ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (149)

ADIÓS 2013

Caminaba  de la mano de su anciano padre, pisoteando las hojas que él había ido dejando caer. A medida que avanzaba diciembre, se mostraba más impaciente e  irrespetuoso con el viejo y no se recataba de manifestar su júbilo por su próximo ascenso al poder. Aunque le faltaban unos días para su coronación, ya se sentía rey, se consideraba el dueño y señor de nuestras vidas, ya había entrado en ellas, y trataba a su antecesor con ese gesto despectivo que suelen dedicar los orgullosos a los vencidos o a los que han llegado a la última etapa de su vida: a viejos.

El día 31 de Diciembre, no pudo contener su impaciencia; se cubrió con amplia capa blanca y, sin timidez ni respeto, dio unas vueltas de baile tarareando una tonadilla.

Un aire helado invadió la estancia y el viejo se quejo de frío.
El joven rió cínico y dijo: “Para lo que te queda, no te quejes.”
El reloj de la plaza daba las últimas campanadas de la noche y ya no pudo resistir más, sin ninguna consideración se acercó al anciano y le ordenó:

“¡Vete ya, viejo!”… y el anciano, tristemente, inició su retirada hacia el archivo de la Historia, suplicando un puesto en su eternidad.

Mientras recogía su pobre y escaso bagaje, reflexionó y dióse  cuenta que él había procedido de idéntica manera con su antecesor y no quiso marcharse sin aconsejar al incipiente rey.

“Escucha hijo: dentro de unos segundos desapareceré para siempre de tu vista, pero no quiero irme sin recordarte que tu reinado es efímero, que no eres más que un número en el encasillado del tablero de Cronos; un hito entre mi reinado y el de tu sucesor, que lo tienes, como quien dice, a la vuelta de la esquina; no eres más que una medida en la ininterrumpida sucesión del tiempo que marca una era, la cristiana, pero sin influjo alguno sobre las alteraciones del cosmos. Antes que tú, en nuestra era, hemos reinado 2013 reyes, y sólo hemos sido figuras decorativas en el tablero de Cronos, ese viejo tacaño y cicatero que distrae sus ocios midiéndole el tiempo a la Humanidad; por ello te ruego que, durante tu reinado, no olvides la sentencia evangélica que dice: “Con la vara que midieres, serás medido”. No la eches en saco roto”. Así dijo y murió.
  
2014 no se paró un momento a meditar. Revoloteó su capa blanca y la arrastró por toda la faz de la tierra, dejándola cubierta de nieve.

Los ciudadanos que esperaban al nuevo rey para saludarle con entusiasmo, pronto sintieron como sus gritos de júbilo se congelaban en sus gargantas y como su entusiasmo, aterido de frío, se tornaba en desgarradora protesta.

Tampoco es esto justo. Espero que así lo comprenda la Humanidad, en la que no debe quedar nunca vacío el albergue de la Esperanza.

Esperamos y deseamos que 2014 sea más generoso que su antecesor y reparta venturas de norte a sur y de este a oeste.

¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO !!!
                                                                      Ignacio Pantojo Vázquez
Socio colaborador de la Academia

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