EL Tobogán

Conforme vamos cumpliendo años, más aún, conforme van cumpliendo años aquellos a quienes amamos, vamos teniendo la sensación, cada vez más ingrata y acuciante, de que la vida se va pareciendo a una especie de tobogán lento, muy lento y bastante mal iluminado. De pronto, nos damos cuenta de que hemos asumido sin saberlo que conviene adornar ese trayecto con algunas distracciones: tareas, amigos, vacaciones, proyectos, citas… todas ellas suficientemente urgentes y convenientemente distribuidas. Se acuerda una, entonces, de Alicia (me refiero a la de El país de las maravillas) cuando cae por el agujero de la madriguera del conejo. Ella, en el aburrimiento inconsciente de la caída, intenta alcanzar por el camino cosas diversas al vuelo, como un bote de mermelada (por cierto, vacío); se entretiene a ratos en formulaciones de cálculo matemático, o ensaya reverencias. Todo durante el descenso imparable. Algo así se le figura a una que podría ser la vida, sólo ...