ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (303)
Les voy a comentar que tuvimos un
problema con el hotel, un despiste de fechas, y que cuando llegamos no teníamos
habitación. En otras circunstancias seguramente me hubieran dicho que lo
sentían mucho y que me las apañara como pudiera. Pero las circunstancias eran
otras: el dueño del hotel era holandés. Herman, que es su nombre, se desvivió
literalmente por encontrarnos otro alojamiento, y le costó mucho porque
Trujillo estaba a reventar de turistas, pero nos consiguió una habitación.
Unas horas después lo encontramos en
la Plaza Mayor y le invitamos a tomar una cerveza. Y empezamos a hablar, o más
bien a escuchar su historia.
Herman se enamoró en Amsterdam de una
brasileña que estudiaba en la Universidad Lengua y Literatura Castellana. En un
momento determinado su pareja solicitó una beca para venir a España,
concretamente pidió Sevilla, pero le concedieron Cádiz. Un poco decepcionados
llegaron a este rincón del sur que les cambió la vida. Volvieron a Amsterdam
pero ya no podían olvidar la luz de Cádiz ni sus gentes. Unos años después
consiguieron el dinero suficiente para embarcarse en la aventura de su vida: un
hotel con encanto.
Empezaron a buscar una casa en El
Puerto, y la encontraron en la calle Larga. Tenían el entusiasmo de la gente
joven con ganas de labrarse un futuro, y una idea clara. Y se encontraron con
personas que intentaron engañarles. Después de esa experiencia tan negativa
decidieron buscar otra ciudad donde hacer realidad su sueño.
Por casualidad llegaron a Trujillo.
Les enamoró el encanto de una ciudad mágica y allí compraron una casa, la
rehabilitaron y ahora regentan un pequeño hotel de seis habitaciones con unas
magníficas instalaciones, decorado con un gusto exquisito y con un trato excepcional.
Herman viene de vez en cuando por
Cádiz porque aunque su vida ya está en Trujillo, sigue sintiéndose un poco
gaditano, y nos habla de su casa y sus amigos, de los bares que frecuentaba y
de los giros coloquiales que tanto le costó entender.
Yo me sentí un poco avergonzada. Y
sigo pensando qué hemos hecho tan mal para que cada día que pasa esta ciudad se
deteriore más y dejemos pasar oportunidades como la de tener entre nosotros a
un emprendedor joven, listo, educado y encantador que se tuvo que ir a
Extremadura porque le intentaron estafar en El Puerto.
Por cierto, el hotel se llama el
Baciyelmo, un término que aparece en el Quijote, imagínense el nivel cultural
de esta joven pareja.
Carmen Cebrián
Académica de Santa Cecilia
Lo que cuentas, Carmen, es para desgarrarse la túnica de la vergüenza, pero la culpabilidad de los hechos, como siempre, no es de nadie. Ni Diógenes con su linterna sería capaz de alumbrar responsabilidades.
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