ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (69)
El 23 de junio de 1912 nacía en Londres Alan
Turing, reconocido como uno de los padres y pioneros de disciplinas científicas
tan actuales como Informática, Inteligencia artificial, Robótica y Automática.
En este año 2012 el mundo científico universal se desborda para conmemorar su
nacimiento. También en España se recuerda a bombo y platillo. Y todo ello muy
bien. El conceptualizador de lo que en la actualidad se denomina máquina de Turing, base de los ordenadores actuales, con la introducción de los
conceptos de algoritmo y de calculabilidad; el proponente del hoy
denominado test de Turing para
averiguar si una máquina es o no inteligente; el impulsor de la autonomía de
los robots y el introductor de las máquinas conexionistas, merece el recuerdo,
el homenaje, el estudio de su obra y la reflexión sobre ella; todo esto.
Y
merece, además, la gratitud de la humanidad, no sólo por tanto concepto
matemático como aportó a la historia del conocimiento ocupando lugar
preeminente en la ciencia del siglo XX, sino también por el importante papel
que desempeñó para descifrar los mensajes codificados que se intercambiaban los
mandos nazis, facilitando el acortamiento de la II Guerra Mundial
y consecuentemente reduciendo el número de víctimas de la misma. Y más aún, merece
también que se le haga a título póstumo una solicitud de perdón por el triste
final de su vida. Por su condición homosexual fue procesado, condenado y
sometido a castración química elegida por él frente a la cárcel, de manera que
sometido al repudio social y a secuelas físicas y psíquicas acabó suicidándose
por envenenamiento con cianuro. Es decir, merecedor de homenaje, de
reconocimiento, de gratitud y de solicitud de perdón.
Todo
esto está muy bien, y debe ser así. Pero con unas condiciones mínimas.
Primera.
Que no se olvide que el padre e inventor de la Automática fue el ingeniero
español Leonardo Torres Quevedo que inició, precisamente en el año del
nacimiento de Turing, la construcción de su ‘primer ajedrecista’, la primera
máquina que automáticamente jugaba un
final de partida de ajedrez, dando jaques y mate al rey contrario con torre y
rey, ajedrecista que presentó en París
en enero de 1914 ante el asombro de los académicos franceses que ya habían
reconocido anteriormente sus máquinas de calcular algébricas y con asombro, en el
año 1911, visto su dirigible, el ‘Astra-Torres nº 1’ , encabezar el desfile nacional
del 14 de julio por los Campos Elíseos rumbo al Arco del Triunfo.
Segunda.
Que se recuerde que los conceptos básicos de Automática y Robótica quedaron
establecidos por Torres Quevedo en su Ensayo
sobre Automática en 1914, más de veinte años antes de que Alan Turing iniciara
su extraordinaria senda.
Y
tercera, y quizás sobre todo, que los españoles –al menos los españoles- cuando
festejemos a Alan Turing sepamos que antes de éste, bastante antes, inició con
notable éxito estos caminos Leonardo Torres Quevedo. Ya hacemos bastante el papanatas cuando a los dirigibles los
llamamos zeppelines siendo así que
los torresquevedos utilizados por los
aliados en la I Guerra
europea o mundial desplazaron a los zeppelines
en la segunda década del siglo, y desaparecido de la escena competitiva
mundial don Leonardo, ya a finales de la década de los veinte, se impusieron
los nuevos dirigibles alemanes que acabarían su gloriosa presencia con el
estrepitoso fracaso del Hinderburg en llamas sobre Nueva York.
¿Cuándo
vamos a introducir en nuestro lenguaje científico el autómata torresquevediano; cuándo el aritmómetro torresquevediano que fue el auténtico primer ordenador
del mundo en el sentido actual, 1920, también presentado en París; cuándo el telekino torresquevediano, primer
dispositivo de mando a distancia, etc.
Lo cortés y la justicia con Turing no nos eximen de la nobleza y de la verdad
con Torres Quevedo. En ningún lugar, pero menos en España, cuando se hable de
Turing puede no citarse a Torres Quevedo, que lo precedió en prácticamente todo
como primer pionero en estos ámbitos y estableciendo en todos ellos lo
primordial, lo antecedente.
Francisco González de Posada
Académico de Santa Cecilia
Muy atractiva la figura de Torres-Quevedo. No se podría dedicar un post a la semana a la ciencia???
ResponderEliminarGracias.
Es difícil, nuestra tarea es difundir todas las artes y somos pocos en el empeño. Por un comentario anterior hicimos este 'post'.
EliminarEn el ciclo 'Los martes de la Academia', el 31 de julio un doctor en física impartirá una conferencia; -el próximo 6 de julio la Toma de posesión como académico de un físico. Le prestaremos más atención.
Muchas gracias por su interés.