ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (273)
EL BOSCO Y SU GENIALIDAD MISTERIOSA
Pensar en el pintor flamenco Jerôme
Bosch o Jerôme Van Aken, conocido en nuestro País como El Bosco, es llenar
nuestra mente y todos nuestros sentidos de las infinitas imágenes que podemos
contemplar en sus obras maestras. Las figuras esenciales con las que desarrolla
sus escenas religiosas están siempre acompañadas de otras muchas de seres
humanos, animales, plantas y edificaciones que se entremezclan entre ellos,
dando como resultado un conjunto figurativo imposible de describir. El realismo
se mezcla con la abstracción y la poderosa fantasía imaginativa del artista nos
lleva hasta el surrealismo más expresionista de nuestros días. Los aparentes
animales pueden estar formados por la mezcla de varios, un pájaro, un batracio
y un roedor, cuando no coloca unos grandes bigotes de felino a algún personaje
que aparentemente nos desafía con su mirada.
Como la de sus coetáneos, su pintura
parte de los manuscritos medievales y de las escenas realizadas por los
artistas que le precedieron, pero también supo incorporar todo tipo de imágenes
que le llegaron por numerosos caminos, sobre todo de animales como la jirafa,
el elefante y de árboles como el drago. Todos ellos aparecen en la escena del
Paraíso del Jardín de las Delicias y no pertenecían al mundo que le rodeaba.
Pero lo que más admiramos de sus obras
es su capacidad para crear figuraciones fantásticas imposibles, sus monstruos y
personajes de los infiernos de los trípticos que nos aterrorizan, a la vez que
desatan en nosotros una poderosa admiración por este personaje tan misterioso
como lo son sus pinturas. Apenas se conservan una treintena de documentos de
archivo relacionados con él, en su mayoría de transacciones de la vida
cotidiana y muy pocos de su quehacer artístico. Sabemos si que vivió una vida
acomodada.
La colección de El Bosco que conserva el Museo del Prado, fruto de la pasión que tuvo el rey Felipe II por sus pinturas, es la mejor del mundo. Según Fray José de Sigüenza, poeta, intelectual y bibliotecario del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, eran tenidas por el monarca como referentes religiosos y moralistas. El conjunto formado por La Mesa de los Pecados Mortales y los tres grandes trípticos, La Adoración de los Magos, El Carro de Heno y El Jardín de las Delicias, la más " grande " de sus composiciones, es incomparable, sin olvidar otras de menor tamaño. A través de ellas podemos ir viendo la evolución de su arte y su técnica.
La colección de El Bosco que conserva el Museo del Prado, fruto de la pasión que tuvo el rey Felipe II por sus pinturas, es la mejor del mundo. Según Fray José de Sigüenza, poeta, intelectual y bibliotecario del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, eran tenidas por el monarca como referentes religiosos y moralistas. El conjunto formado por La Mesa de los Pecados Mortales y los tres grandes trípticos, La Adoración de los Magos, El Carro de Heno y El Jardín de las Delicias, la más " grande " de sus composiciones, es incomparable, sin olvidar otras de menor tamaño. A través de ellas podemos ir viendo la evolución de su arte y su técnica.
El proceso creativo que parte de un
dibujo muy preciso se ve realzado por su manejo del color, a veces también un
tanto caprichoso, de la perspectiva y de la profundidad de sus paisajes que se
pierden en la lontananza. Las figuras y todos los elementos de sus cuadros
están realizados a muy diversas escalas, de las más grandes a las
miniaturistas. El estudio en profundidad de estas obras nos revela un mundo
subyacente en el que podemos observar aún más figuras de las que vemos en el
visible. Tampoco podemos olvidar la enorme cantidad de interpretaciones que
todas ellas han recibido a través de los siglos. Están llenas de misterios y
secretos.
En un mundo en el que la imagen es
fundamental, El Bosco es un artista para incorporar a nuestras vidas. Por
muchos años que contemplemos sus creaciones, nunca se nos agotaran. Siempre
podremos seguir encontrando cosas sorprendentes, como suele suceder con las
grandes obras maestras de los genios.
Carmen
Garrido Pérez
Académica
de Santa Cecilia
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