EL MUNDO DE LA MÚSICA. CAPÍTULO V

Compositores del Renacimiento
En el siglo XIV, compositores como Guillaume de Machaut,  en el periodo conocido como <<Ars Nova>>, empezaron a innovar con la melodía y el ritmo, abriendo el camino que condujo al Renacimiento. A partir de mediados del siglo XVI, el lenguaje polifónico franco-flamenco continuó siendo el paradigma de la música sacra, ámbito que se consideraba la más alta manifestación de la expresión musical.
En Venecia, el compositor flamenco Adrian Villaert (1490-1562), maestro de capilla de San Marcos, propició el desarrollo de la música coral, así como la puramente instrumental. También estudió la sonoridad en sí misma como medio de expresión musical, más allá del rigor intelectual del contrapunto.
Orlando di Lasso, Giovanni Palestrina  y el español Tomás Luis de Victoria, los tres de la segunda mitad del siglo XVI, representan la perfección del lenguaje del contrapunto renacentista. En el siglo XVIII, compositores como J. S. Bach seguían aprendiendo e imitando este estilo.
Loa franceses: Guillaume de Machaut y Josquin Desprez.
Los ingleses: John Taverner, Thomas Tallis, William Byrd y John Bull.
Los italianos: Orlando di Lasso, Giovanni Palestrina; y
El español: Tomás Luis de Victoria 
Josquin Desprez (1450?-1521?)
            Pese a ser uno de los compositores más venerados del Renacimiento, es muy poco lo que se conoce de su vida. Nació en alguna región del norte de Francia, probablemente en la de Picardía, en Beaurevoir, y murió en Condé-sur-Escaut, pero no cabe duda de que Josquin ejerció gran influencia en la historia de la música occidental, porque cambió la forma de considerar las relaciones melódicas y texturales entre las voces de una composición. En concreto, a él se le atribuye haber establecido el principio de imitación entre las voces como norma de composición. Josquin estructura sus obras como una sucesión de frases musicales superpuestas, cada una de ellas construidas sobre un motivo que se hace circular de forma imitativa entre todas las voces. A esta técnica, los especialistas en música antigua, la denominaron <<Imitación penetrante>>, permite más libertades que los estrictos cánones de Ockeghem. Un ejemplo de ella se encuentra en el motete Ave María virgo serena.
            Josquin Desprez es autor del Miserere mei, Deus, una de las composiciones más sobrecogedoras de la época. Basada en el salmo 50º, se trata de un bello motete de comienzo del siglo XVI, que se sitúa en la tradición de los motetes basados en salmos. El compositor introduce un motivo – idea musical – quejumbroso, basado en la palabra Miserere, al comienzo de la obra, y lo repite a intervalos regulares, en la voz de tenor, un total de veintiuna veces a lo largo de la obra, lo que ayuda a resaltar cada versículo del salmo.
            Heinrich Glarean, autor de un tratado de música, datado en 1547, titulado Dodecachordon, lo ilustró con abundantes ejemplos musicales tomados de Josquin y lo elogió de esta manera: << Su genio era tan versátil en todos los aspectos, estaba tan dotado de perspicacia natural y poder mental, que no había nada en el campo de la música que no pudiera hacer>>.
            Las obras sacras y profanas de Josquin se transcribieron para laúd durante el siglo 
XVI.
         

