CINE. Películas que veremos

“8 APELLIDOS CATALANES”
“8 Apellidos vascos” fue una auténtica sorpresa en el cine español. Nadie se esperaba que tuviese el éxito que alcanzó simplemente por el sistema del “boca a boca”. Antes ya había habido casos similares.  Hace muchos años ocurrió con “El último cuplé” que lanzo a Sara Montiel al estrellato, un estrellato muy superior al que había alcanzado en Hollywood al lado de figuras de la talla de Gary Cooper o Burt Lancaster. Pero centrémonos en el caso de “8 apellidos catalanes”. Tras el éxito de los “8 apellidos vascos”, todo el mundo sabía que habría una segunda parte. No se sabía el título ni el tema pero si el director, Emilio Martínez Lázaro y los protagonistas, Dani Rovira y Clara Lago apoyados por Karra Elejalde y Carmen Machi  y todos ellos transformando en imágenes lo que se les ocurriera a los mismos guionistas de la primera, Borja Cobeaga y Diego San Jose. El reto era no defraudar a los millones de espectadores que fueran a verla para compararla con los “8 Apellidos vascos”. Aquella no fue una buena película y esta no tenía tampoco por qué serlo. Hay cine y cine, películas y películas. Nadie pretendía que fuera seleccionada para representar a España en los Oscar, nadie esperaba que fuese a los grandes festivales internacionales. Solo se trataba de ganar dinero y de paso hacer pasar a la gente un buen rato y sobre todo demostrar que aquel éxito no había sido una casualidad. Hay que asumir que no se pueden meter todas las películas en el mismo saco y que hay cine artístico, cine cultural y hay cine de consumo, cine basura, cine “kleenex”, de usar y tirar, como este.



De forma un tanto precipitada se gestó esta secuela de aquella, añadiendo a los actores de la primera nombres como Rosa María Sardá, Berto Romero o Belén Cuesta y si antes se hablaba de vascos ahora hablarían de catalanes. Desde la terminación del rodaje hasta el estreno, pasó muy poco tiempo, el que tuvieron para hacer una posproducción atropellada sin cuidar los detalles, sin mimar las imágenes, con errores de bulto como la inclusión de una secuencia de un tren de alta velocidad sacado de Dios sabe dónde o unos “cromas” descaradamente visibles.  La prioridad era estrenar antes de Navidad. Y se estrenó. Largas colas en las taquillas, salas llenas a rebosar, 755 salas en 402 2 multicines, más de 1,2 millones de espectadores y más de 8 millones de euros ingresados en taquilla, todo ello en el fin de semana de su estreno y para colmo la gente se divertía, reía y aplaudía al final de la proyección.


La historia se sitúa en Cataluña, en plena psicosis independentista, banderas esteladas, sardanas, castellets, todos los tópicos catalanes pero al igual que la anterior, dicho todo en tono amable, simpático, sin ánimo de ofender aunque, puestos a comparar, creo que salen mejor parados los vascos que los catalanes.




Hay escenas en que se les ha ido la mano y nos presentan situaciones disparatadas, grotescas e inverosímiles como la de Dani Rovira llevando sobre sí a Karra Elejalde para librarle de pisar Madrid y que para llegar a Sevilla había ido en barco rodeando Portugal para no atravesar Madrid. Situaciones inverosímiles de este tipo que no aportan nada a la película y la convierten a ratos en pura astrascanada.


Un Karra Elejalde con mas papel que el que tenía en “8 apellidos vascos”, un Dani Rovira menos natural y menos simpático que en la anterior, una Carmen Machi tan buena actriz como siempre y una guapísima Clara Lago a la vez que unas discretas interpretaciones de los las nuevas caras, consiguen superar la prueba y gustar a la gente, al gran público que no que se va a fijar en la calidad de la película ni en sus intenciones económicas, políticas o artísticas sino que se conforma con pasar un rato divertirse y olvidarse durante un rato de lo que sin duda volverán a ver en la T.V. cuando lleguen a casa.
                                                                           Jesús Almendros Fernández
Socio colaborador de la Academia

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