EL GENTILICIO DE LOS CIUDADANOS DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA (3 de 8)
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En
el Diccionario de Autoridades (1726-1739) no se definen los gentilicios, aunque
el que fuera gran lexicógrafo y escritor español Sebastián de Covarrubias, en
su monumental diccionario de la lengua castellana publicado en 1611 en el
periodo comprendido entre el diccionario español-latín de Nebrija y el
Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, incluyó el gentilicio
de los naturales de Burgos, denominándolos burgaleses y
burgueños.
Lo
expuesto es suficiente para servir de introducción al tema fundamental que nos
trae, el del gentilicio de los habitantes de El Puerto de Santa María; pero
antes de pasar a él, voy hacer referencia a algunas afirmaciones de las
personalidades tan doctas en la materia que con anterioridad he citado. Afirman:
1º)
Que entre el español de América y el peninsular se aprecian ciertas
divergencias en los gentilicios de base homónima. En ellos ha existido algo
parecido a lo que suele llamarse cantes “de ida y vuelta”, de ir y algo después
regresar. En la segunda mitad del siglo XIX, emigrantes de los puertos marítimos
y montañosos españoles marcharon a ciudades costeras del conocido como Nuevo
Mundo, llevando su gentilicio de nacimiento que compartieron con los
compatriotas que allí ya se hallaban y con los nativos.
Estos,
los naturales de aquellas tierras, a su vez, en una contaminación lingüística y
cultural, se lo trasmitieron a los suyos, pasando a ser un gentilicio puramente
castellano como uno americano. Años más tarde, al regresar a las tierras de sus
orígenes,arrastraron consigo el gentilicio que solían usar en aquellas tierras
marítimas,el que habían adoptado de porteños de los puertos de Cuba, Colombia,
Argentina, Chile, y de otros lugares.
2º) Bien es verdad que la suerte de los gentilicios, debido aun encadenamiento de
sucesos fortuitos o casuales, puede cambiar bruscamente por la inclinación de algunos lugareños
a inventar otras deformaciones diferentes, basándose en aspectos lúdicos,
renovadores, de realce, o en un sentido erróneo, tomando como base de partida una
antigüedad inexistente, que como veremos no es nuestro caso.
3º) Estas
circunstancias hacen que sea normal que para un mismo topónimo existan varios
gentilicios que hayan tomado sufijos diferentes. Por ello, si un topónimo tiene
dos, tres o más gentilicios, la tendencia general es que uno de ellos, sea el
popular, el de uso común, el reconocido en general, el adaptado por la mayoría
de los vecinos, y que los demás sean utilizados por una minoría, o grupo de
personas que lo han importado de otra zona de características parecidas, bien
geográficas, o bien fonéticas.
4º)
Debemos también prestar una especial atención a no confundir gentilicios con
apodos colectivos, utilizados por un reducido colectivo dentro de una comunidad.
Don Gregorio Salvador Caja, filólogo, lexicógrafo, escritor y miembro de la
Real Academia Española, a instancias del también escritor nicaragüense Carlos
Alemán Ocampo, definió a los primeros como “aquellos
que designan características geográficas, étnicas, políticas y religiosas”,
y los segundos, los apodos, de acuerdo con la Gramática Descriptiva, como “nombres que indican una nota particular de
un individuo, o grupos de individuos que pueden ser más o menos numerosos”. Estos
no tienen el aspecto morfológico requerido para que gramaticalmente conformen
las reglas establecidas y se integren como un gentilicio.
Los
naturales de la bella ciudad de Oporto, en Portugal, de los que hablaremos más
adelante, tienen por gentilicio el de portuenses,
no obstante tienen el apodo de tripeiros
ya que durante la conquista de Ceuta en 1415 los habitantes de la ciudad enviaban
para las fuerzas expedicionarias la mejor carne, quedándose ellos solamente con
la tripas, por cierto que éstas han dado origen al plato más renombrado de su
gastronomía.
5º)
En aquellas ciudades, o núcleos de pobladores, donde hubo el nombre latino, ese
nombre ha permanecido como gentilicio y frente a éste, otro popular raramente
se ha instaurado por otras minorías.
6º)
De todos los sufijos que recoge el diccionario de Julio Casares, solamente tres
de ellos, los terminados en ENSE, EÑO, AÑO, ocupan casi el 60 %, y el primero,
ENSE, la cuarta parte de todos.No es de extrañar, pues España es medio marítima
y medio montañosa, y sus pueblos y ciudades están ubicados en puertos, ya
marítimos, ya de montaña.
7º)
Por último, para finalizar estas anotaciones, fundamentalmente en base a los
estudios de la profesora García Gallarín, cuando el gentilicio acaba en EN, o ENSE,
caso de portuense, es el gentilicio usual, y lo normal es que sea el único para
este topónimo. Volviendo a Casares, de los 138 topónimos que tienen algún
gentilicio que acaba en ENSE, 119 sólo cuentan con ese único gentilicio. Por
cierto que su acreditada obra se publicó en 1942, y a partir de entonces se han
realizado repetidas reediciones por sus herederos, quienes en una de ellas incorporaron
el diccionario de gentilicios, agregando el de despectivos y apodos.
Academia de Santa Cecilia
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