MÚSICA CLÁSICA EUROPEA: LA ÓPERA (5) Madame Butterfly
Madame Butterfly ópera en tres actos de Giacomo Puccini
Libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa
Se estrenó el 17 de febrero de 1904 en el Teatro de La
Scala de Milan.
Acto I
La ópera comienza con un brevísimo y bello preludio. En escena se encuentran Goro, alcahuete nativo, y Pinkerton, un teniente de la marina norteamericana charlando, mediante el uso de diálogos cortos, sobre la casa que el americano ha comprado para su estancia en Nagasaki y, ya de paso, le presenta Goro el grupo de sirvientes que acompañan a su "esposa" (ya en la obra de Loti se comentaba el hecho de que los navegantes y agentes consulares tenían la posibilidad del matrimonio temporal). La presencia de Suzuki (la fiel sirvienta) es fundamental en el desarrollo posterior de la ópera y aquí lo muestra su primera aparición.
La llegada del cónsul Sharpless inicia una conversación donde se manifiestan los sentimientos "oscuros" de Pinkerton, decidido a que la geisha sea algo temporal hasta que pueda "casarse con una verdadera esposa americana". Tras una conversación breve acerca de la casa llegan los primeros momentos inolvidables de esta ópera donde refleja su personalidad trivial. Cuando le pregunta Sharpless si está enamorado, Pinkerton le confiesa que no sabe si es amor o un simple capricho y explica cuál fue su primera impresión de la joven geisha, mientras que el cónsul le comenta, que esa geisha pasó por el Consulado y cuando la oyó sintió que su voz le llegó al alma y le pide que la trate bien porque es un corazón quizás crédulo y "no debiera emitir sonidos de dolor". La llegada de Madama Butterfly a la casa de Pinkerton rodeada de familiares es de gran belleza. El reencuentro es afectuoso pero se nota quién está enamorada y quién no. La conversación es curiosa sobre la edad de la joven, mientras que se oye al resto de parientes dudando del futuro de la pareja. En un aparte, Butterfly y Pinkerton empiezan a conversar alejados del "mundanal" ruido en lo que es un preludio de lo que será uno de los mejores dúos de ópera de la historia y que alcanza su momento estelar en esa pequeña aria en el que le confiesa que se ha convertido a la religión que profesa él y que desea compartir, arrodillada, los mismos ruegos. Es el momento de la boda que lleva a cabo el comisario. Una vez reunidos los parientes de Butterfly, Pinkerton realiza el brindís hasta que la llegada del tío Bonzo provoca una situación tensa pues revela a los demás parientes que ella ha renunciado a la religión de sus antepasados y les pide que renieguen de ella. En ese momento, Pinkerton salta ante el tío bonzo y le obliga a marcharse mientras que ella se queda turbada ante el abandono de sus parientes. El dúo que continúa a esta escena es, quizás, el mejor dúo de amor compuesto aunque tales afirmaciones son subjetivas pero estoy seguro que si se inicia en la ópera este dúo le "marcará".
Ya han pasado tres años y nada se sabe de Pinkerton, que abandonó Nagasaki al poco tiempo de casarse, dejando al cónsul con el deber de hacerse cargo del alquiler. Pero la situación es más dura porque la ruina se acerca a la casa de la geisha. Ella se mantiene firme en su idea de que él volverá y así lo demuestra en esa célebre aria "Un bel dí vedremo"(Un bello día veremos...) donde se imagina como será el reencuentro entre ambos donde la melodía tiene un gran valor. La llegada de Goro y Sharpless la devuelve a la realidad. Mientras que conversan ella y el cónsul acerca de la promesa de Pinkerton de volver "cuando el petirrojo rehace su nido" aparece el tema de su situación y cómo Goro le trató de convencer de aceptar la proposición de Yamadori, un rico poseedor que, para más inri, aparece en ese momento. En este punto se observa hasta qué punto está tan convencido de su amor por Pinkerton a pesar de las súplicas de Yamadori, las advertencias de Goro y el desconsuelo del cónsul que lleva una carta para ella. Cuando se quedan los dos solos, él pasa a leer la carta que le entregó Pinkerton donde le advierte para que prepare a Butterfly "a parar el golpe”.
Antes de desvelarle la verdad, le pregunta a ella sobre la posibilidad de que Pinkerton no pudiera volver nunca. Ella queda perpleja por la pregunta y le responde: o cantar...o morir. Sharpless no puede soportar el sufrimiento de ella y le recomienda que acepte la proposición de Yamadori. La situación se acentúa cuando Butterfly le presenta a su hijo y le pide al cónsul para que escriba a Pinkerton de que le espera su hijo.
