CANTE FLAMENCO Capítulo VII y (2)
Al hablar de soleá de Jerez hay que
referirse obligatoriamente a la única soleá, muy gitana y personal, que creó
Antonio Vargas, popularmente conocido por “Curro Frijones”
que, desde luego, es inconfundible. Es un cante corto, susceptible
de ser interpretado de muchas maneras. Unas veces marcaba largas pausas entre
tercio y tercio, mientras que otras los ligaba de modo muy peculiar, pero la
esencia de su soleá siempre fue la misma. Pastora Pavón y Aurelio Sellés,
coinciden en que la versatilidad fue la principal característica del cantaor
jerezano.
Tomás Pavón adaptó a su manera la soleá de “Frijones”, dotándola de una grandeza que, en el estilo de su
creador, no tenía.
Soleares de Jerez: https://www.youtube.com
o
Soleá de
Córdoba:
Según el cordobés
Ricardo Molina, Córdoba cantó por soleares desde mediados del siglo XIX, y
divide en dos etapas la historia del cante por soleá:
En la primera (1860-1900) fue tributaria de la
Serneta y de Enrique “el Mellizo”. En
la segunda (1900-1960) de Triana.
A
principios del siglo XX, la soleá, al aclimatarse a Córdoba, se hizo más
pausada y larga; perdió la técnica del ligado y con él su tensión. De este modo
adquirió un tono de cante recitado que, a menudo, fue la expresión de
sentencias morales más que efusión patética o apasionada.
Soleares de Córdoba: https://www.youtube.com
o
Polos y
Cañas:
El
“Polo” está considerado por la mayoría de los estudiosos del flamenco
como el cante flamenco más antiguo, después de la “Toná” que conocemos.
Don
José Cadalso “Dalmiro”, en sus “Cartas Marruecas”, menciona la
existencia de un canto popular al que denominaban “Polo”.
Hay quien afirma
que su creador fue Tobalo, cantaor de
Ronda (s.XVIII). No se ha encontrado documento alguno que lo testifique, pero
lo que si se da por seguro es que, como otros muchos, este cante deriva de la toná primitiva o de un baile que ya
existiera con ritmo de soleá. (Ver soleá apolá. Pág.24)
Otros cantaores
míticos como “El Fillo”, “El Nitri”,
“Curro Durse” y “El Planeta”, a quien le llamaron el “rey de los polos”, cultivaron este cante.
Hay quien habla
de dos tipos de Polos: uno de ellos
el“Polo natural”, que une en un solo cante al polo y a la caña, creado por “Curro Durse”, quien primero cantaba la caña y la remataba con un polo como si de un “macho” se tratara. El otro Polo, el no natural, llamado estilo “Tobalo”, anterior al natural de Curro
Durse, fue seguido por los cantaores de voz “afillada”-
grave y rota – y, a diferencia de aquél, lo remataban con una soleá.
o
Cañas:
Son muchas las
teorías y debates sobre el origen y denominación de la Caña, un cante que, según García Matos, tal vez proceda de otro
anterior, no flamenco, recogido en las “Tradiciones
Populares Andaluzas” de Isidoro Hernández, en cuyo estribillo se citaba: Caña dulce, de mi dulce caña… Arcadio
Larrea hace proceder su origen musical de una canción culta. Serafín Estébanez
Calderón, en sus “Escenas Andaluzas”,
recoge la descripción que el hispanista Richard Ford hace en “Cosas de España” (1830), de la “Caña”:
<<En los intermedios lúcidos
entre el baile y el anisado, la “caña”, que es la verdadera “gaunnia” –canción
árabe-, se administra como algún calmante por algún hirsuto artista, sin
faralaes, botonaduras, diamantes o guantes de cabritilla, cuyas coplas, tristes
y melancólicas, siempre empiezan y terminan con un ¡Ay!, un suspiro o un grito
en tono muy elevado. Estas melodías morunas, reminiscencias de otros tiempos, se
conservan mejor en pueblos serranos cercanos a Ronda, donde no hay caminos para
los miembros del Conservatorio Napolitano de la Reina Cristina…>>
Ricardo Molina,
en su obra “Mundo y Formas del Cante
Flamenco”, sin desdeñar la investigación histórica, decide situarse en el
terreno de la realidad y analizar el cante propiamente dicho:
“La Caña manifiesta patentes analogías con los
más diversos cantes: alboreá, serrana, soleá, polo, etc. Las semejanzas con el
polo son las más profundas - no
obstante éste parece derivar de la caña -. Ambos – caña y polo –
presentan hoy forma única; les sirve de introducción un ¡Ay! repetido varias
veces, que cumple función musical de obertura; siguen el compás de la soleá;
intercalan un ¡Ay! medial que opera acción disociativa, originando el medio
polo y la media caña. Proceden, probablemente, de estratos musicales
cultos>>.
