HABLAR DEL TIEMPO


      

     Llevamos una temporada en la que hablar del tiempo es una constante; no pasa un día sin que hayamos echado alguna parrafada con alguien respecto a cómo está el tiempo. Todos quisiéramos conocerlo anticipadamente, también culpamos al viento (el de Levante se lleva la palma) del dolor cabeza o en los inviernos más crudos nos quejamos del coste de la calefacción; el estado del tiempo es algo que se enmarca entre los supuestos principales de nuestra vida. El hombre ocupa una delgada capa de atmósfera y, no cabe duda, que nuestros estados físicos y psicológicos ─la vida─ están muy relacionados con el medio atmosférico que nos envuelve.
      Un amigo me comentó hace días:
      ─¿Por qué no escribes algo sobre el tiempo? Ahí siempre hay tema. Tú eres físico, algo debes de saber de todo eso.
      ─Sí claro. Lo que sé es lo mucho que ignoro sobre tantas, y tantas, cosas, y la meteorología no es de mis puntos fuertes ─le respondí con sinceridad.
      ─Pero todos hablamos del tiempo a diario, hacemos nuestras predicciones, nuestros comentarios. A veces, incluso, discrepamos de nuestros interlocutores y discutimos sobre el asunto ─insistió él.
      ─Pero ¿qué puedo decir? Todo el mundo sabe que la atmósfera rige la vida de muy diversas formas y proporciona los elementos que intervienen en los procesos biológicos. Y sabe, además, que es como una especie de defensa, un escudo, para muchos tipos de radiaciones, e incluso, de partículas que proceden del espacio exterior. De lo poco que estoy seguro es que los fenómenos del tiempo son entidades físicas que obedecen a leyes físicas y poco más. Te añadiré que me asombra mucho la adaptación de los humanos, y sus tareas, a su ámbito atmosférico de manera que únicamente puede soportar cambios muy pequeños sin sufrir trastornos.
      Creí que mi querido amigo ya no insistiría después de esta parrafada, pero me equivoqué, él volvió a preguntarme:
      ─¿Tú crees que el clima se puede cambiar?


      Me quedé un poco parado al escuchar el interrogante, quizás un tanto sorprendido. Realmente en los primeros instantes no supe que responder. Después de una corta pausa, pero muy meditativa, le dije:
      ─Probablemente sí podría hacerse, aunque pienso que aún nadie lo ha conseguido, ni tan siquiera cambiar el tiempo. Y desde luego no me gustaría que nadie pudiese hacerlo, ni que lo intentase; las consecuencias podrían ser devastadoras, ¿no te parece?
      Hizo caso omiso a mi pregunta y volvió al ataque:
      ─Has utilizado tres términos que me confunden un poco: tiempo, clima y meteorología ¿me los podrías aclarar, y diferenciar, un poco?
      Aquí encontré la puerta de escape y le contesté:
      ─Mira, lo tendré en cuenta, pronto escribiré algo sobre estas cosas que nos preocupan a todos y que son de nuestro día a día. Vale, tú ganas.
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia

Comentarios

  1. Rocío P. Izquierdo6 de julio de 2018, 12:08

    El tiempo siempre ha sido una constante en el devenir del ser humano. Aquí vendría perfecta la frase « desde que el hombre es hombre ha vivido obsesionado del tiempo», tanto en su faceta física como su concepto climatológico o atmosférico. Sobre este último concepto, en la antiguedad el hombre vivía esclavo de los caprichos del clima hasta verse obligado a estudiar y mediar sus secuencias para establecer pautas y de ahí las estaciones. Hoy también vivimos pendiente del dato meteorológico ya no tanto para subsistir como para aprovechar y disfrutar. Los espacios dedicados a la materia son muchos y amplios. Y todos tenemos adquiridos conceptos que sin saber muy bien que significa ya forman parte de nuestro vocabulario: isobaras, borrasca, depresión atmosférica, ciclogénesis explosiva, así como la diferencia entre huracán, tifón y tormenta tropical.
    Y encima es el tema perfecto cuando no sabes de que hablar.

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    1. Ignacio, hables de
      lo que hables,tu estilo es inconfundible y muy atractivo, te ganas al lector, al menos a mi, me ganas, me arrastras a ver en que acaba lo que planteas, lo que anuncias, lo que insinúas. Me ha encantado.

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  2. Nadie como tú podria hacer de un tema tan cotidiano y "manoseado" algo tan interesante.
    Se me ha hecho corto y espero más.
    Gracias Ignacio

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  3. Qué campesino no ha mirado al cielo para leer en su infinita grandeza que tiempo hará para realizar sus labores campesinas. El pastor recoge su rebaño cuando siente que la tormenta se acerca. El pescador amarra su barca cuando sabe que es tiempo de galera. Es el tiempo regido por las estaciones según en el hemisferio que vivamos. Puede haber vaivenes pero no cataclismos. El tiempo preocupante es el que marca el péndulo. Ese es el que preocupa pues en su constancia puede estar marcada por los agravios que hombres descerebrados pueden cambiar el sino de las personas...
    Me ha gustado tu articulo. Pero me gustaría y te animo a ello, querido profesor, a que escribas uno de "ese tiempo". El tiempo real no meteorológico. Saludos.

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