De lo que el viento no se lleva
Son estas fechas muy proclives para recordar
a todos esos portuenses ─ya de corazón, ya de nacimiento─ que se hallan en
obligada diáspora. Silvia Fernández Mulero es una portuense de adopción. Lcda. en
Medicina por la Universidad de Barcelona, doctora por la Univ. Auto. de Madrid
y ejerciendo en un lugar, tan lejano y exótico, como Abu Dhabi en los Emiratos
Árabes Unidos. Ella sueña y sueña, sueña al calor de aquellas arenas con
inviernos olvidados, sueña con pasear al frío por la calle Larga y la calle
Luna, sueña con ver Cádiz desde la playa…
Lo
realmente difícil, y realmente asombroso,
es dejar de intentar ser perfecto
y empezar la tarea de convertirte en ti mismo.
Anna Quindlen
es dejar de intentar ser perfecto
y empezar la tarea de convertirte en ti mismo.
Anna Quindlen
Sólo se
volverá clara tu visión cuando puedas mirar en tu propio corazón,
porque quien mira hacia afuera, duerme
y quien mira hacia dentro, despierta.
Carl Jung
porque quien mira hacia afuera, duerme
y quien mira hacia dentro, despierta.
Carl Jung
De lo que el viento no se lleva
El viento del tiempo se lleva muchas cosas. Se lleva personas,
se lleva emociones, se lleva recuerdos… a veces hasta parece que se lleva parte
de nuestro concepto de nosotros mismos, nuestra autoimagen.
Pero siempre
queda un núcleo de lo que verdaderamente somos, al que podemos y necesitamos
volver. Esto último se nos olvida con frecuencia. Y tenemos que recordarnos que
estamos ahí. Que somos nosotros los protagonistas de nuestra vida.
Somos la
concepción, la planificación y la ejecución de nuestras ideas. Por eso hay que
ser cuidadosos con nuestros pensamientos. Debemos darnos tiempo para pensar en
lo que nos es vital, apartándonos conscientemente de los problemas cotidianos
que nos impiden llegar a lo esencial. Sucintamente, evitemos que el árbol no
nos deje ver el bosque.
Personalmente
no tengo demasiada paciencia para la meditación. Pero sí me ayuda referenciarme
a momentos pasados más felices. No de una manera nostálgica, sino para observar
mi vida de entonces y analizar cuáles eran los elementos de mi felicidad. Y
siempre encuentro el mismo elemento común. Eliminar lo que sobra. Hacer que mi
vida sea lo que yo quiero que sea. Olvidarme de la lista de tareas. No
cronificar una situación de falta de control o al menos dejar de hacer cosas
con las que no estoy de acuerdo. Porque esos pequeños actos a “contracor”
pesan. A esos, leñe, no se los lleva el viento, no.
Silvia Fernández Mulero
Bonita reflexión que me viene muy bien en estos momentos, gracias doctora.
ResponderEliminarEsperamos más escritos suyos desde ese oriente remoto de Abu Dhabi, remoto y tan moderno.