EL MUNDO DE LA MÚSICA. CAPÍTULO -XI. Compositores del Romanticismo (2)
Fanny y Félix Mendelssohn (1805-1847) / (1809-1847)
<<La música siempre será un
complemento, jamás un fundamento de tu existencia y de tu vida>>.
Aunque su padre
siempre había alentado su prodigioso talento musical en su niñez, al igual que
el de su hermano Félix, alcanzada la adolescencia Fanny debía aceptar su
verdadero rol en la vida: el de ama de casa, mientras que su hermano podía
continuar su carrera musical. Esa era la actitud normal en su época. De hecho,
Fanny Mendelssohn podía considerarse afortunada, pues al menos a ella le
reconocían su capacidad.
En 1811, la
familia se trasladó de Hamburgo a Berlín, donde los dos hermanos recibieron la
mejor educación posible. Fanny, a muy temprana edad, era una pianista de
excepcional talento y empezó a componer muy pronto. A los trece años memorizó
todos los preludios del primer libro del Clave
bien temperado de Bach, una hazaña
asombrosa para darle una sorpresa a su padre.
Su hermano Félix,
que la adoraba, respetaba sus gustos musicales y acudía a ella en busca de consejo
sobre la composición. En 1828, Félix, con el propósito de ayudar a su hermana a
evolucionar como compositora, sin contravenir las costumbres sociales, publicó
con su nombre algunas canciones – lieder
- de Fanny, entre ellos “Italien”
que se convirtió en una de las favoritas de la reina Victoria.
Aunque algunas piezas de Fanny se publicaron
durante su vida y después de su fallecimiento, su obra permaneció en la sombra
hasta la década de 1980. Entre ellas sobresalen los lieder: compuso más de trescientos, y se caracterizan por el manejo
muy audaz del piano, porque reflejan el dominio del instrumento y son más
románticos que los de su hermano Félix. Otra obra reseñable es la colección de
piezas cortas para piano llamada Das Jahr (El año), que describe los meses del año y se le considera una
especie de segundo diario.
Fanny amó la
música toda su vida. Cuando era niña, su madre instituyó unas reuniones
musicales dominicales “Sonntagsmusik”,
en las que los dos hermanos interpretaban sus propias obras, y las de otros
compositores, con músicos profesionales y aficionados. En 1831, Fanny recuperó
esa tradición asumiendo los roles de directora y arreglista. Murió a los
cuarenta y dos años mientras estudiaba una cantata de Félix para una de
aquellas reuniones.
Félix Mendelssohn
Hermano menor de Fanny e igual de talentoso que ella, su afinidad por el arte los unió toda su vida. Su precocidad no sólo se hizo evidente en su forma de tocar el piano, sino en el dibujo, la pintura y los idiomas - aprendió inglés, italiano y latín -. Félix empezó a componer a los trece años, y a los dieciséis, que ya era un prodigioso pianista, compuso su Octeto para cuerdas que eclipsaba incluso las obras tempranas de Mozart. En 1825 le siguió otra obra digna de un genio, la obertura del <<Sueño de una noche de verano>>.
En 1829 Félix y su amigo Eduard Devrient persuadieron al director de la Singakademie de Berlin, una sociedad coral cuyo objetivo era la recuperación del repertorio del siglo XVIII, para que les permitiera la interpretación de una obra que desde niño le fascinaba: La Pasión según san Mateo, de J. S. Bach. El propio Mendelssohn trato de continuar la tradición de Bach interpretando sus oratorios. Los dos conciertos que dirigió a los veinte años, causaron sensación.
Poco después
viajó a Inglaterra, y en su primera visita a Escocia compuso la Sinfonía nº3 “Escocesa” y se inspiró para escribir la obertura de Las Hébridas, con las que se ganó la
admiración de la reina Victoria y de su esposo el príncipe Alberto. Allí, la
Sociedad Filarmónica fue la primera entidad oficial que le rindió honores de
compositor y le concedió el nombramiento de socio honorario. Desde entonces fue
uno de los compositores más apreciados en Inglaterra, hasta el punto de ser
considerado inglés.
En
1831, Mendelssohn volvió a Alemania e inició su carrera musical con el apoyo de
su padre. En 1833 fue el encargado de dirigir toda la vida musical de
Düsseldorf, y en 1835 se hizo cargo de la dirección de los conciertos de la
Gewandhaus de Leipzig, organizó la mejor orquesta de Europa y puso los
cimientos del mundialmente famoso conservatorio de Leipzig. Durante los once
años que dirigió la actividad musical de la ciudad, Leipzig llegó a ser el
centro musical de Europa. Las obras más importantes de esta primera etapa
fueron: Concierto para piano en Sol
menor, Op.25, y el primer volumen de las Romanzas sin palabras, breves piezas
para piano, de carácter íntimo, que se han convertido en pilares de la
literatura pianística.
La
música de Mendelssohn disfrutó de notable popularidad durante la vida del autor
y, tal vez, por lo accesibles que son sus obras, se le ha considerado una
brillante reliquia del periodo clásico, una especie de Mozart, con quien
siempre se le comparaba, para gente sencilla. Roland-Manuel dijo de él:
<<Es verdaderamente profundo y lúcido de
la misma manera que Mozart >>.