Letra de una Caña: El
que siembra en mala tierra
¿qué
es lo que espera cogé?
Que
el trigo se vuelva piera
y no puea
prevalesé.
Cañas y Polos: https://www.youtube.com
o
Serrana:
Estilo
perteneciente al complejo grupo de la seguiriya, pues adaptó su ritmo, en el
que es fácil descubrir vetas de caña
y mucho de liviana, tanto que algunos
cantaores suelen templarse con una liviana. Comparte con la caña el sistema tonal y la partición en
dos de la copla. Sus tercios son largos y melodiosos. La forma literaria es la
de la seguidilla castellana, añadiéndosele una coda o trístico con el mismo
ritmo.
Los temas de sus
coplas son descriptivos de las faenas camperas; de las costumbres y devociones
serranas. Hablan de pastores y ovejas; de lobos y madroños; de contrabandistas
y bandoleros de las serranías cordobesas y rondeñas. Cabe aceptar el término “serrana” a la serranía de Ronda, pues
en esta localidad se registró, en la primera mitad del siglo XIX, cierta
actividad flamenca, tanta que dio nombre a la “rondeña” y presume ser cuna
del “polo”.
El compás de la serrana es el mismo de la seguiriya,
pero el toque de la guitarra es un tono más grave y con ritmo más pausado, es
más parecido a la liviana. La serrana es un cante melodioso y pegadizo, de
frases largas y solemnes, con ese aire premioso y campesino mucho más próximo a
los cantes de trilla y a las nanas que a los cantes puros gitanos.
Una serrana de las más cantadas es la que
tiene la siguiente letra:
Por
la sierra Morena
va
una partía
y
el capitán se llama
José María.
Va
una partía, va una partía,
por
la sierra Morena,
va
una partía,
Su
capitán se llama José María.
Serranas: https://www.youtube.com
Los Romances
son la muestra más antigua de la literatura popular española y no
adquieren el rango de cante flamenco hasta que Antonio Mairena, en 1958, grabó,
con ritmo y aire de soleá, el Romance de
Bernardo del Carpio, del siglo XII, Musicalmente, el primitivo romance no
tiene entronque con el flamenco hasta que los gitanos lo hicieron suyo y lo
aflamencaron en el s.XVII.
Según Ricardo
Molina, los romances o “corridos” toman su nombre del modo de cantarse. El romance
es una larga secuencia de soleares y seguiriyas cantadas de una sola corrida. El origen, en lo que a la letra
se refiere, hay que buscarlo en los romances castellanos. De aquellos se derivan
éstos. En ellos se hacen notar las alteraciones de la transmisión oral, tanto
en el argumento como en el léxico y la rima. Los corridos andaluces - no
gitanos – se cantaban, y aún se cantan, acompañados de guitarras, mandolinas o
bandurrias, o bien sin acompañamiento, los viejos romances de Gerineldo y
Bernardo del Carpio, del conde Olinos y del conde Sol.
José Blas Vega en
una separata titulada “Corridos o
Romances Andaluces” hace hincapié en la importancia que tienen tanto para
la génesis como para el desarrollo de todo lo que conocemos hoy como cante
flamenco, ya que de ellos se desprende la riqueza musical y los valores
literarios del Cante Flamenco.
Cuando llegaron
los gitanos a España, a finales del siglo XV, el romancero estaba en su apogeo
y los romances más populares eran cantados. El romancero gitano mantiene la
temática castellana. A principios del siglo XIX, según testimonio de Estébanez
Calderón, los gitanos cantaban romances en el ambiente hogareño y en las bodas
calés, pero siempre sin acompañamiento.
Los romances que
hoy se cantan son los sevillanos de Triana y se hacen a compás de soleá. El
cordobés Manuel Moreno Maya “El Pele” es
hoy uno de los cantaores que más he escuchado cantar romances.
Romances: https://www.youtube.com
Ignacio Pantojo
Socio colaborador de la Academia Santa Cecilia
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