Antes de desvelarle la verdad, le pregunta a ella sobre la posibilidad de que Pinkerton no pudiera volver nunca. Ella queda perpleja por la pregunta y le responde: o cantar...o morir. Sharpless no puede soportar el sufrimiento de ella y le recomienda que acepte la proposición de Yamadori. La situación se acentúa cuando Butterfly le presenta a su hijo y le pide al cónsul para que escriba a Pinkerton de que le espera su hijo.
El cañonazo desde el puerto da lugar a la llegada de Pinkerton uno de los momentos bonitos de la ópera en la escena del dueto de las flores. La llegada del barco de Pinkerton genera un primer momento de ilusión de la joven y también un poquillo de rencor hacia todos que, en su tiempo, le negaban la esperanza del retorno del norteamericano. Esa alegría le lleva a realizar, junto a Suzuki, una animosa "bienvenida para cuando llegase Pinkerton. El acto se termina con la espera de la geisha mientras se oye un coro de pescadores.
Acto III
Acto III
La pobre Butterfly, que se quedó toda la noche en vela esperando la llegada de Pinkerton, se acuesta agotada como así le pide Suzuki. Cuando Butterfly y el niño se retiran a descansar, se produce el regreso de Pinkerton y Sharpless. Suzuki los recibe y les comenta que la pobre está descansando; ellos le piden que no la avise. En el momento en que ellos niegan el aviso a Butterfly, Suzuki observa que hay una tercera persona en el jardín: es la "verdadera esposa americana" que tanto comentaba Pinkerton en el acto I. Sharpless le revela la noticia de que Pinkerton se casó y le pide que sea el apoyo para la geisha porque "para sus penas no hay consuelo posible". Este trío es revelador de los remordimientos que empiezan a aparecer en Pinkerton y que "explotarán " posteriormente en su gran aria. Mientras Suzuki y Sharpless tratan de conversar sobre la necesidad de que Butterfly la conozca, Pinkerton se queda rondando por la casa y el sufrimiento se siente en cada nota que surge de su voz y que llega al momento culminante donde cae en la cuenta del daño que ha ocasionado a la pobre geisha, que ha contado los días y las horas desde su marcha. Suzuki marcha a hablar con Kate, la mujer que llegó con ellos dos, mientras que el cónsul y Pinkerton se quedan solos. Le pide al cónsul que le de todo el apoyo a la vez que le confiesa su remordimiento mientras que éste le recrimina que, en su momento, no le hiciese caso y le revela que ella se negó a todos los consejos, ya que creía en ese amor. Un breve diálogo entre Suzuki y Kate es el preludio de la aparición de Butterfly que nota que hay alguien fuera. Cuando Sharpless le revela que es su esposa, Butterfly muestra su carácter más maduro, en este momento en el que trata de tranquilizar a la esposa de Pinkerton de que no se preocupe por ella. Respecto a su hijo, "se lo podrá dar si viene".
La marcha de Kate y el cónsul deja solas a Suzuki y a Butterfly con lo que se llega al final. Suzuki va a la busca del niño mientras la geisha coge el cuchillo con el que su padre se hizo el hara-kiri para también realizarlo ella. En el momento de hacerse el hara-kiri, Suzuki le envía al niño (con el fin de evitar el fin de ella). Es el momento de la última aria de Butterfly, muy emotiva en la que se despide de su hijo. Le pide que se vaya a jugar y, en el momento en que el niño se adentra realiza el hara-kiri mientras, desde lejos, se oye la voz de Pinkerton tratando de llamarla. Pinkerton se queda apesadumbrado y arrodillado ante el cadáver de Butterfly mientras Sharpless trata de llevarse al niño para que no pueda ver a su madre muerta.
La marcha de Kate y el cónsul deja solas a Suzuki y a Butterfly con lo que se llega al final. Suzuki va a la busca del niño mientras la geisha coge el cuchillo con el que su padre se hizo el hara-kiri para también realizarlo ella. En el momento de hacerse el hara-kiri, Suzuki le envía al niño (con el fin de evitar el fin de ella). Es el momento de la última aria de Butterfly, muy emotiva en la que se despide de su hijo. Le pide que se vaya a jugar y, en el momento en que el niño se adentra realiza el hara-kiri mientras, desde lejos, se oye la voz de Pinkerton tratando de llamarla. Pinkerton se queda apesadumbrado y arrodillado ante el cadáver de Butterfly mientras Sharpless trata de llevarse al niño para que no pueda ver a su madre muerta.
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