ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (119)

 UNA PEQUEÑA CONFUSIÓN
                  
               
  Pues estos análisis - dice el doctor pasando las hojas con mala cara frente al paciente que le mira pálido - ... estos análisis... qué quiere que le diga... No sé por dónde empezar. Me gustaría darle otras noticias, pero... Ésta es una profesión espantosa, tiene uno que estar diciendo cosas de estas todos los días. Hoy ya van tres con usted.
                   El paciente se tambalea.
                   ¿Se marea usted? - dice el doctor con voz impersonal -. Siéntese, siéntese... Lo siento, pero se lo diga como se lo diga sé por experiencia que va a dar igual. ¿Se encuentra mal? No me extraña, con estos análisis... Lo raro es que haya conseguido usted llegar hasta aquí desde su casa. Mira que he visto yo análisis, pero estos...- Mueve la cabeza negativamente.-, es que está todo mal: los hematíes, la hemoglobina..., los linfocitos, los leucocitos, el ácido úrico..., la glucosa en sangre... es que no hay nada bien. Tiene usted que ir poniéndose en lo peor, Saturnino.
          El paciente mueve negativamente la cabeza y susurra algo con un hilo de voz.
 ¿Cómo dice? ¿Qué no se llama usted Saturnino? - contesta el médico mientras lee el sobre del que ha sacado los análisis- “Saturnino Morales…” ¿Usted cómo se llama?... ¿Alfredo del Moral? ¡Ah!, es que se parece el apellido, y a lo mejor por eso ha habido una confusión... Morales…, del Moral, se parecen,  
         Coge otro sobre con análisis que hay también encima de su mesa y lee el nombre-. “Alfredo del Moral...” Pues vamos a ver estos otros análisis entonces... - saca del nuevo sobre otros análisis y los mira, cambiándole la cara -¡Hombre, esto es otra cosa...! Muchísimo mejor..., no hay comparación... Pues ha tenido usted  suerte en ser Alfredo y no ese otro… Vamos, completamente normal..Qué peso nos hemos quitado de encima. Para nosotros siempre es mucho más agradable dar buenas noticias que malas, figúrese usted... ¿A que ya se siente  mejor?
          El paciente asiente con la cabeza.
         No sé por qué me dio a mí por leer estos otros análisis del tal Saturnino... - se disculpa el doctor-, ese pobre hombre, el que sea, que no tiene solución... Por el apellido ese casi igual que tienen, debió de ser.
         Coge el doctor los otros análisis y al leer el apellido en la etiqueta de la parte alta del primer folio se queda parado un momento, con los dos análisis, uno en cada mano -...Pero vamos a ver qué lío es éste que no me aclaro yo. Aquí en el análisis éste, que usted dice que no es el suyo, pone su nombre... ¿No dice usted que se llama Alfredo?... Entonces no me había equivocado... “Alfredo del Moral...”, pone. Lo que pasa es que vienen en sobres cambiados. Los sobres no importa, lo que importa son los análisis, lo de dentro. El que venía en el sobre del tal Saturnino parece que es el suyo, y el otro al revés... ¡Qué lío!... ¿Usted cómo se llama? ¡Oiga..., cuidado que se cae...! ¡Enfermera! - grita el doctor al ver como el paciente se desploma en su silla-.¡Enfermera!

                                               José Luis Alonso de Santos
Académico de Santa Cecilia.

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