TUBA (XVII)
Corresponde este nombre -con el que los romanos designaban a la
trompeta- a un instrumento relativamente moderno, metálico, que ha venido a
sustituir al antiguo "oficleido",
(éste era también metálico, de viento, y fue inventado al empezar el siglo XIX,
en Inglaterra, por un fabricante francés; durante muchos años constituyó el
principal instrumento grave de las bandas militares y en las orquestas se
empleó a veces para expresar ciertos momentos burlescos de las obras).
Abandonado el oficleido por la tuba, ésta entró en la
interpretación de algunas páginas musicales de importancia: en las Sinfonías de
Bruckner, por ejemplo, en la Sinfonía
de los Alpes, de Ricardo Strauss, y en la obra de Wagner, que hizo fabricar
para sus representaciones de Bayrenth, un cuarteto de tubas -dos tenores y dos
bajos- destinadas a completar la familia de las trompas en el grave. Quiso el
extraordinario músico alemán que estas tubas fuesen provistas de una embocadura
de trompa, para que así pudiesen ser utilizadas por cuatro trompetistas de las
ocho que figuraban en la orquesta wagneriana.
El sonido grave de la tuba enriquece la sonoridad de ciertos
pasajes orquestales, de los que se traducen musicalmente sentimientos e
interpretaciones de un carácter que requiere la expresión adusta y vigorosa.
La orquesta es un mundo de sonidos y matices, un mundo en el que,
en cuanto a la instrumental, todo cabe: desde lo más bronco y dramático a los
más ligero y cristalino, desde lo más estridente a lo más confidencial.
En esa variedad de instrumentos y sonidos, la tuba desempaña un
papel de viva importancia, especialmente apto para pasajes líricos que son
hondura, fuerza e intensidad.
Pedro Salvatierra Velázquez
Concertista y profesor de Conservatorio
Está muy la serie sobre los instrumentos musicales.
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