«Desde 1850»: Philip Pearlstein

    Cuando llegué a casa de Gustavo estaban Aurora y Lina. Me dijeron que Elisa había salido de compras y que regresaría más tarde. El ambiente era muy agradable, con mucha diferencia respecto al calor agotador que hacía en la calle. Me incorporé a la conversación procurando no interrumpir la perorata de Gustavo que las jóvenes escuchaban con atención y creo que con deleite.
    ─Desde luego el arte no es una profesión común y corriente ─decía─, quizás habría que definirla con más precisión, pienso que es como una religión empresarial  ─hizo una pausa y miró a Lina y Aurora para ver qué impresión les causaba la frase─, no cabe duda de que posee posibilidades de enriquecimiento espiritual pero a la vez existe una componente empresarial; como la de una empresa particular que actúa inmersa en el mundo capitalista.
    Aurora, con su aguda percepción, intervino diciendo:
    ─Sí. Creo que cuando alguien comienza su relación el arte parte de una visión puramente idealista, lo ve como una peculiar vocación casi religiosa, aunque internamente espera una retribución económica y personal que va, incluso, más allá de la pura satisfacción interior. ¿No?  ─terminó con esa interrogación dubitativa.
    Lina seguía muy atenta todas las palabras y señaló:
    ─Pero ahí hay cosas que están en contradicción ─y se preguntó─: ¿cómo se combina la satisfacción artística, espiritual, con las ganancias? ¿No provoca esto angustia y desconcierto en el artista?
    ─Indudablemente que eso sucede ─puntualizó Gustavo─ y además el que se inicia en el mundo del arte pocas veces asume que tiene ansias de poder y reconocimiento.
    Aurora, que casi no pestañeaba, dijo:
    ─Esto me aclara bastantes ideas y me indica el por qué muchos de los que entran en el mundo del arte con mayores impulsos espirituales que crematísticos terminan decepcionados en poco tiempo. Y sin embargo, otros con más pragmatismo y con menos intereses de carácter espiritual se meten en ese mundo con una mayor velocidad.
    Gustavo se pasó el dorso de la mano derecha por su frente como arrastrando una imaginaria gota de sudor y comentó esto:
    ─Muchos pensarán que el que una actividad tan vital, y de tanta transcendencia para el espíritu, como es el arte, tenga que estar sujeta a condicionantes económicos es un asunto desafortunado. Pero es así y así hay que aceptarlo.
    Lina, sonriendo, bromeó:
    ─¡Claro! De la misma manera que los monjes tienen que aceptar las reglas de la orden, ¿no es así?
    Aurora rió de buena gana y le contestó haciendo gestos afirmativos.
    En ese momento llegó Elisa con la noticia de una nueva exposición con obras del artista norteamericano Philip Pearlstein. Gustavo acogió la nueva con satisfacción y comentó que este pintor siempre le había gustado. Pearlstein se encuadra en la escuela realista contemporánea, fue unos de los innovadores de esa escuela realista. Nació en Pittsburgh (Pennsylvania) en 1924. Estudió en el Carnegie Institute of Techology y se graduó en Historia de Arte en New York University.
    ─¿Te acuerdas? ─preguntó Elisa dirigiéndose a Gustavo─. En el 2010, vimos su obra  "Modelo femenina sobre alfombra oriental con espejo" en una exposición colectiva en el Thyssen-Bornemiza.

