ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (151)
La
controversia: Público o Privado
Sé que me
estoy metiendo en un jardín muy espinoso del que puedo salir escaldado pero
asumo el riesgo. He percibido en mis estancias portuenses dos pensamientos de
mis paisanos bastante generalizados y que en cierta medida encierran una
contradicción. Por una parte existe una tendencia muy extendida, a achacar
todos los males que padece la ciudad a los administradores de la cosa pública y
por otra constato un sentimiento muy amplio favorable a que los servicios
esenciales del llamado estado del bienestar: la sanidad, la educación, el
fomento del empleo o la gestión del medio ambiente estén en exclusiva en manos
del sector público. Expresiones tales como la sanidad no se vende, la educación
no es un negocio etc. son para muchos los nuevos dogmas, lo cual resulta a
todas luces paradójico.
Esta
disyuntiva no es asunto nuevo, ya el
Doctor Angélico en el siglo XII con la clarividencia a la que se debe su apodo,
analizó en profundidad este tema que definía como “El derecho a la potestad de gestión y disposición de los bienes y el
uso de los mismos”. En otras palabras, el derecho a la propiedad que hoy se
circunscribiría a la prestación de servicios y a la explotación de bienes de
producción. A primera vista, la doctrina tomista nos sorprende por su
radicalidad. Asevera que el disfrute al derecho de la propiedad solo se
justifica en la medida en que esté orientado al bien común, advirtiéndonos de
los peligros que conlleva su gestión por la vía privada, porque: “Por su propia causa fomenta el afán de lucro, que no conoce limites,
sino que tiende al infinito” considera que sólo será licito este afán, si está ordenado al servicio del interés
público para que no falten las cosas necesaria, esto último constituye el
papel clave que les toca a los políticos
y completa el escenario añadiendo: A la
justicia (hoy diríamos a la política)
pertenece ordenar al bien común las cosas que son de las personas privadas.
Además Santo Tomás admite que en caso de
extrema necesidad para la subsistencia, es lícito satisfacer tal necesidad con
cosas ajenas sustrayéndolas manifiesta u ocultamente. En fin que los
“Marinaledos”, con o sin razón, esto lo dejo al criterio del lector, son
fervientes tomistas
No es por
tanto aventurado afirmar que lo primordial es que se satisfagan estas
necesidades esenciales de forma óptima y esto solo se logra por medio de
una gestión que armonice las exigencias
de calidad y de eficacia. Pienso que esto sería factible en un escenario en el
que convivan sector público y privado en
limpia competencia, y que perviva el mejor.
Benedicto
XVI dirigiéndose a los políticos en el Bundesrat manifestó: El criterio ultimo de
un político y la motivación para su trabajo no debe ser el éxito y mucho menos
el beneficio material. El éxito debe ser un medio para poder realizar una
acción política de compromiso con la justicia, servir al derecho, combatir el
dominio de la injusticia y crear las condiciones básicas para la paz. Si esto fuese así ¿existiría la referida controversia?
Joaquín
Solís Muñoz Seca
Académico
de Santa Cecilia
Muy claro, sí señor.
ResponderEliminarOpino que se queda un poco corto, pero me quedo con la frase: "[lo mejor es un] escenario en el que convivan sector público y privado en limpia competencia, y que perviva el mejor."
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