20.FENICIOS, TARTESIOS Y GRIEGOS EN OCCIDENTE
La
Gadir fenicia descubre su rostro
Diego Ruiz Mata / Catedrático de
Prehistoria y Académico de Santa Cecilia
“Yo te miraba, oh Cádiz, bahía de los mitos”
Rafael Alberti , “Ora Maritima” 1953.
Pulsar imagen para ampliar |
Los
autores antiguos, poetas, historiadores y geógrafos griegos y romanos, han
actuado con tacañería ofreciendo sólo retazos de su historia fenicia y cartaginesa. Pero faltan las más cercanas y
auténticas, las que se escribieron
viviéndola, recorriendo seguramente sus calles, hablando con los marineros
venidos de mil países a sus puertos. Me refiero a las que registraban en sus
libros de notas y recuerdos los mismos fenicios y más tarde los escribas de
Cartago. Queda, pues, un tiempo de silencio, del que apenas nos han llegado
unos nombres de dioses, de hombres ilustres o sencillos o ciudades, grabados en
las ánforas contenedoras de mercancías extranjeras y diversas o en vasos para
servicios comunes de la vida diaria. En pocos casos, unos oferentes,
agradecidos, hicieron grabar, en bronce o en piedra, dedicaciones piadosas a
sus divinidades bienhechoras. Pero esta distancia de tiempo nos inquieta, nos
satisface, y nos colma de dudas. Porque el tiempo, que todo lo destruye o
transforma, lo hace también con la transmisión de los hechos, sean orales o
escritos. Ya es difícil narrar “objetivamente,
sin vuelo en el verso”, como dijo nuestro poeta José Hierro, dado que el
escritor interpreta o disfraza, añade o
quita, olvida, enfatiza o minimiza, según su criterio o las circunstancias que
obligaron a dejar testimonios eternos en las narraciones escritas. Hay que
considerar, como razón importante, la pérdida de la mayoría de los textos, bien
por el tiempo,ese gran destructor de la vida, y de lo escrito, o por el hombre
que a veces, para realzar sus acciones del presente, destruye inmisericorde el
pasado, para que no existan contrastes ni vínculos que los unan y los
justifiquen. Los romanos lo llamaron damnatio
memoria y, así se conoce en términos latinos. Lo que el hombre ha hecho en
todos los tiempos. El poder se manifiesta cruelmente, cuando debería ser con
más humanidad. Y uno de sus modos eficaces es la destrucción. Mas cuando se la
revive, es para transformarla según las oportunas conveniencias. Lo vivimos y padecemos en el presente, y en
un pasado no muy lejano.
Pulsar imagen para ampliar |
No
sabemos qué razones llevaron a los fenicios a fundar en Cádiz la ciudad más
famosa de todas sus empresas occidentales. Sobre todo si consideramos las
pobres condiciones de la isla, falta de espacios y de insuficiente tierra
cultivable y de otros recursos, salvo la pescaen sus alrededores, y de agua
sobre todo. Pero aquí se realizó el proyecto fundacional, se erigió la ciudad y
comenzó a activarse sus valores simbólicos y la construcción de los mitos. En
un mundo pragmático como el nuestro, las ideas, los símbolos y las creencias,
nos parecen cuestiones inútiles y prescindibles. Nada más falso y equivocado.
Lo fue importante antaño y son necesarios ahora. Y entender Cádiz, y a los
fenicios y pueblos posteriores en Cádiz, hay que hacerlo también desde sus
significados simbólicos y sus mitos, y no sólo desde sus libros de cuentas y de
mercancías, o de acciones de guerra.
Pero
¿qué han dejado esos autores sobre sus momentos iniciales de vida? Muy poco. Y
lo conservado ha causado discusiones apasionadas, páginas escritas, hipótesis y
teorías en el aire y mucho empeño en descubrir y penetrar en sus entrañas. E
incluso la pérdida de la visión desapasionada y el dominio del corazón ciego
sobre la razón. Y es natural, porque los textos, tan escuálidos en sus
descripciones, han dejado, como un reto, la manzana de la discordia y el
misterio que ocultan su brevedad. Por ello, durante mucho tiempo el afán se
centró en descubrir y dar sentido a los datos escasos y crípticos de las
lenguas griegas y latinas. Y así, por ejemplo, Estrabón (III,5,5) relata, como
había oído y leído de otros, que los habitantes de Cádiz guardaban en sus
recuerdos remotos que los fenicios fundaron la ciudad de Gadir tras dos
intentos previos fallidos, siguiendo los mandatos de un oráculo, fundando la
ciudad en la isla pequeña occidental y, en su extremo oriental, el templo del
dios protector de Tiro, Melqart, que también lo sería de Gadir y de la Bahía.
Lo que sucedió tras el asedio y destrucción de Troya, ochenta años después, es
decir, en 1104 a.C. Una fecha mítica que se revive y conmemora en su milenario.
No hace mucho ha sido el tercero. Y unos cuantos datos más topográficos,
onomásticos y míticos.
