CINE

EL PUBLICO CINEMATOGRÁFICO III

Por Jesús Almendros Fernández
        
El cine nació como curiosidad científica.  A todos nos “suenan” nombres como el kinetoscopio inventado por T.A. Edison en 1894, ó el zootropo inventado anteriormente por Hoerner en 1834.     Eran  inventos que trataban de conseguir que se vieran imágenes en movimiento basándose en la persistencia de las mismas en la retina, hecho ya conocido por Ptolomeo, lo cual motivó que ya en el S. XI,  Al Hazen experimentase sobre ello y en el S. XVII se llegase a determinar que esta persistencia era de entre 1/10 y un 1/4 de segundo lo cual llevó al descubrimiento en dicho siglo de la linterna mágica con la que falsos magos impresionaron a las multitudes, dando lugar al nacimiento de espectáculos de sombras chinescas como las fantasmagorías con las que en 1797 Robertson entusiasmaba al público de París, pero a todos estos inventos les unía el movimiento que alguno de estos inventores consiguieron plenamente, aunque todos seguían adoleciendo del mismo defecto: debían de ser usados de forma individual.  Una persona a través del aparato podía conseguir ver imágenes en acción, pero eso no era lo que con el tiempo entenderíamos por “cine” que es poder ver de forma conjunta esas imágenes en movimiento, ver las escenas en una pantalla ante la que los espectadores, el público, se sitúa para verlas todos a la vez y todos a la vez emocionarse, divertirse….o aburrirse. 

Esto lo consiguieron los Hermanos Lumière, concretamente Louis, el 13 de Febrero de 1895 con su “cinematógrafo”. Pero incluso esto no era lo determinante del nuevo medio de expresión.   El 22 de Marzo de ese mismo año tiene lugar una proyección en el nº 44 de la calle Rennes en la Sociedad para el Fomento de la Industria Nacional, en París, en la que se proyecta la salida de los obreros de la fábrica Lumiere y el 1 de junio de ese mismo año se proyectan en Lion 7 films de los propios Hnos. Lumière y el 16 de Noviembre tiene lugar también una proyección en la Sorbona, pero fue, sin embargo,  el 5 de Diciembre de 1895 en la Avenue de Capucins cuando por primera vez la gente, pagando una entrada, entró a ver una proyección pública. 

El Cine había nacido y desde entonces ha continuado  desarrollándose, evolucionando y cambiando en muchos de sus aspectos y lo mas curioso es que poco a poco no está quedando nada de lo que durante este tiempo han sido sus señas de identidad así el soporte ya no es, o no lo es en muchos casos, el celuloide y cada vez es más frecuente que el público no se reúna en una sala para verlo. Ahora es más frecuente que los espectadores, por separado, individualmente o en pequeños grupos de familia o amigos vean las películas en sus pantallas domésticas.   Al principio, en los primeros años de vida del incipiente invento, los espectadores, el público,  acudía a ver estas, más que películas, escenas a verdaderas barracas de feria.    Después de pasar por taquilla se reían ante “El regador regado” o se enternecían ante “El desayuno del bebé” o se estremecían ante la “Llegada del tren a la estación de Lion” que parecía que iba a salirse de la pantalla y arrollar a los ingenuos espectadores.
   

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