ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (167)
El Puerto de Santa María ha llevado
siempre a gala su historia. No es para menos: la ciudad cuenta con un rico
pasado que le ha hecho jugar un singular papel protagonista en las diversas
etapas del devenir histórico.
Los yacimientos excavados en el término
municipal representan una muestra de la antigüedad de la presencia humana en El
Puerto. El de Doña Blanca constituye un testigo excepcional de la importancia
de la ciudad púnico-tartésica allí descubierta. No menor relevancia tuvo el
área portuense en época romana. Existen indicios que confirmarían la hipótesis de
que el famoso Portus Gaditanus estuvo
aquí situado.
El período islámico significó la presencia de diversas alquerías en el término municipal, en torno a un núcleo principal situado a orillas del Guadalate (Alcanate o Alcanatif). A partir de éste, Alfonso X organizó la repoblación del territorio portuense tras la conquista cristiana de la zona. Surgió así Santa María del Puerto, la villa medieval de las Cantigas del rey Sabio.
A fines de la Edad Media, El Puerto, bajo
el poder señorial de los Medinaceli, fue la principal población del arco
litoral bajoandaluz y un punto de referencia obligado para las pesquerías del
norte de África atlántico. La producción de sus salinas contribuyó también a
hacer de El Puerto un auténtico emporio costero. Ya por entonces se asentaban
en la ciudad nutridas colonias foráneas, sobre todo genovesas y portuguesas,
que le conferían un marcado tono cosmopolita.
El papel de la ciudad en la estrategia
defensiva de la Monarquía Hispánica se puso de relieve a comienzos de la Edad
Moderna con el establecimiento a orillas del Guadalete del invernadero de
galeras reales y de la Capitanía del Mar Océano. Ambos hechos contribuyeron al
timbre y la gloria de la ciudad.
Pero el momento de mayor esplendor llegó en la segunda mitad del siglo XVII y durante el siglo XVIII, cuando el giro hacia las aguas de la bahía del comercio americano proporcionó oportunidades de enriquecimiento a la ciudad. Se reforzó entonces su carácter cosmopolita, de la mano de cargadores a Indias y comerciantes llegados de diversos puntos de España y Europa que contribuyeron a su prosperidad. Es entonces cuando surge la “ciudad de los cien palacios”.
La decadencia del comercio americano a
fines del siglo XVIII dio paso a una nueva etapa de esplendor, en esta ocasión
derivada de la moderna industria vitivinícola, que se mantuvo en auge hasta
casi nuestros días. Las bodegas, auténticas “catedrales del vino”, representan
el tipo arquitectónico que transformó la fisonomía de la ciudad.
Un rico pasado del que podemos
sentirnos orgullosos y que debe mantener siempre alto el compromiso con la
conservación de nuestro patrimonio histórico, cultural y monumental.
Juan José
Iglesias Rodríguez
Académico
de Santa Cecilia
Mucho pasado poco presente y mal futuro.
ResponderEliminarTodo pueblo debe conocer su historia, máxime si ésta es rica como la del Puerto. Cualquier esfuerzo en su divulgación debe ser bienvenido y no digamos, si viene de un catedrático de historia de reconocido prestigio.
ResponderEliminarEnrique Tapias
He disfrutado con la lectura de este ameno artículo que recorre la historia de nuestra ciudad en pocas líneas.
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