Paseando con un poeta: José de Espronceda

    Intentaba situarme, saber dónde me encontraba, no tenía clara mi llegada a tal lugar. Recordaba que había pedido entrevistarme con el gran poeta romántico José de Espronceda y Delgado, poco más. Ahora estaba sentado en un sillón ─algo tosco─ todo de madera con gruesos reposabrazos en una habitación ─¿o acaso una celda?─. Miré a mi alrededor, el poeta estaba conmigo, se movía inquieto por el recinto y hablaba sin parar. A mi lado había una mesa, bueno, un tablero con cuatro patas, no más. Un vieja antorcha apagada colgaba de la pared frente a mí, la poca luz entraba por un ventanuco de poco más de dos cuartas de ancho y unas tres alto, y por allí veía un trozo de azul. ¿Y la puerta? ¡Allí no había ninguna puerta! Miré detrás, pero tampoco había salida alguna. Atendí con la vista otra vez al poeta, que seguía con su apasionamiento verbal, no podía escuchar bien lo que hablaba, hasta mí llegaba un rumor ininteligible. Cerré los ojos con fuerza y apreté mis manos agarrándome al sillón; estuve así unos segundos. Cuando abrí los ojos no observé ningún cambio pero sí tenía más agudeza, escuchaba algunas palabras con más claridad, y me di cuenta que la estancia era octogonal, con paredes de piedra arenosa.
    Pueden creer que me asusté mucho cuando se detuvo, dirigió la vista hacia la pequeña oquedad y recitó con voz enfática, muy grave, e impropia de su edad:
    Me gusta ver el cielo
con negros nubarrones
y oír los aquilones
horrísonos bramar,
me gusta ver la noche
sin luna y sin estrellas,
y sólo las centellas la tierra iluminar.

Me agrada un cementerio
de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno
que impida el respirar,
y allí un sepulturero
de tétrica mirada
con mano despiadada
los cráneos machacar.
...
   
    Los versos eran de su poema "Deseperación", obra de tono dantesco y lúgubre, característico, de algún modo, del poeta extremeño, nacido en Almendralejo.  
    Su corta vida presenta tres facetas que no se pueden ver de manera separada: la amorosa, la política y la literaria.  Para comprender su tarea poética, su biografía debe ser analizada como una mezcla de esos tres aspectos que toman cuerpo continuamente en su obra artística.
    Nacido en 1808, era hijo de un coronel que luchó en la Guerra de la Independencia contra los franceses. Estudió en Madrid en el colegio de Alberto Lista. Allí ya dio muestras de su carácter rebelde e indisciplinado. Fue muy participante en luchas políticas, huyó a Lisboa en 1836 donde conoció a Teresa Mancha ("Canto a Teresa") que le inspiró hermosas composiciones:
¿Por qué volvéis a la memoria mía,
Tristes recuerdos del placer perdido,
A aumentar la ansiedad y la agonía
De este desierto corazón herido?
¡Ay!, que de aquellas horas de alegría
Le quedó al corazón solo un gemido,
¡Y el llanto que al dolor los ojos niegan,
Lágrimas son de hiel que el alma anegan!
...
    Orador fogoso, diplomático en La Haya, obstinado conspirador, guerrillero en  Navarra, diputado en Cortes... y hasta secuestrador. Recordemos que estuvo en París luchando en las barricadas en la revolución de julio de 1830, entretanto Teresa se había casado con un comerciante bien situado, cuando el poeta regreso a España la raptó y se fugó con ella.
    Seguía hablando sin parar, casi compulsivamente, moviéndose mucho, yo no lograba entender sus palabras; por algunas, pocas, que me llegaban creí adivinar que su perorata tenía que ver con la política. No encontré ninguna posibilidad de preguntarle algo. De cara pálida, de cejas muy negras, finas y rectas, nariz algo picuda y pelo largo suelto, peinado con la raya en medio.  Con la frente despejada llamaban la atención sus largas pestañas; bigote no demasiado poblado y perilla unida a una barba discreta.
    Sentí una creciente desazón al recordar que allí no había ninguna puerta, quería salir, quería terminar aquella extraña y malograda entrevista. Cerré otra vez los ojos con fuerza y sin saber cómo ni por qué empecé a recitar con extraña entonación:
...
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
...
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
...
   Algo así como una fuerte sacudida me hizo saltar de aquel sillón. Oscuridad y silencio; unos instantes. Me froté los ojos con ambas manos, un fuerte sol me aturdía la visión.

Ignacio Pérez Blanquer
Académico electo de Santa Cecilia
Abril de 2012


Post scriptum:
Me complace dedicar este escrito a mi amiga, e inconstante poetisa, Gema Navarro-Pingarrón. Quizás este "paseo" con un poeta extremeño ─como ella─ le proporcione el impulso necesario para seguir tejiendo bellos poemas.

Comentarios

  1. Fantástico.
    Me gustaría tener todos los artículos juntos, se publicaran en pdf-acrobat??

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    Respuestas
    1. Sí, tenemos previsto hacer un publicación en .pdf de todos los artículos cuando acabe la serie. Gracias por su interés.

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  2. Ignacio, MARAVILLOSO, soy Encarna, y no consigo poner mi nombre, así que como anónimo, pero ya lo arreglamos para el próximo.
    Me gusta la etapa de Teresa Mancha, supongo que seria extremeña por el apellido pues de Guareña ó así, las poesias de esa etapa mejores, las otras más tétricas, pero tu paseo estupendo, gracias por compartirlo.

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  3. Muchísimas gracias Ignacio. Tu artículo, como siempre, una verdadera delicia. Y en este caso doblemente agradable por haberlo dedicado a mi persona. Intentaré hacerte caso y seguir castigando a mis amigos con un "simulacro" de poesías llenas de la mejor intención. Un abrazo afectuoso.

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    1. Gema tus poemas son todo menos un castigo, y en el caso que así fuera, al menos yo estoy encantada con mi suplicio.

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  4. Es magnífico como siempre. Es una delicia cuando llega el viernes y ya sabes de antemano que vas a disfrutar leyendo estos paseos literarios.

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  5. Me pasa como a Rocio,espero el Viernes con ansia.Gracias maestro,cada paseo es un deleite.
    Por cierto,me alegro muchisimo de la dedicatoria aunque no se si la merece,ultimamente es otra jarona y no puede castigarnos de ese modo.
    Vamos Gema,vuelve por favor y haznos disfrutar tanto como hace Ignacio una vez a la semana.

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  6. Como todos los viernes yo también espero con impaciencia el paseo con el poeta, siempre me pregunto: ¿qué poeta nos traerá y cómo será su paseo con él? Siempre acabo agradablemente sorprendida y esperando con ansia el siguiente viernes con el siguiente paseo.

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  7. Empieza bien mi mañana de fin semana con la lectura de Esproceda. Gracias.

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