ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (187)

Universidades desalmadas o Universidades sin alma


Es muy normal escuchar entre estudiantes de ámbito anglosajón, especialmente norteamericanos, referirse a la Universidad en la que han estudiado como su “alma mater”. Mediante tal término, lo que describen es la impronta que su Universidad de referencia ha dejado en sus personas y personalidades, en cuanto sus vivencias vitales e intelectuales ligadas a esa Universidad, ha constituido el medio de formación de hábitos actitudes y compromisos que les han preparado para la vida y para el trabajo.

Yo, que sí considero a la Literaria de Sevilla (según consta en su sello) como mi alma mater, me he sorprendido numerosas veces, ante el desapego de la inmensa mayoría de los estudiantes, tanto extranjeros como españoles, que han pasado por sus aulas, que son las mías, en relación a esta consideración que comentamos. De hecho he encontrado estudiantes que habiendo estudiado, la licenciatura o el grado en la Universidad de Sevilla, 5 o 4 años al menos respectivamente, o cuando han disfrutado de una beca Erasmus o han realizado un Master o Estudios de Doctorado en otras Universidades han terminado considerando a estas últimas, léase Salamanca, Madrid, Bolonia, Paris o Berlín, como sus verdaderas “alma mater”. Siendo cierto que el patrón conductual respecto al ocio y la diversión, de los ya no adolescentes recién estrenándose como jóvenes maduros, es generalizable y homogéneo entre todas las universidades que cruzan, desde Galicia a Murcia y desde Barcelona  a Sevilla, esto que llamamos España.

Sus recuerdos o vivencias, respecto a Sevilla permanecían asociados más a actividades de tipo lúdico-ocioso, (botellonas en un clima casi de ensueño, noches a la orilla del río y paseos nocturnos a la sombra lunar de la Giralda o bajo aromas a naranjales y  otras yerbas de la Plaza de Doña Elvira), que a un proceso formativo y constitutivo que llena de sentido las elecciones vitales desde las que uno va a decidir su vida, aunque la viva en París, Florencia o Sevilla o en el pueblo andaluz, gallego o valenciano mas remoto.


Pero sobre todo indica la incapacidad de improntar, la ausencia de alma, el carácter “desalmado”, de unas mas que de otras, de las Universidades españolas en los últimos diez años. Los terribles años “boloñeses” en los que el conocimiento básico se ha condensado en 4 años y vamos a lograrlo en breve en 3, y en los que las humanidades (desde la poesía hasta las filosofías) se han desvirtuado hasta diluirse en saberes “no críticos”, “no autónomos”, “no integradores”, “no radicales”, “no últimos”, “no universales”, “artes”, en definitiva, innecesarias y extravagantes para un mundo en el que solo vale el lucro cuantificable, el pragmatismo inmediato y la tecnología  que es bastante menos que la tecné y el logos. Para esto tenemos suficiente, en efecto, con una Politécnica. O será un problema de gestión?

En un mundo en el que los medios y recursos, la financiación e inversiones y el patrocinio y el mecenazgo podrían sostener con dignidad, con decencia, e incluso con orgullo, los sistemas y sinergias de sociedades críticas y abiertas, en las que las “Facultades” de humanidades son de forma radical y universal absolutamente necesarias, encontramos que la gestión política, económica y social, eso que ahora se quiere llamar la “gobernanza” parece ir definitivamente y para siempre en otras direcciones.
Pero yo no quiero ser de la Politécnica¡¡¡
Miguel Pastor Pérez
Académico de Santa Cecilia

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