Con
este bagaje, se ha buscado la ciudad fundacional desde la percepción y
conocimiento de la topografía actual en varios lugares de la ciudad vieja,
desde hace más de cien años, y sin resultados relevantes. En tanto, surgían por
doquier, a medida que se rasgaba su suelo tumbas de épocas más recientes,
algunas con ajuares maravillosos de joyas de oro, y entre ellas los muy
conocidos sarcófagos antropoides, masculino y femenino, que exhibe con tanto
orgullo el Museo Arqueológico de la ciudad. Se ha picado en numerosos sitios,
se han elaborado teorías. Y nada. A veces, se exhumaban objetos muy antiguos,
como el Sacerdote de Cádiz en plena calle Ancha, anillos signatarios orientales
o vasos cerámicos antiguos, hallazgos al azar y sin contextos seguros. Puertecitas
abiertas a la esperanza que quedaban sólo en la ilusión de la próxima vez, en
el nuevo hallazgo en otro lugar.
Y
sucedió en los comienzos del siglo XXI, en sendos solares: en la calle Cánovas
del Castillo y en la calle Ancha, en pleno centro de su casco antiguo, y en la
isla más pequeña, Eritia, de las dos que componían Cádiz. El primero es un
espacio de trabajo, sobre un suelo rojizo y ennegrecido por el fuego, en el que
se hallaron numerosos vasos fenicios y ánforas sardas, junto a restos de peces.
Y siendo el primer hallazgo que evidenciaba vida fenicia en el solar gaditano
en época muy antigua, no era, sin embargo, la ciudad esperada. Poco más tarde,
en la calle Ancha, frente al edificio de Telefónica, en el lugar donde se halló
el Sacerdote de Cádiz a comienzos del siglo XX, los trabajos arqueológicos
exhumaron, entre bataches, albañiles trabajando, muros caídos y las prisas, un
gran foso de tierra rojiza y negruzca con numerosos fragmentos de vasos
fenicios y de ánforas sardas de vino, que ocultaba un pozo simbólico de más de
4 m de profundidad. ¿De qué se trata?. Seguramente, de una zona especial donde
se celebrarían rituales funerarios de comidas en común para la exaltación y
devoción de un santón o sacerdote enterrado muy cerca. Tampoco era la ciudad
fenicia de Cádiz, sino una de sus manifestaciones, de carácter funerario en
este caso. Ambos solares y sus evidencias arqueológicas abrieron las dos hojas
de la puerta y arrojaron más claridad. Son los comienzos de la historia en su
contexto de la Gadir fenicia.
Pulsar imagen para ampliar |
Pero
volvamos al Teatro Cómico, el verdadero núcleo de la ciudad fenicia. Se halla,
como se dijo, en pleno centro urbano, cerca
de la Torre de Tavira y en la isla menor. Aquí se han hallado, en el
ámbito del teatro, cuatro fases de ocupación fenicia, desde fines del siglo IX
hasta el siglo VI a.C., y sobrepuestos otros niveles romanos, entre los que
destacan las pilas de una factoría romana de salazones, y otros más modernos,
que alcanzan la altura actual y desvirtúan la visión topográfica de la zona
milenios atrás. Un tema clarificador de las excavaciones recientes ha sido el
de su topografía originaria. Imaginemos, pues, una colina de unos 6 m. de
altura, donde los fenicios construyeron sus primeras viviendas, y en torno a
0.35 m. sobre el agua. Y a sus pies, un amplio canal, llamado Bahía-Caleta, que
separaba ambas islas, Eritia y Cotinusa. Una visión diferente a la actual,
entorpecida por los realces de las construcciones más recientes y el marasmo de
viviendas entre calles estrechas.
Del
momento inicial de ocupación fenicia, en las postrimerías del siglo IX a.C., se
ha hallado una estructura elíptica de pequeño tamaño -1.60 m en su eje mayor-,
jalonada por losas de piedra ostionera, como una caja grande, con vestigios que
sugieren una posible fabricación de púrpura, una actividad fenicia relevante de
su economía primaria. Sobre ella asientan vestigios muy consistentes de un
urbanismo desarrollado y complejo, que han deparado numerosos datos sobre un
sistema de vida urbano desconocido en la zona. Lo que ocurrió entre el 800 y
750 a.C. Frente a las sencillas y débiles cabañas autóctonas, ahora se erigen
viviendas de varias habitaciones y con espacios abiertos para distintos
trabajos, separadas por calles y plazas. Y con ellas navegaron muchas y
variadas novedades, traídas de Oriente, en tecnologías, elementos productivos,
formas sociales diferentes, el comercio organizado como un objetivo preferente,
la navegación a largas distancias hacia mercados y zonas productivas distantes,
costumbres, creencias religiosas, deidades, templos y la escritura, ese gran
invento de la perpetuidad y transmisión de la historia, y muchos elementos
más. Todo queda reflejado en estos
escasos y arrasados muros.
