Artemisia Gentileschi (1593 - 1654)
La obra de esta pintora barroca fue el
reflejo de una vida marcada por un dramático episodio. Violada por su propio
preceptor y sometida a tortura para defender su dignidad y honor, Artemisia
consiguió convertirse en una de las artistas más importantes de su época y en
un referente de la pintura caravaggista. A través de sus cuadros, Artemisia no
sólo mostró su propia belleza sino que plasmó la angustia, el odio y el dolor
de su propia vida. Y a pesar de que fue olvidada por un tiempo por su
condición de mujer, su obra perduró para siempre.
«El hecho de que abusaran
sexualmente de Artemisia marcó su vida y su carrera», opina Nicola Spinosa. «A
partir de entonces, la artista quiso demostrar que ella no era inferior a
ningún hombre y que estaba a su mismo nivel». Según Spinosa, eso explicaría que
Artemisia fuera la primera mujer de su tiempo que se dedicó al arte del pincel
y no tuvo reparos en relacionarse con sus coetáneos varones, en vez encerrarse
entre cuatro paredes como hicieron otras pintoras. «Por ejemplo, Lavinia
Fontana también fue una gran artista, pero permaneció aislada, en su casa»,
dice Spinosa.
Artemisia Lomi Gentileschi, nacida
el 8 de julio de 1593, fue una de las mejores discípulas de su propio
padre. El pintor toscano Orazio Gentileschi seguía los dictados del gran
Caravaggio de cuya escuela romana fue uno de sus más importantes
representantes. Junto con sus hermanos, Artemisia empezó muy joven a aprender
las técnicas pictóricas de las que hacía gala su propio padre. Pero a pesar de
ser mucho mejor que sus hermanos, su condición femenina le impidió ingresar en
ninguna de las academias de Bellas Artes romanas. Orazio, consciente del
talento de su hija, decidió que ésta continuara su formación en privado. Fue
por eso por lo que le asignó un preceptor, el que sería el origen de su más
horrible desgracia.
Al final, Artemisia consiguió convertirse
en una pintora de éxito al servicio de personajes tan importantes en la época
como Cosme II de Médici. Roma, Florencia, Venecia, Inglaterra y Nápoles se
convirtieron en el hogar de esta mujer luchadora que consiguió vivir de su
arte. Desde que a los diecisiete años firmara su primera pintura, Artemisa
consiguió ganarse una gran reputación como artista raramente reservada a las
mujeres.
Artemisa nos legó cuadros religiosos,
históricos, retratos, que actualmente se pueden contemplar en grandes
pinacotecas del mundo y lugares emblemáticos como el Palazzo Pitti o los Ufizzi
en Florencia, El Prado o El Escorial en Madrid y así una larga lista de museos,
galerías de arte, palacios o iglesias que acogen las 34 obras que de Artemisa
se han conservado.
Artemisia Gentileschi ganó tanto dinero con
sus espléndidos cuadros que pudo casar a sus hijas con nobles españoles, previo
pago de enormes dotes.
Sirva esta entra entrada para reivindicar a aquellas mujeres que
fueron reales, pintaron, esculpieron. Y triunfaron. La gran pregunta es por qué
no aparecen en los libros de historia del arte. Y por qué no vemos sus obras en
los museos. La respuesta la tienen los hombres que, mayoritariamente, han ejercido
como historiadores, críticos y conservadores. Es evidente que el número de
pintoras fue mucho menor que el de los hombres, pero su lucha fue mucho más
intensa y probablemente su autoestima infinitamente más débil.
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