Giovanni Palestrina (1525-1594)
            Nacido Giovanni Pierluigi, añadió a su nombre propio el de su ciudad natal Palestrina, según la costumbre de la época. De pequeño fue niño de coro en la iglesia Santa Maria la Mayor de Roma,  en 1544 lo nombraron maestro de coro y organista en la iglesia Mayor de Palestrina, y en 1555 entró, como miembro del coro del Papa, en la Capilla Sixtina.
            Palestrina fue un destacado compositor de este período que adaptó su estilo musical a las reformas tridentinas. Las primeras obras de Palestrina contienen huellas indudables de haber sido escritas bajo la influencia de la polifonía holandesa, eran completamente imitativas pero, poco a poco, fue surgiendo en él el compositor con esa forma de expresión original que, con frecuencia, se le ha llamado <<Estilo Palestrina>>.
El estilo armónico de Palestrina se caracteriza por una línea melódica elegante, el empleo frecuente de terceras y el intercambio de la tónica y dominante, que hace su tono extraordinariamente claro, acentuado por el cuidadoso y original manejo de la disonancia, empleada en las secuencias descendentes, sólo para las voces que tienen sílabas acentuadas. En las secuencias ascendentes no existe disonancia alguna. El ritmo de su estilo surge del deseo de construir una síntesis  de los elementos verticales y de los horizontales. No es ésta la menor de las razones por las que sus composiciones son tan difíciles de cantar. Sus principales características estriban en que la importancia de la palabra no queda ensombrecida por la música, como ocurría anteriormente. Existe en ellas un notable equilibrio entre las líneas horizontales de la melodía y las verticales de la armonía.
El mismo escribió: << la música ejerce una enorme influencia sobre el pensamiento de la humanidad, y está destinada no sólo a alegrarla, sino a guiarla y contenerla>>
Su estilo se puede apreciar en su Missa papae Marcelli y en motetes como Dum complerentur y Nigra sum.
A Palestrina se le ha llamado <<el salvador de la música>>, por su capacidad para conciliar la sofisticación de la polifonía con las exigencias del Concilio de Trento.
Su obra, que sirvió de modelo directo para nuevas obras sacras que se escuchaban en las celebraciones litúrgicas hasta los siglos XVII y XVIII, se ha  estudiado con profundidad  y, hasta hoy, ha servido de modelo pedagógico a los estudiantes de la música renacentista.



Tomás Luis de Victoria (1548-1611)
            Tomás Luis de Victoria nació en Ávila, estudió en el Colegio Jesuita Germánico de Roma, donde se le admitió como cantor de su capilla,  luego fue nombrado maestro del coro de niños y, posteriormente, maestro de capilla. Regresó a España a mediados de la década de 1580, y fue nombrado capellán de la emperatriz María de Austria, hermana del rey Felipe II.
            Victoria fue el compositor español más grande del siglo XVI, sus obras pertenecen al mejor patrimonio musical de todos los tiempos. Son la plena expresión del arte español, que se mueve entre el ascetismo y el ardor sensual; el fervor y el temor, el abandono y la profunda fe del pensamiento cristiano. Nunca sintió especial interés por la música profana, todas las obras que de él se conservan las compuso para fines religiosos.
            En su estilo, la independencia de las voces no es –como para los flamencos- algo ajeno al efecto del conjunto, sino que está concebida, como la de Palestrina, en vista de una armonía. Fecundo, inspirador y dominador de la técnica, compuso numerosas obras: misas, salmos, magníficats, himnos, etc. Pero su principal obra fue el <<Officium defunctorum>>  (Oficio de difuntos), una serie de oraciones  para el servicio de réquiem, que compuso con motivo de la muerte de la emperatriz María. Se basa en varios cantus firmus, asociados al réquiem, tratados de forma polifónica. Además de éstos, contiene un motete, una oración de absolución - <<libera me>> - y una lección del libro de Job.  El equilibrio de todas las piezas  es magnífico, con momentos de gran intensidad como la música para el texto <<Versa est in luctum>> del libro de Job.
            En 1600 publicó un libro con doscientas misas, magníficats y motetes. Son dignos de resaltar por su hermosura, los motetes: <<Jesús dulci memoria, O vos omnes, Tenebrae factae sunt, O sacrum convivium, O quam gloriusum,  Vere languores nostros>>, así como las Misas, en las que Victoria alcanza la más alta y más bella expresión de fervor. El motete <<O magnum mysterium>>, compuesto para la fiesta de la circuncisión del 1 de enero, es, con razón, una de las piezas más estimadas por el compositor. El motete explota una gran diversidad de texturas, como partes imitativas entre las voces que se alternan con pasajes homofónicos, contrastes entre frases musicales, largas y cortas, que a menudo se superponen, y combinaciones variadas de los registros vocales. Este motete lo tomó como base para su <<Missa O magnum mysterium>>, que conserva muchas de las cualidades del motete, como la tendencia a la homofonía durante los pasajes cortos.
Academia Santa Cecilia 


NOTA:
Una de las características más importantes del Renacimiento fue el resurgir de la música instrumental que hasta entonces había estado marginada. En esta época desaparecieron  algunos de los instrumentos del periodo gótico y pervivieron, sobre todo, aquellos que mejor se adaptaban a la polifonía, lo que facilitó la consagración de la música como acompañamiento de sus composiciones.
Durante estos dos siglos, el auge alcanzado por la música profana fue otra de las innovaciones de la época. La música pasó a ser un arte no sólo cultivado por clérigos, como en la Edad Media, y las canciones de corte popular y sobre todo el madrigal fueron piezas por las que se sintieron atraídos casi todos los compositores.

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