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Con el mazo dando…El Alambique. Diario de Cádiz

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Cuando usted lea este artículo habrá pasado poco más de un día en el que socios e integrantes de la Junta Directiva de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia habremos acudido a sus dependencias para intentar adecentarla. Repetiremos el próximo jueves 18 y viernes 19 a las diez de la mañana. Adecentarla dentro de un orden, claro. Llevamos años con una red en el primer tramo de escalera porque se desprendió la escayola del techo y su reparación no llega. Sin embargo no queremos perder la esperanza y, entusiasmados por su próximo “ciento veinticinco años”, vamos a darle un repasito merecido y necesario al edificio. Como si fuera nuestro hogar, socios y junta repartiremos el trabajo y colaboraremos en aquello que podamos. Ya dio ejemplo su presidente Luis encalando el patio con la ayuda de su mujer, Charo. Y como lo bueno se contagia, nos convoca y acudiremos. Además, a todo portuense le urge recuperar la limpieza de su centro. Un grano de arena. Y otro más. Despacio, sin perder el ánim

Por qué leer hoy El Quijote

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  Una de las cosas que más admiro en Cervantes es su idea del jardín del espíritu como relación entre escritores y lectores, que me parece apasionante y certera. “Mi intento ha sido – dice en el prólogo de sus Novelas ejemplares -, poner en la plaza de nuestra república una mesa de trucos donde cada uno pueda llegar a entretenerse sin daño del alma ni del cuerpo (…) Horas hay de recreación en que el afligido espíritu descanse. Para ese efecto se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan con curiosidad los jardines.” Esta definición ha guiado mi horizonte de escritor a lo largo de mi vida. Cuando era joven quería, como es lógico, cambiar el mundo, y lo más rápidamente posible, y a ese destino tan ambicioso iban dirigidas mis obras. Las años - y las canas - hicieron que mi intento se fuera reduciendo de tamaño, y hace tiempo que escribo intentando ser sólo, a la manera cervantina, un jardinero del espíritu. Cervantes establece muchas veces en su o

CENTELLEO DE ESTRELLAS

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Esto de escribir artículos con periodicidad da lugar, a veces, a curiosas y agradables anécdotas. Y, desde luego, más aún cuando se trata de un tema tan extendido y popular como lo es ‘el tiempo’. Ayer bajaba la calle Luna, una señora a la cual conozco de vista de toda la vida, me paró y me hizo una pregunta sobre las estrellas centelleantes, quería saber si cuando las estrellas parpadean indican algo en relación con el tiempo que hará en los próximos días. Intenté ganar un poco de tiempo para pensar la respuesta y le dije que le agradecía muchísimo que fuese lectora de mis escritos. Respondió que no se perdía ninguno, cosa que le volví a agradecer con la mejor de mis sonrisas. Le conté que no soy meteorólogo, y que mis conocimientos son de lecturas y de afición, lógicamente, todo ello, aleado con mis conocimientos de física. En plan charla de calle le comenté, a la amable mujer, que lo más cerca que había estado nunca de un meteorólogo fue en una conversación ─muy interesante por

CUANDO EL GRAJO VUELA BAJO

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Mi amigo llamó temprano, excesivamente, deseaba preguntarme sobre la veracidad de los refranes respecto al tiempo y el clima. Empezó citándome aquel famoso del grajo y su vuelo rastrero cuando hace mucho frío. Le contesté ─intentando acabar de despertar─ y tratando de hacerme con el tema. Continué comentándole que está comprobado que cuando llegan a una zona masas de aire frío, estas se pueden acumular en las llanuras y en las partes bajas de los valles, donde ejercen una presión hacia el suelo; esto se debe al fenómeno de “estabilidad atmosférica” consistente en la presencia de una gran resistencia a que se desarrollen movimientos verticales. Esta estabilidad atmosférica obliga a los pájaros a volar a pocos metros por encima del suelo en un airé frío con mayor densidad. Es un fenómeno que también ilustra otro refrán conocido: «Si la corneja va rasante, saca bufanda y guante» .      Quedamos en vernos para tomar café en media hora y seguí pensando que los refranes sobre el tiemp

CENTRÁNDONOS EN 'EL TIEMPO'

