LA MUSICALIDAD DE LA PINTURA (Capítulo 11º de 11)
El
retrato de Maria Teresa de Borbón y Vallabriga, XV Condesa de Chinchón y
Marquesa de Bobadilla del Monte (1780-1828) fue pintado por Francisco de Goya
(Fuentedetodos,1746, + Burdeos,1828), en abril de 1800, pocos meses después de
realizar el gran retrato de la
Familia de Carlos IV.
Doña
Maria Teresa, se casó con Manuel Godoy, Primer Ministro y Príncipe de la Paz , por numerosos intereses,
sobre todo por el de poder regresar a la Corte y recuperar para ella y su familia el
apellido Borbón con todos los honores que esto llevaba aparejado. Su padre, el
infante don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, y toda su familia, habían
sido separados de Palacio por el matrimonio morganático que realizó con doña
Maria Teresa de Vallabriga y Rozas.
La
obra, de una belleza singular, con una armonía relajada, de tensión contenida, nos
muestra a esta delicada dama, de actitud y mirada melancólica, que acepta su
forzado destino. Tenía veinte años y estaba encinta de su primera hija, la
infanta Carlota. Con sus brazos crea un espacio, más o menos en forma de rombo,
que parece resguardar su embarazo con gran candidez.
La
puesta en escena del personaje es sencilla, no existen elementos accesorios,
tan sólo el sillón en el que reposa. La pintura es de realización muy rápida y
trazos muy intensos que marcan el ritmo del plegado de la tela de su vestido y
de la direccionalidad del mismo. Ciertos empastes de blanco en las zonas más
sobresalientes, a modo de acentos musicales, marcan la situación de las
rodillas, su embarazo, su pecho, y hacen vibrar la superficie cromáticamente.
La soltura en el manejo del pincel es total, hasta en los más mínimos detalles:
los anillos –en el más grande de ellos se representa a Godoy-, y el tocado, con
las espigas verdes de trigo entre los lazos azules y la gasa blanca.
Este
dominio de la técnica que reúne simplicidad, al mismo tiempo que detallismo, y
la placidez con la que reposa, nos hace pensar en el que la condesa podría
estar escuchando una música en un tono menor, tranquila y romántica al modo de
un nocturno de Frédéric Chopin o una Gymnopédie de Erik Satie.
La
perfecta armonía de esta obra contrasta con los secretos que guarda en su
interior. En el lienzo Goya pintó en primer lugar un retrato de don José
Álvarez de Toledo y Gonzaga, Marqués de Villafranca y Duque de Alba, por su
matrimonio con doña Maria del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de
Toledo, XIII Duquesa de Alba. Don José, gran amante de la música, está
representado en el Museo del Prado con una partitura de Franz Joseph Haydn
entre sus manos, que dice: "Cuatro
canc.s/
con Aconp.to de
Fortp.o/del
S.r Haydn";
se apoya sobre un piano y en la escena también aparece un violín. Después se
sobrepuso un retrato de Manuel Godoy, en actitud similar a la que tenía en el
famoso retrato de la inauguración del Real Instituto Pertolozziano, conocido
por las copias existentes, ya que del original sólo se conserva un trozo. Ambos
estaban terminados cuando Goya dio la vuelta al lienzo y los ocultó, pintando
encima uno de sus mejores retratos.
Para
finalizar les propongo que dejemos a la Condesa reposar tranquila escuchando la Gymnopédie N º
1 de Satie.
Comentarios
Publicar un comentario