Mar Calma, Llana, Rizada, Marejadilla,
Marejada, Gruesa, Muy Gruesa, Arbolada, Montañosa y Confusa.
Además de
estos términos reglamentarios, entre la gente de mar suelen emplearse otros que
la definen de forma más expresiva y plástica:
Calma chicha,
Mar de Leva, de Fondo, de Capillo, Tendida, Larga, Sorda, Rodada,
Picada, Cavada, Cabrilleada, Ampollada, Encrespada, Mares Encontradas.
Y otros
muchos que, de vez en cuando, se le oyen a un viejo capitán ó a un avezado
marinero: “Mar de donas”, “Mar de leche”,
Mar de sonda”.
Según el
rumbo con el que recala la mar a bordo, se le denomina como:
Mar de Proa, de Amura, de Través ó de Costado,
de Aleta ó de Anca, y de Popa.
Explicar
cómo es y cómo se manifiesta cada una de ellas, sería demasiado prolijo y, a
veces, indescriptible, pues la mar se presenta y expresa de mil maneras: es
impredecible.
Íntimamente
ligado al estado de la mar, está el viento, tanto es así, que éste es su
consecuencia, cuya fuerza está tabulada en la escala de “Beaufort”, numerada
del cero al doce, y su denominación, como puede observarse, proviene de
adjetivos empleados en el lenguaje coloquial marinero: Calma, Ventolino, Flojito, Flojo, Bonancible, Fresquito, Frescachón,
Duro, Muy duro, Temporal, Borrasca y Huracán.
Sólo,
como anécdota, diré que este afán nuestro, de los marinos, de considerarla
femenina, llevó a denominar a los ciclones con nombre de mujer, hasta que una
reivindicación del movimiento feminista logró que los nombres, de mujer y de
varón, se alternaran cada año, ordenándolos alfabéticamente.
Ignacio Pantojo Vázquez
Socio-colaborador de la Academia
Socio-colaborador de la Academia
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Escrito muy entretenido y muy ilustrativo, nos viene muy bien a los portuenses ahora que estamos viviendo a espaldas de la mar.
ResponderEliminarmuy interesante
ResponderEliminarMagnífico manual para conservar y sacarlo a la luz, cada vez que queramos hablar del mar y de la mar. Me gustó mucho.
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