Sin embargo era
un verdadero romántico a su manera. Su deseo fue siempre el de expresar sus
sentimientos y percepciones; de hecho creía firmemente en la capacidad de la
música para comunicar lo que ninguna palabra podría decir: lo inexpresable. De
no ser así, <<yo, pensándolo bien,
dejaría de escribir música>>. Mendelssohn nunca tuvo dificultad para
dar una forma clara a su expresión musical. Sus contemporáneos luchaban
desesperadamente con la forma, él había nacido con ella. Había sido educado en
el respeto a la forma clásica, y su creación, pese a la elegancia de sus
modales aristocráticos, siempre era espontánea. En medio del caos del
movimiento romántico, Mendelssohn insistía en su derecho a ser elegante, lo
cual no le impedía ser maravillosamente sensible.
Mendelssohn
utilizó casi todas las formas musicales, y la maestría de su toque y su buen
gusto evitaron que nada de cuanto escribió resultara mediocre. Su Concierto para violín en Mi menor Op.64,
es una de las pocas obras inmortales de este género. Las Romanzas sin palabras Op.62: “Brisas
de mayo” y “Canción de primavera”,
podían haberse llamado “dorados poemas”
pues son obras de un poeta-orfebre delicado y minucioso, sincero y sensitivo.
Él
afirmaba que:
<<La música genuina llena el alma con miles de
cosas mejores que las palabras>>.
Curt Sachs
describe así su música:
<<Su
música no puede decir nada sobre pasión, lucha o desesperación. Posee una
serenidad clásicamente aristocrática y la refinada forma de expresión y
cultivados modales de un hombre de mundo. Sus obras brotan de un corazón
amante, no de un corazón sangrante. No son gigantescas ni violentas, sino
claras, puras y felices>>.
Descubre su música:
§ Athalie, Op.74
§ Sinfonía nº3
“ Escocesa”, en La
menor, Op.56
§ Obertura “La
gruta de Fingal (Hébridas) Op.26
§ Capricho
brillante, en Si menor, Op.22
§ Rondó
brillante, en Mi
bemol mayor, Op.29
§ Octeto de
cuerda, en Mi
bemol, Op.20
§ Romanzas sin
palabras para piano Op.62 / 67
Las obras en color pueden escucharlas pulsando en ellas.
Las obras en color pueden escucharlas pulsando en ellas.
Héctor Berlioz (1803-1869)
Berlioz,
nacido en la pequeña ciudad de La Côte-Saint André, describió así su nacimiento:<<No vino anunciado por ninguno de los
signos que, en las edades poéticas, precedían al nacimiento de los personajes
notables>>.
Tuvo una infancia
feliz en la que aprendió a tocar la flauta y la guitarra, y se empapó de
literatura francesa y latina. A los diecinueve años, su padre le envió a París
a estudiar medicina, pero su primer contacto con la disección anatómica le
produjo tal horror que decidió no ser médico de ninguna manera. En cambio,
noche tras noche, acudía a la ópera. Tanta impresión le causó la Ifigenia en Tauride, de Gluck, que de
tanto leer la partitura se la aprendió de memoria.
Antes de entrar
en el Conservatorio de París, en 1825, como discípulo de Lesueur, Berlioz
ya había sido un tenaz estudioso de la música. Ese mismo año tuvo la
suerte de tocar su primera gran obra: una Misa
en la iglesia de La Roché, con tal éxito que su maestro le dijo
proféticamente: <<Usted no será
nunca ni médico ni químico, sino un gran compositor, porque es usted un genio.
¡Esta es la verdad!>>.
Estudió armonía y
sus frecuentes visitas a la Ópera de París lo llevaron a desarrollar un gusto musical
muy específico: elogiaba a los compositores franceses y alemanes, y aborrecía a
los italianos. Pronto fue conocido como compositor pero su música poca gente la
comprendía y tuvo muchos detractores, entre ellos los italianos Rossini y
Cherubini. En 1830 compuso su primera obra maestra: la Sinfonía fantástica, apasionada obra que se la inspiró la actriz
irlandesa Harriet Smithson con quien tres años más tarde se casó. En 1834
escribió su sinfonía para viola solista, Harold
en Italia, inspirada en un poema de Lord Byron. Poco después, en 1836, el
gobierno francés le encargó un réquiem: Gran
Misa de los muertos, alternando su composición con la de su primera ópera: Benvenuto Cellini. El año 1839 compuso la sinfonía coral Romeo y Julieta, y en 1846 estrenó la Maldición de Fausto, una cantata basada en el Fausto de Goethe que no tuvo una calurosa acogida a pesar de la
inserción de su magnífica versión de la Marcha
Rákóczy. A pesar de todo, en la última década de su carrera, compuso varias
obras trascendentales como: el Te Deum
(1849), la trilogía coral La infancia de
Cristo (1854), y la gran ópera Los Troyanos, basada en la Eneida de
Virgilio.
Además de sus
obras musicales, Berlioz publicó sus memorias y un Tratado de orquestación, uno de los mejores libros de texto sobre
la orquesta.
Si
ser un músico romántico significa unir estrechamente su obra a la propia vida,
y tratar de expresar con ella algo más que la belleza musical, no hay duda de
que el joven Berlioz lo fue hasta la médula. Todo lo que tocaba parecía
inflamarse súbitamente. Su único deseo era airear sus pasiones.
Academia de Santa Cecilia
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