Semblanza del Poeta, JUAN ANTONIO VILLARREAL PANADERO, Académico de Bellas Artes Santa Cecilia


Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla
Como profesor de Lengua y Literatura Española, ha dedicado su vida a la enseñanza en diversos centros de la provincia, finalizando su vida docente en el IES Pintor Juan Lara.
Profesor titular del ISCRA, Diócesis Asidonia-Jerez. 
Presidió la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia durante cuatro años.
Actualmente está jubilado. Ahora el problema es que nunca tiene un día libre.

Ha formado parte de la ponencia de la asignatura de Literatura Universal para el control y seguimiento de las pruebas de Selectividad como representante de los institutos de la provincia de Cádiz.

Ordenado diácono permanente en el año 1992 por el obispo de la diócesis de Jerez, D. Rafael Bellido, tras recibir formación teológica durante seis años.
Desde 1995 ejerce su ministerio en la Pastoral Penitenciaria como capellán de la prisión de Puerto I. 

Como escritor ha publicado poemas en revistas literarias y en diversas antologías. En el año 2013 publicó el poemario "Desde lo hondo", libro de sonetos que pretende reflejar su experiencia y buena parte de su vida acompañando durante más de veinte años a los presos intentando de dar voz a los reclusos y a sus sentimientos, causados por la pérdida de libertad.

 
Soneto del poemario “Desde lo hondo”

“Umbrío por la pena, casi bruno…”
El otro día leí que un tal Miguel
Hernández escribía. Y, como él,
Yo que tanto dolor también reúno,

molesto visitante inoportuno,
noto que ya me aflora por la piel.
Y, por la boca, con sabor a hiel,
vomito mis pesares uno a uno.

Negras, como la pena, mis entrañas;
negra, como la noche, mi persona.
Ay, corazón, no sé por qué te extrañas

si tu carne se seca y se acartona,
pues, harto de mentiras y patrañas,
hasta el dolor me odia y me abandona.

Está convencido de que, el cristianismo no está en la cabeza sino en el corazón. No está en el credo, ni tiene que ver con lo que puedas decir o pensar. Está en cambiar tus hábitos de vida.
Se trata de la entrega hacia los necesitados. Acuérdense de la parábola del buen samaritano (Evangelio de Lucas 10.29-37): El sacerdote y el levita pasan de largo. Quien recoge al judío apaleado es el samaritano, lo lleva a una posada para que pudiera restablecerse completamente. A la mañana siguiente, el samaritano le dio dos denarios al posadero para que lo cuidara y le prometió que le pagaría en el camino de regreso por cualquier otro gasto. En esta parábola la respuesta de Jesús no es abstracta sino que señala claramente quien es el prójimo: El necesitado.
El cristianismo es amar a tu prójimo, al igual que la poesía, simple y compleja como el amor. 

Otro de sus poemas:
Recité un poema al viento
y el viento se lo llevó.

Leí mi poema al tiempo
y el tiempo le destruyó.

Fui al mar con mi poema
y la marea lo arrastró.

Canté el poema a la lluvia
y el agua lo emborronó.

Le dije mi verso a un pájaro
y el pájaro se alejó.

Grité al cielo mi poema
y en el cielo se perdió.

Recité mi canto al hombre
y el hombre le disparó.

Le leí mi verso a un niño
y el niño…me sonrió.


Dos primeros cuartetos de uno de sus poemas
Hacer clic sobre la imagen para ampliar


¡Qué inmensa alegría descubrir a Dios en un preso!

                                                                               Hacer clic sobre la imagen para visualizar el vídeo

Gonzalo Díaz-Arboli
Académico de Santa Cecilia




Comentarios

  1. No son las palabras, que son bellas, es el corazón que habla y ama. Gracias Gonzalo por traernos hoy al porta y amigo Juan Antonio.

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