ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (168)
BLAS
DE LEZO: HIPOCRESÍA INGLESA, SÍ; ESTULTICIA RENCOROSA ESPAÑOLA, TAMBIÉN
Por
mi parte he tenido el honor de dictar hace unos días, en Laredo, villa cántabra
próxima a Euskadi, la conferencia que titulé “Blas de Lezo (168?-1741):
guipuzcoano, de Patapalo a Mediohombre en Barcelona 1714, gloria
nacional” en la certeza de que en su pueblo natal, Pasajes de San Pedro,
gobernado en la actualidad por Bildu, no se acordarían -¿lógicamente?- de él.
La sala del amplio cine de la Casa de Cultura de la ‘Villa universitaria de
verano’ presentaba una generosa concurrencia. En el título ya se anticipaban
algunas notas de su contenido: a) la naturaleza vasca del ilustre marino; b) su
presencia activa en la conquista de Barcelona del 11 de septiembre de 1714 (nuevo
logro de la casi-unidad de España, ahora bajo el primer Borbón) donde Patapalo se trasmutó en Mediohombre al ser herido, quedando manco
del brazo derecho; y c) su elevación a la máxima categoría de héroe español por
la victoriosa defensa de Cartagena de Indias en 1741 frente a la “formidable
flota jamás vista en la historia” (a excepción de la utilizada en el desembarco
de Normandía), al mando del Almirante inglés Edward Vernon, que estaba formada
por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000
milicianos más de las colonias norteamericanas, mandados éstos por Lawrence,
hermanastro del que sería Presidente Washington.
Nos
hemos ocupado en estas conmemoraciones del impresionante gesto militar del 19
de abril de 1741, nos hemos venido preocupando desde entonces de la ‘leyenda
negra’, de la ‘maldición del inglés’ a Lezo, de la hipocresía de los políticos
desde el ya entonces Reino Unido celebrando la victoria (?) y acuñando monedas
conmemorativas. Sí, una desvergüenza, ¡cómo no!
Pero
nos olvidamos de lo que nos atañe más directamente, a modo también de punible
hipocresía española, de la lamentable conducta de entonces perpetuada hasta los
aledaños del presente. Debemos recordar la actuación nefasta del virrey
Sebastián de Eslava, quien, al menos presupuestamente por celos profesionales,
no soportando la magnitud del triunfo de su subordinado. Tras acabar la guerra,
escribió un diario atribuyéndose la victoria contra Inglaterra, falseando
datos, que envía a primeros de junio al Rey y días más tarde le cursa una carta
pidiendo el ajusticiamiento de Lezo. Don Blas muere, tras una epidemia de
peste, en septiembre de 1741. Y aún más, se le entierra en una tumba
desconocida y sin el reconocimiento merecido. En la actualidad se busca el
lugar donde reposen sus restos.
En
España, entre cuyas características de conducta social pueden señalarse la
ingratitud y la envidia, Lezo sería olvidado. Bienvenida la recuperación de la
memoria, pero que ésta sea completa, que incluya la desvergüenza de nuestro
tradicional comportamiento. ¡Son tantos los casos! ¡Civiles y militares!
¡Religiosos y laicos! ¡De reyes y súbditos! … Y a todo lo largo de la historia.
La culpa principal nos corresponde a nosotros. El caso de Blas de Lezo sólo es
paradigmático. Pero no miremos a Inglaterra. ¡Ya está bien!
Francisco
González de Posada
Académico de Santa Cecilia
Homenajearemos a Blas de Lezo con un ciclo de conferencias en la Academia en el mes de julio.
ResponderEliminarSaludos
Enrique Tapias
Espléndido artículo y muy valiosas reflexiones.
ResponderEliminarCreo que algo se va consiguiendo, hasta hace poco tiempo nadie había oído hablar de Blas de Lezo y, hoy, cada día, hay más gente que sabe algo de este hombre insigne. A lo mejor hacen hasta una serie de TV, cosa que no estaría mal si son fieles a la Historia.
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