EN TORNO A "EL CASCO HISTÓRICO"
El Casco Histórico y el “Encuentros…” de nuestro académico
Leopoldo Jiménez.
Mi amigo
y compañero Leopoldo ha suscitado un gran debate con su esclarecedor Encuentros… del pasado día 9 de Abril.
Desde mi situación de portuense expatriado, siento enormes deseos de intervenir
en el mismo, creo que la lejanía mitiga en cierta medida la subjetividad que
lleva implícita cualquier confrontación dialéctica de carácter local.
Lo
primero a destacar es que estamos ante un texto lleno de moderación y sensatez, con la enorme
virtud de no ir contra nadie. Su denuncia es genérica e indefinida en el tiempo.
De las respuestas habidas me han sorprendido tres denominadores comunes: 1º. Que
los responsables políticos se sientan tan directamente aludidos y de ahí su
reacción a la defensiva, cuando lo expresado está lejos de incriminarlos como
los primeros y únicos responsables de la situación denunciada, lo que si
manifiesta es que el atávico marrón
les ha tocado a ellos. 2º. Que a la mayoría de las personas a las que les ha
gustado el mensaje, lo interpreten como una clara y exclusiva critica a los actuales
gestores municipales. 3º. La añoranza que reflejan muchas repuestas, recordando
un pasado portuense idílico en el que el Centro Histórico estaba bien
conservado, habitado animado y divertido, y me pregunto ¿a qué época se
refieren estas morriñas?, ¿son recuerdos ilusorios?
Leopoldo
denuncia una situación sobrevenida desde tiempo inmemorial, con la visión de un
titulado superior universitario en economía, que ha dedicado su vida profesional
entre otras muchas cosas, a diseñar a escala internacional planes y estrategias
para hacer viable que un producto o servicio sea entendible, apetecible y
deseable hasta tal punto como para que un inmenso numero de personas de
diferentes naciones y culturas les merezca la pena emplear parte de su
patrimonio en adquirirlo y además los planes incluyen un seguimiento de la
transacción para comprobar que el disfrute del producto o servicio supera con
creces las expectativas que sobre los mismos imaginaba el adquiriente.
Desde esta visión ha tratado de exponer que la repoblación del desolado Centro Porteño, solo se puede llevar a cabo, si se crea un marco factible que haga atractivo a la iniciativa privada establecerse en estos céntricos lares, ya sea con fines empresariales o residenciales. Asumo que el significado del concepto re-habitar, consiste en crear la suficiente atractividad del Centro, para que a potenciales repobladores les resulte apetecible y rentable asentarse en él. El nudo gordiano aparece cuando se plantea, como demonios, se pueden compatibilizar los conceptos re-habitar y rehabilitar, entendido este último como la reparación y consolidación de los edificios del centro histórico, sin que pierdan un ápice de sus hechuras originales y muy especialmente su aspecto exterior.
Una
sencilla exégesis del texto me lleva a afirmar, que la solución que Leopoldo
plantea, es la de encontrar un imaginativo compromiso entre los intereses
asociados a ambos conceptos, para que así puedan convivir con normalidad. Es
decir compatibilizar los legítimos intereses que demanda el correcto
mantenimiento de nuestro Patrimonio histórico-artístico, con el también legítimo
derecho de ocupar y adecuar estos lugares protegidos, de forma que cuenten con
los requerimientos exigidos para el ejercicio empresarial competitivo o cumplan
con los parámetros de habitabilidad que demanda el siglo XXI.
Alcanzar
este equilibrio es condición sine qua non,
ya que sin repoblación pondríamos en riesgo de desaparecer el legado que
pretendemos proteger. Establecido el escenario, hay que pasar a definir quienes
son los actores y con que papeles deben actuar. El papel más relevante de la
función pública es el de contar con un marco legal estable como herramienta
para arbitrar y administrar el referido compromiso. La normativa debe evitar
rigideces burocráticas, procurar simplicidad y brevedad en los trámites y reglas
flexibles que permitan analizar caso por caso con imaginación y originalidad. Además
este marco debería ser fruto del consenso entre las fuerzas políticas más
representativas, con el fin de proporcionar en el tiempo seguridad jurídica a
lo acordado. Nadie emprendería un asentamiento en el Centro, si no hay
confianza en que el gobierno siguiente va a respetar el marco establecido, y por
favor nada de subvenciones que son un atractivo para picaros y pillos. La
actuación principal la protagoniza la iniciativa privada y su papel es Hamletiano: correr o no correr la aventura de emprender asentamientos en
nuestro Centro Histórico, ya sea con fines empresariales o residenciales, tras evaluar
su viabilidad económica y hacer un análisis realista de los riesgos a asumir.
Tengo la sensación, que a un gran número de posibles lectores de estas reflexiones, les parecerán voluntaristas y utópicas y pensaran que vivo en “El. País de las Maravillas”, sobre todo, si se preguntan de donde sacar los recursos financieros necesarios para sufragar la puesta en escena de los papeles citados, habida cuenta, que una de las tragedias de nuestro pueblo es su ancestral carencia de tales recursos. Como consuelo podemos contentarnos con un consejo que me daba mi tía abuela María Muñoz Seca, la primogénita de la saga: “Hay que pretender llegar a Cardenal para quedarse de Capellán de monjas.” En otras palabras, iniciemos el camino para hacer algo de lo expuesto por Leopoldo, aunque suene a insuficiente.
Joaquín
Solís
Académico
de Santa Cecilia
Aravaca 21-4-2013
Cuando Nerón incendió Roma fueron muchos los que huyeron y muy escaso el personal que intentó sofocar las llamas, al final el fuego fue el que obtuvo la victoria y Roma se convirtió en cenizas. Me temo que, salvando las distancias, nuestra situación tiene alguna similitud. El Puerto va a la ruina, y se huye o se mira hacia otro lado. Pocos, o muy insuficientes, son los que se aprestan a apagar el incendio devastador, y muchos los que huyen. ¿Alguna conclusión?
ResponderEliminarPara poder solucionar cualquier problema con una mínima garantía de éxito, es necesario estudiarlo en su profundidad, descubrir su origen. Sólo desde esta perspectiva se podrá encontrar las medidas adecuadas para resolver la situación. Es muy complicado, por no decir imposible, encontrar la cura a una enfermedad sino conocemos las causas. Pues esto que parece un pensamiento de niños de primaria y/o de personas con un mínimo de entendimiento no suele ser una doctrina con muchos seguidores en el mundo político, y menos si éstos se encuentran en el poder.
ResponderEliminarEn el caso de la situación pésima, deprimente y moribunda en la que se encuentra nuestra ciudad,la mayoría de la ciudadanía sí se ha percatado del trauma e incluso asumen su parte de responsabilidad, pero ¿Y los políticos? Para no perder la costumbre bien arraigada "escurren el bulto", acuden a discursos ideológicos y exculpatorios, con el único fin de no hacer nada.
La verdad es que desde aquí se empieza a hacer algo aunque no soy nada optimista, creo que el Puerto está demasiado echado a perder y hay poca gente interesada en participar y arrimar el hombro en lo que se pueda. Nuestra particular forma de ser no ayuda a que se tomen las cosas con el interés suficiente. Una idea que se me ocurre es enviar el enlace de esta página a amigos y conocidos del Puerto para que la gente se vaya enterando de que hay que hacer algo y se informe.
ResponderEliminarLo que hay que hacer es un gran debate sobre elPuerto, sobre su situación y sus posibilidades de arreglo, si es que hay alguna.
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