ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (283)
La
historia del Hombre no se entendería sin el arte. La capacidad creativa
es la que otorga al ser humano la característica diferenciadora respecto a otros seres vivos.
El arte, la cultura, enriquece y catapulta más
allá de lo que vemos y palpamos. Es nuestro «pan» intelectual, social,
recreativo y evasivo. Nos ayuda a entender nuestro pasado, a ver nuestro
presente y a imaginar o adivinar nuestro futuro.
Pero para que las distintas manifestaciones
artísticas puedan darse es necesario que el
Estado no sólo contribuya con dinero público en los sectores artísticos
sino que, además, otorgue a la ciudadanía la oportunidad de implicarse, de ser
parte de la producción artística.
El mecenazgo (el patrocinio de personas
físicas y empresas privadas de
producciones artísticas) produce un
doble beneficio: ayudan al crecimiento de la industria cultural y genera
publicidad positiva a los
patrocinadores.
En España, la figura del mecenazgo encuentra su
apoyo normativo en la ley 49/2002 que permite desgravar hasta un 25% de
IRPF de lo aportado a instituciones
artísticas a las personas físicas y hasta un 35% del Impuesto de Sociedades a
las empresas. Y aun así, estamos muy lejos de lo que sucede en países vecinos
como Francia (en torno al 60%) e Inglaterra (alrededor del 70%).
Desde hace años, los sectores implicados —artistas,
creadores, productores y posibles patrocinadores— consideran necesario una
reforma de la ley. Nunca llegaremos al nivel de Estados Unidos donde la
desgravación fiscal puede llegar a la totalidad de lo aportado pero sí queremos
crear industria lejos de la subvención,
de la mano protectora e intervencionista de las instituciones públicas
tendremos que acercarnos a las legislaciones francesas o inglesas.
La nueva ley de mecenazgo debe atender las propuestas y dilemas del sector. Hay que
determinar su campo de acción, si se limita a las entidades culturales públicas
o se incorpora también las privadas. Se tiene que incentivar la cultura del
mecenazgo, más propia del mundo anglosajón pero que poco a poco puede ayudar al
desarrollo económico y cultural del país. Y sobre todo, ampliar el porcentaje
de desgravación. ¿Llegar al 50%?
¡Qué mejor manera de contribuir a la sociedad que
la financiación de las distintas
disciplinas creativas! El objetivo es ir sustituyendo la cultura de la
subvención por la cultura de la desgravación.
El arte no sería completo (y nosotros tampoco)
sin figuras como Horacio, Virgilio, Miguel Ángel, Van Dick
o Voltaire que han llegado a nosotros gracias a "benefactores"
como Cayo Mecenas, el Pontífice Julio
II, sir Endymion Porter o Federico II de
Prusia. En nuestras manos está que las
futuras generaciones no se vean privadas de las obras artísticas de nuestro
tiempo.
Rocío Pérez Izquierdo
Colaboradora de Bellas Artes Santa Cecilia
Magnífico documental
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