MÚSICA CLÁSICA EUROPEA: LA ÓPERA (06) Tosca
Tosca. Ópera en tres actos, con
música de Giacomo Puccini
Libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa
Fue estrenada en Roma, el 14 de enero de 1900, en el Teatro Costanzi.
ACTO I
Interior de la Iglesia de San Andrés del Valle en Roma.
Angelotti, el ex-cónsul de la extinta república
romana, condenado político, ha podido evadirse de la cárcel pontificia, y en
traje todavía de penado entra cauteloso e inquieto a la iglesia, dirigiéndose
hacia la imagen de la virgen, a cuyos pies su hermana, la condesa Attavianti,
ha ocultado la llave de la capilla particular de su familia, donde él se dirige
para disfrazarse. Mientras el sacristán arregla algunos pinceles, llega Mario
Cavaradossi, pintor de renombre, para terminar un lienzo de la virgen, para lo
que se había inspirado en las facciones de la condesa Attavanti, que a menudo
frecuentaba la iglesia. Cavaradossi ama, siendo correspondido, a Floria Tosca,
célebre cantante de aquel tiempo, y en ella piensa, contemplando en un medallón
su retrato, mientras el sacristán, escandalizado, sale.
Angelotti, reconociendo en Mario un antiguo amigo, se le presenta y le expone su situación, cuando un golpear desde afuera los interrumpe, obligando al fugitivo a volverse a ocultar. Es Tosca, que ha entrado a dar una cita a Mario, para después del espectáculo, en la casa quinta de éste. Pero por el retardo en abrirle, por la turbación de Mario y por haber reconocido en la virgen del lienzo la fisonomía de la condesa Attaviani, se irrita, sospechando de su amado, quien, calmándole sus sospechas, la apura a salir. Vuelve Angelotti y le explica su plan para salir de Roma y salvarse, a lo que Mario le ofrece la misma casa quinta donde lo había citado Tosca, indicándole como seguro refugio el fondo de un pozo. Un disparo de cañón que anuncia la evasión de un prisionero interrumpe a los dos amigos, que rápidamente abandonan la iglesia. Mientras el sacristán participa a algunos monaguillos una fiesta para celebrar una derrota de Napoleón I, Scarpia, ex-Jefe de policía, ha entrado con algunos soldados, siguiendo la huella del fugitivo, y espera dar con él en la iglesia, pero en cambio encuentra un abanico de la condesa Attaviani. Éste, al ver entrar a Tosca, le despierta celos y acusa a Mario de entenderse con la condesa. Tosca, recordando el incidente de poco antes, cae en la trampa y corre a la casa quinta para sorprender a los amantes, mientras Scarpia la hace seguir por sus soldados y, entusiasmado por la belleza de la cantante, concibe un plan para poseerla. Escandalizándose de sí mismo, se arrodilla y reza con devoción, mientras en la nave mayor de la iglesia pasa la procesión entonando el Te Deum, en celebración de la derrota de Napoleón.
Angelotti, reconociendo en Mario un antiguo amigo, se le presenta y le expone su situación, cuando un golpear desde afuera los interrumpe, obligando al fugitivo a volverse a ocultar. Es Tosca, que ha entrado a dar una cita a Mario, para después del espectáculo, en la casa quinta de éste. Pero por el retardo en abrirle, por la turbación de Mario y por haber reconocido en la virgen del lienzo la fisonomía de la condesa Attaviani, se irrita, sospechando de su amado, quien, calmándole sus sospechas, la apura a salir. Vuelve Angelotti y le explica su plan para salir de Roma y salvarse, a lo que Mario le ofrece la misma casa quinta donde lo había citado Tosca, indicándole como seguro refugio el fondo de un pozo. Un disparo de cañón que anuncia la evasión de un prisionero interrumpe a los dos amigos, que rápidamente abandonan la iglesia. Mientras el sacristán participa a algunos monaguillos una fiesta para celebrar una derrota de Napoleón I, Scarpia, ex-Jefe de policía, ha entrado con algunos soldados, siguiendo la huella del fugitivo, y espera dar con él en la iglesia, pero en cambio encuentra un abanico de la condesa Attaviani. Éste, al ver entrar a Tosca, le despierta celos y acusa a Mario de entenderse con la condesa. Tosca, recordando el incidente de poco antes, cae en la trampa y corre a la casa quinta para sorprender a los amantes, mientras Scarpia la hace seguir por sus soldados y, entusiasmado por la belleza de la cantante, concibe un plan para poseerla. Escandalizándose de sí mismo, se arrodilla y reza con devoción, mientras en la nave mayor de la iglesia pasa la procesión entonando el Te Deum, en celebración de la derrota de Napoleón.