    ─Recuerdo, sí ─respondió Gustavo─ pero no en el 2010, fue en el 2009 que participó en una exposición colectiva llamada "Lágrimas de Eros" organizada por el Thyssen y la Fundación Caja Madrid ─hizo una breve pausa, puso gesto de querer recordar algo y añadió─: Siempre me llamó mucho la atención porque en sus obras muestra una gran destreza para el manejo del desnudo femenino, con extraordinaria precisión y presentando siempre perspectivas diferentes del cuerpo humano.
    Con cautela, temiendo equivocarse, Aurora preguntó:
    ─¿No fue Philip Pearlstein gran amigo de Andy Warhol en la universidad y le acompañó a Manhattan más o menos en la mitad del siglo pasado?  Creo que en los inicios de su carrera pintó muchos paisajes, ¿no?
    Intervino Elisa para completar la información:
    ─Sí, tienes razón, él y Warhol compartieron muchas peripecias artísticas y fueron compañeros de apartamento en Manhattan en 1949.  También es cierto que al comienzo de su carrera pintó Pearlstein muchos paisajes, en los que se solían ver laderas con piedras muy angulosas con sombras, formas y con una claridad exagerada. En cierto sentido, sus desnudos son también paisajes. Trataba el cuerpo humano, como un fenómeno natural. Alguien dijo que en sus cuadros Pearlstein mostraba la desnudez desapasionada.
    Lina, con su acostumbrada espontaneidad, acabó la conversación con la siguiente aportación:
    ─¿Sabéis? A mí, los desnudos que pinta este hombre, me parecen como los pimientos o las calabazas de un bodegón.
    Quizás Lina tenía razón... Desnudez desapasionada, fenómeno natural, paisaje, piedras angulosas...
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia


Algunas obras de Philip Pearlstein en un vídeo de Youtube:

Comentarios

  1. Buenos días que gusto tomarte el café mientras te leo¡¡ ¡¡Me ha encantado el artículo de hoy y estoy completamente de acuerdo con lo que se ha dicho. Cierto es que de lo espiritual solo no se come...sé de unos cuantos artistas que van de bohemios y especiales y cuando los conoces te das cuenta que solo es una táctica de venta...como sabes estoy asomando mi cabecita, bueno más bien mirando por un agugerito este mundillo y se ven cosas que según cómo te las tomes pueden ser divertidas.
    Philip Pearlstein, no sabía cómo se llamaba..había visto algún cuadro de él y me llamaba la atención la luz , parece la de un gran foco, también me sorprende sus modelos, sus desnudos, feas, gordas, flacas....y todas parecen bellas...o lo son?? Esos desnudos me recuerdan a las tallas de madera , a la policromía, creo no confundirme,esos huesos tan marcados, las rodillas...es como si las personas fueran entre humanas y estatuas...me gusta como introduce un Miki Mousse, por ejemplo, en su obra y no queda mal, no parece ni un cuadro infantil ni una "horterada"...como me pasa muchas veces no encuentro las palabras acertadas pero siempre espero que se me entienda¡¡ me ha gustado este pintor porque pinta¡, a mi marido no, me ha dicho dibuja muy bien pero no me gustan los cuadros, no lo pondría en mi casa. Pues yo sí. Un beso y gracias por enseñarme algo mas.

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  2. Magistral post que me descubre otro pintor que desconocía. Philip Pearlstein forma parte de una generación de pintores norteamericanos que llaman la atención por la franqueza y sinceridad con la que pintan. Su color y su técnica me recuerda a las ilustraciones de algunas revistas de los años 50, con un procedimiento muy visual, con una utilización de la luz, el color y las formas muy rotundas y vivas.
    Respecto a la conversación que mantienen los personajes sobre el papel que tiene el factor económico en el arte, creo que aunque los creadores quieran mantenerse fuera de los mercados eso es algo imposible en esta sociedad y aquellos que lo propugnan o "se mueren de hambre" o es una treta publicitaria.

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  3. Carmen R. G.
    Bonitos articulos que enseñan y son entretenidos, cuando una se los lee todos resulta que ha aprendido bastantes cosas del arte actual y de pintores importantes pero que aquí no se conocen mucho. La Academia se ve que está haciendo un buen trabajo para el Puerto y por la cultura, enhorabuena y a seguir así, gracias por todo.

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  4. Mi lectura favorita del sábado. Muchas gracias.

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