ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (113)
El hombre más allá del hombre
En el último
mes del invierno hemos tenido ocasión de asistir a dos conferencias, ambas
diferentes pero las dos rozaron cuestiones que tenían que ver con el posthumanismo. Las ideas de lo post-humano se han
generado principalmente a partir de la ciencia ficción, la filosofía y el arte
contemporáneo. Probablemente esta multiplicidad de orígenes ha contribuido a
cierta confusión terminológica. Prestando atención a los conferenciantes
pudimos observar que realmente se referían más al transhumanismo que al posthumanismo, entendiendo
el transhumanismo como un movimiento
intelectual reciente que intenta impulsar la utilización de las ciencias, y de
las nuevas tecnologías, para mejorar
las capacidades físicas y mentales de los seres humanos, con el propósito de
modificar aquellos aspectos de la condición humana que pueden ser considerados
indeseables para el hombre, como el envejecimiento, la enfermedad o el sufrimiento.
En la lógica del
transhumanismo existen dos procesos
concomitantes, uno, la deshumanización del hombre, y otro, la humanización de
la máquina. Estas dos rutas desembocan en la posibilidad de pensar el hombre
más allá del hombre. Es decir, el transhumanismo
se refiere a una sociedad emergente en la que el hombre no aparece como cima de
la creación sino como un rey destronado por las máquinas, que se alzan con el
poder.
Sería fácil
caer en las exageraciones de la ficción si no fuese porque se plantean algunos interrogantes
importantes: ¿Cómo cambiará el hombre por el avance de la ciencia y la
tecnología? O esta otra: ¿Cómo convivirá el ser humano con la tecnología?
Desde ciertos
puntos de vista, las máquinas van consolidando un avance que pasa por varios
estadios diferentes; el primero de ellos es el relativo a su “inteligencia”. Creemos
que lo que mejor ilustra está idea es la victoria del computador “Deep Blue” en 1997, sobre el campeón ajedrecista Kasparov. La máquina vence al hombre. Algunos pensadores
nos hablan, incluso, de un proceso de liberación edípica: la muerte del padre y
como consecuencia de ella la liberación del control.
Otra etapa ─estamos en ella─ de
la humanización de la máquina es el desarrollo de emociones o de pulsiones
afectivas. Han pasado casi treinta años desde que Marvin Minsky
en su libro The Society of Mind escribió: «No
se trata de si las máquinas inteligentes pueden tener emociones, sino de si las
máquinas pueden ser inteligentes sin ellas». Los ordenadores emocionales
serán el principio de la adquisición de una conciencia individual por parte de
las máquinas, y de una posterior conciencia colectiva. El momento culminante
del proceso de humanización se alcanzará cuando las máquinas logren su
multiplicación sin intervención humana. ¿Vamos por este camino?: el presidente
de los Estados Unidos, B. Obama, ha anunciado que
asignará 100 millones de dólares del presupuesto de 2014 al proyecto BRAIN, de
investigación del cerebro a través del avance de neurotecnologías
innovadoras.
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia
A los políticos les conviene, o borregos o robots, unos y otros.
ResponderEliminarMuy interesante.
Me ha encantado la frase del señor Minsky: «No se trata de si las máquinas inteligentes pueden tener emociones, sino de si las máquinas pueden ser inteligentes sin ellas». Creo que merece una atención profunda. Gracias.
ResponderEliminarEste artículo tiene mucha más profundidad que lo que la limitación del espacio permite. Plantea varios interrogantes, sugiere lógicos futurismos, y todo, desde un punto de vista científico. Quizá interpreto que el hombre deja de ser importante, porque es devorado por sí mismo, sin olvidar, que es el hombre, quien con su cerebro es el que va descubriendo una ciencia, que siempre ha estado ahí, no hace más que sacar a la luz lo que ya era. Entonces creo, que en su mano-su cerebro- está el no rebasar los límites en los que su capacidad no le permite valorar las consecuencias. Una fórmula ideal sería lograr la potenciación de uso y desarrollo de su cerebro. Olvidarlo es incubar el huevo de la serpiente.
ResponderEliminarAlberto Boutellier
Magnífico e inquietante post que presenta un dilema que casi todos nos hemos planteado alguna vez (al leer un novela o ver una película de ciencia-ficción) aunque sin saber que teníamos delante al transhumanismo. ¿Está el hombre "entrenado", dispuesto, para seguir el ritmo que impone las nuevas tecnologías? Detrás de todo avance tecnológico está el científico, un hombre, que está en permanente ebullición mental, adaptado y ejercitado para aprovechar los dispositivos que inventa. Pero el resto de la sociedad se encuentra a un nivel diferente y no sólo por falta de capacitación técnica sino también por complacencia y abandono de las habilidades naturales que poco a poco hemos ido dejando en manos de las máquinas, conformándonos con las comodidades o frivolidades que el resultado científico aporta.
ResponderEliminarEn el Renacimiento, hubo también un momento crucial y se consiguió con el Humanismo colocar al Hombre en el centro de la Creación. Hoy nos encontramos en una encrucijada parecida y la pregunta es ¿podrá el Hombre seguir evolucionando si deja todo en manos de las máquinas?
La lectura del excelente "Encuentro" de Ignacio, me recordó un entrañable pasaje de Guareschi, donde D. Camillo retoca con el alcalde comunista Peppone las figuras del Belen parroquial y cuyo último parrafo transcribo: "Y dentro de mil años, la gente correrá a seis mil Km. por hora sobre automoviles a propulsión superátomica. ¿Y para qué?. Para llegar a fin de año y quedar con la boca abierta delante del mismo Niño de yeso que, una de las noches pasadas el camarada Peppone repintó con su pincelito". Yo añado AMEN. Tampoco se debe olvidar, en los tiempos que corren, la frase de Henri Bergson que parafrasea Guareschi en la contraportada de su libro "Nada hay cómico fuera de lo puramente humano". Joaquín
ResponderEliminarUno de los grandes pioneros de las neurotecnologías fue el doctor Rodríguez Delgado (1915-2011) un gran sabio andaluz, de Ronda, que inventó varios aparatos para la estimulación o constricción de emociones. Conseguía convertir un toro bravo en un manso en cuestión de segundos con unos electrodos insertados en el cerebro, esto lo hacía en los años 60 del siglo pasado. Pasó gran parte de su vida enseñando e investigando en EE.UU. murió en San Diego (California). El doctor Rodríguez Delgado volvió a España en 1974 para colaborar en la organización de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y su nombre y obra han sido citados por Tom Wolfe en sus novelas tan célebres como «La hoguera de las vanidades» y en «Soy Charlotte Simmons».También se le nombra en obras de Frederick Forsyth. Fue propuesto varias veces para Premio Nobel.
ResponderEliminarPor ahí va la cosa, no está errado el autor, no.
ResponderEliminaractualidad.rt.com/ciencias/view/94168-multimillonario-ruso-plan-inmortalidad-avatar
Enlace:
EliminarCabeza androide con rostro humano, ¿el último paso hacia la inmortalidad?
Esto también entra dentro del mismo paquete:
ResponderEliminarLogran clonar embriones humanos para obtener células madre viables