Pulsar imagen para ampliar |
Cádiz
ha sido una ciudad pequeña siempre. Me refiero a la de intramuros y en sus
épocas fenicias, romanas y medievales. De la ciudad romana ya la describió
Estrabón hablando de su tamaño y población escasa. Y la ciudad fenicia quedaba
delimitada en un corto espacio -¿quizás una hectárea?-, como por ahora sugieren
la dispersión de sus espacios habitados: su núcleo más importante se sitúa en
el Teatro Cómico, abriéndose muy poco hacia la calle del Marqués del Real
Tesoro, siendo el canal su cota más baja, y hacia la calle Ancha, un espacio no
urbano. Lo que proporciona un núcleo muy reducido y no muchos habitantes. Pero
es igual. Su importancia no se exhibe en la magnitud de la ciudad, sino en su
carácter simbólico político, de comercio y religioso, como la más alta
representación de la ciudad-estado de Tiro en la Bahía y Occidente. Sus
extensiones son más amplias hacia la Sierra de San Cristóbal, donde se fundó al
mismo tiempo la ciudad sin nombre verdadero conocido todavía y que conocemos
como Castillo de Doña Blanca, el templo de Melqart, a 18 km de distancia de la
ciudad y el recién descubierto núcleo fenicio fortificado de Chiclana, en el
Cerro del Castillo junto al río Iro y cercano al templo. Esta es la estructura
orgánica y política de Gadir. Es ésta su extensión.
Que
Gadir-Gades fue un lugar simbólico y religioso lo muestran los restos y lo
escriben las fuentes. Filostrato, en su Vida
de Apolonio de Tiana, de inicios del siglo III d.C., manifiesta que “Gadira está situada en el confín de Europa
y sus habitantes son gentes exageradamente dedicada a la religión, hasta el
punto que tienen erigido un altar a la Vejez, y son los únicos hombres que
entonan himnos a la Muerte. Hay allí altares a la Pobreza y al Arte, a Heracles
egipcio y otros al tebano” (V4). Es un tema que requiere más espacio y
explicación y que voy a tratar en otra ocasión más oportuna. Sólo cabe
mencionar, pues, que en época fenicia debieron erigirse, como centros
principales, el santuario de Baal Hammon, conocido como el Kronion y Saturno
más tarde, y el de Astarté o Venus Marina, situados donde se indica en la
figura que se muestra en el texto. El primero se sitúa en la isla de San
Sebastián, transformada topográficamente en el curso del tiempo, de cuyos
alrededores proceden elementos que sugieren allí la ubicación de un templo,
entre los que destaca el capitel protoeólico y muchas más piezas de ofrendas. Y
las excavaciones de estos últimos años ofrecen varias estructuras de los siglos
VII y VI junto a restos cerámicos. Pero también cabe mencionar los
enterramientos funerarios de sacerdotes o personajes significados, que fueron
objeto de culto. Uno de ellos, y el más antiguo, debió situarse en la calle Ancha,
en el solar de la Central telefónica, y otro posterior en la Casa del Obispo,
en la otra isla más amplia, Cotinusa, donde se han exhumado los restos de un
esplendoroso monumento funerario, expoliado en el siglo XX, y con evidentes
huellas de banquetes rituales desde el siglo VI al II a.C. Es posible que así
se deban interpretar las tumbas que contenían los sarcófagos antropoides
esculpidos, pero sus extracciones no han ofrecido la posibilidad de
documentarlo. Y otros más que deben yacer aún bajo tierra.
Pulsar imagen para ampliar |
La
recompensa después de tanta espera y de tanto esfuerzo es que Gadir ha claudicado,
ha renunciado al silencio después de tanto tiempo agazapada y desvela su rostro
histórico más buscado, el de la localización de su fundación y la fecha en que
sucedió. Ha merecido esperar. Y su núcleo urbano se halla, paradójicamente, debajo
de un teatro, alegoría de la ficción, y de nombre Cómico, que denota cierta
burla toponímica. Ironías de las palabras y de la Historia. Lo cierto, pese a
la broma, es que Gadir va revelando su secreto más oculto, el de su pasado más
antiguo.
Entusiasma tanto que me estoy haciendo un libro Bravo!
ResponderEliminarÉste proyecto del profesor Ruiz Matas se convertirá finalmente en un libro, cuyo título es: "Cincuenta y dos semanas y doce meses: 64 temas de fenicios, griegos y tartesios en la Bahía". Así que espere un poco y lo podrá conservar encuadernado y con imágenes. Muchas gracias por seguirnos.
EliminarUna descripción que engancha, como dice el comentarista anterior. Estoy deseando de que aparezca el artículo que aborde el tema religioso y en cuanto a Apolonio de Tiana, un pasaje interesante de Filóstrato (IV, 47, V) refiere que en su visita a Cádiz no encontró enfermos a causa de las mareas ¿será que los pozos de marea tenían -entre otras- una funcionalidad oracular relacionada con las curaciones?
ResponderEliminar