ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (276)
La dama eterna
Sufrimientos,
placeres y vicios del hombre medieval han quedado grabados de forma vívida en
la poesía lírica de la Edad Media. La influencia de este innegable sentimiento de plasmar en papel la
profundidad del ser va a tener una influencia en la evolución de la música, que
desarrollará hasta su esplendor la canción monofónica.
El
origen de la figura del trovador surge entre la región francesa al sur de Loira
y al oeste de los valles del río Ródano, tal vez por la relativa paz y
prosperidad de la región en conjunto, la riqueza y el lujo que gozaba la
aristocracia, la pervivencia de la cultura latina, o el contacto con los
musulmanes en España… todas estas causas probables dejan como resultado una
rica poesía lírica en lenguas modernas en Europa Occidental de la mano de los
Trovadores.
La primera denominación común de las canciones de trovadores en
lengua vernácula serán los vers. Esta lengua recibe varios nombres: langue
d’oc, provenzal, ambos nombres parten de la existencia de las antiguas
provincias del sur de Francia conocidas como Provenza y Languedoc.
La canción monofónica en España debe ser considerada una rama directa del
movimiento trovadoresco. El contacto entre familias reinantes del sur de
Francia y los reyes españoles era asiduo y estrecho. Las grandes comitivas que
acompañaban a estos gobernantes en sus muchas visitas mutuas incluían
trovadores y juglares. Los trovadores franceses encontraron una pronta acogida
en las cortes españolas, y el provenzal se convirtió en la lengua de la poesía
hasta que en el siglo XIII la lengua vernácula de la Península Ibérica hará su
aparición. Los ejemplos más antiguos pertenecen a las siete canciones de
amor de Martín Codax, cuyos poemas eran en galaico-portugués.
El grupo “Riches d’Amour” está formado por: Alberto Barea, Ronda, 1973. Profesor
Superior de Lenguaje Musical, especialista en música antigua, en Dirección de
Coro y Orquesta bajo la tutela de Laszlo Heltay, en canto con Gilles Schneider,
Técnico de sonido por la escuela Microfusa de Barcelona, y compositor. Fundador
del grupo “Riches d’Amour”, con el que realiza una labor de investigación centrada
en el Renacimiento temprano y.
Carmen
Hidalgo,
Sevilla, 1978. Estudia en el Conservatorio Superior de Sevilla en la
especialidad de Violoncello, y tras poseer conocimientos suficientes se
especializa en la música antigua estudiando viella medieval con Alejandro
Tonatiuh, Ars subtilior con Anna Danilevskaia y violas renacentistas con Carles
Magraner. Recibe clases de canto de Barbara Zanichelli.
Ambos son miembros del grupo
“Artefactum”, con quienes participa en la búsqueda de la música medieval en
todo su esplendor, tanto vocal como instrumental, investigando los sonidos de
los instrumentos propios y buscando el oficio de Trovadores y Juglares a través
del tañir de instrumentos de toda índole, de los que cabe destacar el organeto,
la viola de rueda, flautas, dulzainas, chirimías y la rota.
Alberto Barea Tejada
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