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          Intentaré primero reproducir lo que me comentó ─o criticó─ mi amigo respecto del artículo anterior en el que hablé algo, sólo una pincelada cultural, sobre los huracanes. Dijo, que sí, que estaba muy bien y que se había enterado de cosas interesantes, pero que a él lo que más le gustaba era predecir el tiempo y que lo que quería era saber qué tiempo íbamos a tener en los próximos días. Le miré un tanto perplejo.       Desde luego, pensé, somos gente peculiar ─los españoles─. Queremos solucionar asuntos complejos con métodos de andar por casa, es decir, deseamos poder hacer pronósticos del tiempo sin tener las más mínimas bases de conocimiento de Meteorología y sin una idea medianamente clara de lo que es una borrasca, un anticiclón o una isóbara. Murmuré, bajito, un poco para mis adentros:       ─Así nos pasa lo que nos pasa y así nos va.       Él me oyó y aclaró:       ─¡Algún truco habrá! ¿No? Siempre se ha dicho que los hombres del campo son los que más sabe

DE HURACANES

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      Quería desayunar pronto y regresar a casa antes de que apretase el calor. Lo habían anunciado: no tomar el sol directamente, beber agua y esas recomendaciones que suelen repetir incansablemente y que nadie escucha. Dando el último sorbo al café llegó mi amigo; no sé si me dio los buenos días, pero con amplia sonrisa me espetó:       ─Supongo que habrás escrito ya el segundo relato sobre el tiempo, ¿no? El primero fue demasiado breve, ¿no te parece? Y me dejaste alguna pregunta por responder ─añadió.       Hice algunos dobleces en el papel aceitado de los pocos churros que me había tomado y le dije despacio:       ─Sí, lo sé. El clima , el tiempo y la meteorología , ¿era eso?       ─Sí, sí, pero me gustaría que hablaras algo de los huracanes, el otro día vi una película sobre unos tíos americanos que se llaman “cazadores de huracanes” que me dejó impresionado. Estos fulanos son, por lo visto, especialistas en seguir a los huracanes y hacer fotografías y películas de

HABLAR DEL TIEMPO

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            Llevamos una temporada en la que hablar del tiempo es una constante; no pasa un día sin que hayamos echado alguna parrafada con alguien respecto a cómo está el tiempo. Todos quisiéramos conocerlo anticipadamente, también culpamos al viento (el de Levante se lleva la palma) del dolor cabeza o en los inviernos más crudos nos quejamos del coste de la calefacción; el estado del tiempo es algo que se enmarca entre los supuestos principales de nuestra vida. El hombre ocupa una delgada capa de atmósfera y, no cabe duda, que nuestros estados físicos y psicológicos ─la vida─ están muy relacionados con el medio atmosférico que nos envuelve.       Un amigo me comentó hace días:       ─¿Por qué no escribes algo sobre el tiempo? Ahí siempre hay tema. Tú eres físico, algo debes de saber de todo eso.       ─Sí claro. Lo que sé es lo mucho que ignoro sobre tantas, y tantas, cosas, y la meteorología no es de mis puntos fuertes ─le respondí con sinceridad.       ─Pero todos ha

LOS NIÑOS DE MURILLO

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Se dirige a su taller. El sol tibio de la temprana primavera ilumina la ciudad. La calle está desierta; es temprano para que las piedras del tosco empedrado giman al paso de las carretas y al chasquido de las herraduras de las bestias. La cal de las paredes destila la humedad que la noche dejó. Las huellas de los carros grabadas en las enormes piedras de molino incrustadas en las esquinas parecen más profundas cuando a nadie se escucha. Una voz lejana rompe el silencio. ¡Galeras, galeras, galeras…! En ese momento un bulto oscuro se mueve en la acera. Es un mendigo. Tal vez pasó la noche al cobijo del gran portalón de la lujosa casa del comerciante Neve, el que llegó de Flandes y que tiene un hijo canónigo en la Catedral. Una sonrisa se dibuja en la cara del mendigo cuando ve que es el maestro Murillo el que se acerca. El maestro lo saluda con la bondad que le caracteriza, lo observa, le mira la espalda y recuerda su “ Lienzo ” preferido. Pone con suavidad una mano en el hombro del