MÚSICA CLÁSICA EUROPEA: LA ÓPERA (04) "Carmen"
Carmen, opéra cómica en cuatro actos de Georges Bizet
Libreto de Henri Meilhac y Ludovic
Halévy sobre una narración de Prosper Mérimée
Fue estrenada en la Opéra Comique de
París (Salle Favart) en 1875
La acción se sitúa en Andalucía hacia
1820.
ACTO I
En una plaza de Sevilla, donde se
levanta la Fábrica de Tabacos y el cuartel de un regimiento de caballería, un
grupo de soldados fuman y comentan la animación de las calles. Entra Micaëla,
una bella y tímida muchacha rubia, que pregunta al sargento Moralès por el cabo
don José. Moralès comunica a don José la visita de una joven y bella
muchacha –que el soldado identifica rápidamente con Micaëla – don José acaba de
llegar a Sevilla, aunque navarro de origen, se ha visto obligado a huir porque
en una disputa había herido a un muchacho.
En Sevilla se enroló en el regimiento
militar, mientras que su madre, que había recogido de pequeña a Micaëla al
quedar huérfana, vivía con ella en los alrededores de Sevilla para estar cerca
de su hijo. Las muchachas de la fábrica de tabacos salen fumando y
riendo, y aparece «Carmencita» nuestra protagonista, bella y provocativa. La
cigarrera canta la celebérrima «habanera» –«L’amour est un oiseau rebelle.
Al percibir que don José no la ha
escuchado, reacciona con irritación y, provocativamente, le tira a la cara la
flor prendida en su corpiño, como si de una bala se tratase. Entra de nuevo
Micaëla, que lleva a don José noticias, dinero y una carta de su madre. La
tierna escena entre el soldado y la ingenua y dulce muchacha cambia la
atmósfera y ambos evocan sus orígenes. Micaëla besa con ternura a don José de
parte de su madre; después lee la carta, en la que ésta le pide que vuelva y le
recomienda casarse con Micaëla.
Carmen y una tal Manuelita han discutido
y la gitana es detenida y enviada a la cárcel, utiliza sus artes de seducción
para hacer caer a don José y le canta, burlona, la conocida seguidilla «Près
des remparts de Séville», en la que le declara que su corazón está libre y
dispuesta a quererlo a él. La tierna declaración de la gitana vence la ya casi
inexistente resistencia del soldado. Cuando salen hacia la cárcel, ella le
propone en voz baja que cuando estén en el camino se deje abatir por ella y que
el resto es cosa suya, y pronto desaparece en medio de la sorpresa de todos y
las risas de las cigarreras.
ACTO I I
En la taberna de Lillas Pastia, lugar de
mala fama y guarida de contrabandistas, aunque también lo frecuentan oficiales
del regimiento, vemos a Carmen, con dos amigas gitanas, Mercédès y Frasquita.
Lillas Pastia recuerda a Carmen que el pobre don José, degradado y
encarcelado por su comportamiento, salió ayer de la cárcel, afirmación que
causa cierta impresión a la gitana.
Entran dos contrabandistas, el Dancaïre
y el Remendado, que se han puesto de acuerdo para trasladar a las montañas unas
mercancías desembarcadas secretamente en la costa y consideran que en la
expedición deben participar las gitanas, cuyo papel es decisivo para seducir a
los aduaneros. Pero Carmen anuncia con firmeza que no piensa ir con ellos, como
había hecho siempre, porque está enamorada de don José, encarcelado por su
culpa. Los contrabandistas opinan que la solución es que el soldado se una a la
cuadrilla. Se presenta don José en la taberna, pero el soldado hace valer
su sentido del honor, que le impide desertar.
En la siguiente escena de amor entre los
dos se evidencia la diferencia enorme entre sus caracteres. Ella le despierta
unos vivos celos y decide bailar sólo para él. Cuando el soldado detiene el
baile para decirle que debe partir irremediablemente al cuartel, tras sonar la
retreta, la irritación de la gitana es enorme y le insulta y ridiculiza. La
confesión de amor de don José es una página de gran belleza, en que le muestra
la flor que ella le había arrojado cuando se encontraron, que guarda en su
casaca. Carmen intenta convencerle de que deje el regimiento y huya con ella a
las montañas junto con los contrabandistas, pero el soldado rechaza la
vergüenza e infamia de desertar de su bandera y, haciendo un enorme esfuerzo
de voluntad, decide dejar a Carmen para siempre. El destino trastoca sus planes
y don José ya no tiene otra opción que unirse a Carmen y su gente. Ella lo
consuela diciéndole que ya se acostumbrará a la nueva vida y el grupo de las
tres mujeres y los contrabandistas reanudan a coro el elogio idealizado de la
vida errante de los que están fuera de la ley.
ACTO I I I
En un paraje montañoso, pintoresco y
salvaje, llegan los contrabandistas con grandes bultos. Una discusión entre
Carmen y don José, al margen de los otros, evidencia el gran deterioro de su
relación. Él le pide perdón por los reproches e impertinencias, ella no está
dispuesta a concedérselo e incluso le dice que le ama mucho menos que antes y
que acabará por no amarle. La gitana se va con las otras gitanas que están
empezando a interrogar a las cartas para adivinar su futuro y las tres mujeres
cantan el célebre «trío de las cartas», que en las amigas tiene un tono
juguetón y frívolo, pero que cambia bruscamente cuando es Carmen quien coge la baraja
y ve en ellas la muerte.
Comienza una lucha entre el torero
Escamillo y don José, el soldado no quiere sino morir o matar y cuando el
torero tiene la mala fortuna de resbalar y caer, se dispone a acabar con
él. La llegada de Carmen, que detiene su brazo, salva la vida del torero.
Escamillo da las gracias a Carmen, expresa a don José que luchará con él por la
mujer otro día y se marcha tras invitarlos a todos –en especial a Carmen– a la
corrida de Sevilla. La amenaza de don José a Carmen, al manifestarle que está
harto de sufrir, está repleta de amargura.
Cuando se disponen a salir advierten la
presencia de Micaëla. La muchacha trae al soldado un mensaje de su madre, que
quiere verle. Carmen le aconseja que se vaya con Micaëla, que el oficio de
contrabandista no está hecho para él, siendo la reacción de don José de nuevo
consecuencia de unos celos enormes, ya que considera que desea verle
desaparecer para correr detrás de su nuevo amante. Afirma que la cadena que los
une será hasta la muerte, y que no se irá, lanzándose en un nuevo ataque de
violencia sobre Carmen y echándola al suelo entre imprecaciones. Micaëla
consigue dar la noticia de que en realidad la madre de don José se está
muriendo y quiere verle y perdonarlo antes de su final. El soldado se ve así
obligado a seguirla, pero aún puede decir a Carmen amenazadoramente que
volverán a verse. Don José y Micaëla salen en una dirección y los
contrabandistas, con Carmen, por la contraria.
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