Dibujos y acuarelas de El Puerto de Santa María de Carlos Hurtado.
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Siempre he relacionado las acuarelas de El Puerto de Santa María de Carlos Hurtado con la poesía de Alberti ─y es lógico─ hay linealidad. Alberti partió de un sentimiento lírico-popular andaluz plasmado en "Marinero en tierra" plenos de musicalidad y ágil desenvoltura. Profundizando en sus dibujos ejecutado con mano suelta y gran capacidad de captación, he concluido su relación con la música. Existe un paralelismo pictórico musical común y, planteo una pregunta ¿existe una fusión de sentimientos, un camino emocional, un concepto específico, cuando vemos pintura o leemos poesía? Sabemos que la poesía y la pintura tienen propiedades, no sólo sensoriales, sino también afectivas. Alguna vez en nuestra vida hemos dicho, esta pintura me suena a esta música o también esta música me parece una "marina".
Esta reflexión podría ayudarnos a abrir una nueva vía personal de pensamientos y emociones que nos pueden proporcionar, un mayor goce de los fenómenos estéticos y elevarnos a una realidad que nos individualiza como seres humanos.
El siguiente poema lo evoca:
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al Puerto.
¡Qué dulce el agua salada
con su salitre hecho cielo!
¡No quiero sandalias, no!
Quiero ir descalzo, barquero.
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al Puerto.
Barcos en el Guadalete
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"Como la pintura, así es la poesía", ut pictura poesis. Con esta célebre frase el poeta romano Quinto Horacio, siglo I a. C. la describe dentro de su Arte poética.
Poesía y Pintura, Quasi Fratelli, las llama Ludovico Dolce en su Dialogo con la Pintura (1557). Lomazzo, unos años después en su Tratado del Arte de la Pintura (1584) dice que nacieron de un mismo alumbramiento, es decir que no eran solo hermanas sino mellizas. En el fondo daba igual, o debería dar igual, lo que se empieza a reivindicar desde finales de la Edad Media y, sobre todo, desde comienzos del Renacimiento, es que lo importante no estaba en la mano sino en la invención del artista.
Cuando un talento está en posesión de ambos dominios y consigue urdir los hilos de los colores, de las pinceladas, con los de la palabra, la trama resultante se convierte en una manifestación de grandeza, que nos eleva a las más altas moradas de la belleza.
DEL AUTOR Y DE SU OBRA:
Carlos Hurtado Casanova, nació en Madrid (1933), vivió en Toledo y su juventud en Cádiz, de allí conserva amigos del Instituto y recuerda con cariño a su profesor de literatura, Miguel Martínez del Cerro...
Dibujante, arquitecto y biólogo, escultor, aventurero, inventor e investigador, viajero del siglo XX, ganadero y profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid.
Quienes bien lo conocen lo definen como: “Un hombre de mil recursos, gran conversador, curioso observador y crítico, amante del conocimiento, buscador de lo raro y diferente”
Mostramos algunos de sus dibujos firmados en El Puerto de Santa María, ciudad a la que está entrañablemente unido desde que vivió, durante 16 años en la Calle Santa Lucía, n.15. En el año 1951 ganó, el primer premio de dibujo (5000 pts.), organizado por el Real Club Náutico portuense.
Sus cuadernos de viaje nos han entusiasmado y atrapado, con sólo ojearlos, hasta el punto de quedar prendados con la infinidad de dibujos de lugares -lejanos y cercanos-, rincones del mundo vividos y visitados por el artista: España, Reino Unido, Francia, China, Italia, Hispanoamérica..., Cádiz, su provincia, y El Puerto de Santa María.
Un "Urban Sketcher" desde mucho antes de que conociéramos ese término, de hecho, creo que ni él lo conoce, pero es algo que ha hecho toda su vida.
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A través de su extensa obra, el artista da muestra de su formación académica como arquitecto, con su precisión en el empleo de la línea y, por otro lado, su maestría en el empleo de la acuarela. Técnica con la que es capaz de captar el color e impregnar sus dibujos de un cromatismo único.
Algo que nos sorprende, aún más, al saber que el artista es daltónico; una incapacidad, para captar los colores, que no le ha impedido imaginar y plasmar tonalidades que, se nos antojan, le son casi intuitivas, sensoriales y, en ocasiones, hasta oníricas.
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Un artista con una personalidad que trasciende más allá de lo puramente artístico y que, la curiosidad, nos lleva a acercarnos a cuestiones anecdóticas, no exentas de singularidad. Cuestiones que descubrimos cuando conocemos detalles de cómo se las ingenia, en sus viajes, para pintar en plena calle, gracias a sus originales “mini-maletines”, en ellos guarda cuanto necesita: pinceles, tintas, acuarelas y un recipiente para el agua e, igualmente, de cómo se las apaña cuando el agua le falta y utiliza su propia saliva y hasta la lluvia -con los charcos que esta forma- le sirven de tintero. Todo ello por el placer de dibujar.
Especialista en el dibujo de lavado arquitectónico, una técnica que consiste en buscar el volumen a través de la degradación que va del color negro más intenso hasta llegar al blanco del papel, pasando por toda la gama de los grises. Técnica difícil por la pulcritud y concisión que requiere. Esto viene a colación para señalar la excelencia de sus dibujos y que motivó que fueran seleccionados para quedar como láminas modelo para los estudiantes de la Facultad de Arquitectura.
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Dibujos y acuarelas de El Puerto de Santa María, de Carlos Hurtado
Fuente: Del autor y su obra: del Prolegómeno de su libro de dibujos
por la poeta Encarnación Pisonero
Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Bellas Artes Santa Cecilia
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