ACTO II
La habitación de Scarpia en el palacio Farnese.
Scarpia está en la mesa, pensando en Tosca, a
quien ha hecho citar y acaricia sueños de amor. Interrúmpelo su secretario para
anunciarle que no habiendo encontrado a Angelotti, en su lugar trae preso a
Cavaradossi, que introducido es sometido a un interrogatorio, mientras se oye
desde fuera la voz de Tosca que canta en un concierto en honor de María
Carolina de Monaco. Scarpia, que al oiría se había interrumpido, amenaza
inútilmente a Cavaradossi con la tortura si no indica el paradero de Angelotti.
En esto viene Tosca, a la cual Mario impone en voz baja no denunciar a su
amigo. Scarpia aprovecha la presencia de Tosca para hacer torturar a Mario durante
su interrogatorio y así sacar de la pobre mujer el secreto que valerosamente su
amado oculta a pesar de los tormentos. Quiere ella mantener la consigna de no
hablar pero al fin, vencida, no pudiendo resistir a tan grande martirio, loca
de dolor, revela el lugar donde está oculto Angelotti, poniendo fin a la
tortura. Sostenido por los soldados entra Mario todo ensangrentado; al oír las
órdenes de Scarpia comprende todo y rechaza a Tosca, que lo abraza, pero al
anuncio de la victoria de Napoleón en Marengo, animado de entusiasmo
patriótico, irguiéndose, amenaza a Scarpia de la pronta reivindicación social,
maldiciéndolo. Este, irritado, lo manda al patíbulo, haciendo detener a la
fuerza a Tosca, que quería seguirlo, y se dispone a continuar la cena. Tosca implora
la salvación de Mario, a la cual accede a condición de poseerla. A tan
indigna propuesta, Tosca se rebela, pero haciéndole notar los redobles del
tambor que Mario va al patíbulo. Spoletta entra para dar cuenta de que
Angelotti, al verse descubierto, se ha suicidado y pide órdenes respecto de
Cavaradossi. El momento es supremo y Scarpia lo aprovecha para sacar a Tosca su
consentimiento, que ella pronuncia cubriéndose el rostro por la vergüenza. Para
no comprometerse, Scarpia ordena a Spoletta una fusilación simulada para Mario,
pero en realidad por un juego de palabras lo manda ejecutar. Extiende un
salvoconducto para Tosca y la persona que lo acompaña y cuando va a
entregárselo e intenta abrazarla, ésta de repente, con un cuchillo con el cual
se había armado, lo mata. Muerto Scarpia, le arranca el salvoconducto y
colocando dos candeleros al lado del cadáver y un crucifijo en el pecho, huye precipitadamente.
ACTO III
ACTO III
Sobre la plataforma del castillo Sant' Angelo.
Es de madrugada. Roma todavía está sumida en el
sueño; a lo lejos se dibuja entre los albores del día la cúpula de San Pedro y
el Vaticano. La aurora empieza a colorear el horizonte. El canto de los
pastores, el gorjeo de los pájaros y los toques de las campanas que llenan el
aire anuncian el nuevo día. Cavaradossi, próximo a ser ejecutado, se dispone a
escribir a Tosca, pero el recuerdo de su pasión y la visión de su amada le
invaden el alma y abandonando la pluma llora amargamente. Así lo encuentra
Tosca, que en breves palabras lo pone al corriente de la simulada ejecución y
de la muerte de Scarpia, y animándolo con la visión de un futuro feliz lo
instruye para desempeñar la ficción de su muerte. Llegan los soldados, se
aprestan para la ejecución, y a la señal de fuego suena la descarga y Mario cae
exánime. Acude Tosca para apurarlo a salir, pero a la vista de la sangre
comprende el engaño de Scarpia, llora de dolor y al verse perseguida por los
soldados, que han descubierto la muerte de Scarpia, salta el parapeto del
castillo y precipitándose pone fin a su vida desgraciada.
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