ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (La Mezquita de Córdoba)
LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
La
semana pasada visité Córdoba con un par de amigos, Ignacio y Tiny. Ignacio conoce
profundamente el barrio, la antigua Medina, no en vano, vivió durante 22 años
en su Judería. Durante siete horas recorrimos
sus calles, sus monumentos, sus jardines: la antigua Muralla, la
Sinagoga, las ruinas de Claudio Marcelo, el abandonado Palacio Episcopal, el
Alcázar de los Reyes Cristianos, los monumentos dedicados a Maimónides – aquel
médico, rabino y teólogo judío, que por
amor a su patria Sefarad, siempre
tuvo a gala proclamarse y firmar: “Moisés el sefardí”; y Averroes, filósofo, matemático, maestro en
leyes islámicas y médico, enamorado de Andalucía, y que según él, Córdoba era la patria de los
más grandes artistas y Sevilla la de los mejores músicos; y comentábamos la época esplendorosa cuanto
tres pueblos –cristiano, judío y musulmán- convivían pacíficamente ofreciendo
al mundo un ejemplo de tolerancia e inteligente civilización.
Anhelantes por visitar la
Mezquita, decidimos sacrificar la hora de la comida y dedicarla a tan deseado encuentro. Al entrar al interior recordé el
estremecimiento, el efecto sobrecogedor
que me produjo la primera vez que la visité hacía ya muchos años; la impresión
de espacio infinito y el bosque de columnas eran tan solo comparable a la
sensación que sentí, cuando por primera vez, también, visité el Vaticano y vi y sentí la
grandiosidad de la Piedad de Miguel Ángel.
Caminando entre sus
columnas observamos el contraste que supone la catedral cristiana enclavada en
la parte central de la antigua sala de oración, en el corazón de la mezquita
omeya, con sus espacios diáfanos. Nos pareció que rompía la armonía, el espacio
interior, tan respetado por los alarifes andalusíes; transformándolo con los
criterios propios de la arquitectura del Renacimiento. Recordamos también que
ya en 1526 Carlos I al visitarla les reprendió diciendo: “Habéis destruido lo
que es único”.
Este texto que a continuación transcribo, forma parte del libro de Tariq Alí, El choque de los fundamentalismos. Las cruzadas, las yihads y la modernidad: “No se puede por menos de pensar en cómo sería el espacio antes de que lo violaran con la adición de un altar católico, un órgano, imágenes barrocas, regordetes querubines, aparatosas tallas de madera y agobiantes rejas de hierro forjado. Yo lancé un grito para mis adentros en protesta por esta imposición que, literalmente, oscurece el interior y obstaculiza el fluir de la luz. ¿Qué sentirían los cordobeses cuando se reformó la mezquita para celebrar la victoria de una fe sobre la otra? Quizá no tuvieron tiempo de reflexionar sobre esta aberración. Sus vidas también quedaron transformadas. Muchos se convirtieron al cristianismo para permanecer en Córdoba. Otros optaron por el exilio y embarcaron hacia Marruecos. El destino de la mezquita no debía de contarse entre sus prioridades. Además, muchos musulmanes conversos, sometidos a la vigilancia de los espías de la Inquisición, procuraban no acercarse a sus antiguos lugares de reunión. No obstante, una vez terminada la nueva catedral, sí debieron de rezar en ella para hacer gala de sus nuevas lealtades. ¿Lanzarían también ellos un grito para sus adentros al ver la monstruosidad cometida? Quiero pensar que lo hicieron, si no por razones religiosas, al menos por motivos estéticos”
El
argumento que utilizan los defensores de la catedral es
que, si no se hubiese construido probablemente la mezquita no existiría. No lo sé, como
tampoco sé de su titularidad, pero
sé que la mezquita posee algo mágico, una fuerza espiritual que impulsa a la
convivencia.
Gonzalo
Díaz Arbolí
Secretario del Cuerpo de Académicos
Muy bonito artículo, muy sentido y muy instructivo. Dan ganas de irse a pasear por córdoba y admirar ese soberbio bosque de columnas de la Mezquita.
ResponderEliminarSensato, medido y oportuno comentario a una situación de regreso a la sinrazón y al enfrentamiento, aduciendo unas pretensiones de titularidad de un bien que ya está sobre las cosas normales de este mundo, siendo como es Patrimonio de "toda" la Humanidad
ResponderEliminarMagnífico artículo, que como es habitual en Gonzalo, se hace acompañar de un vídeo y una banda sonora adecuada y precisa. No estoy muy de acuerdo con la acotación del texto de Tarik Alí, pues antes que mezquita fue iglesia y, tras la Reconquista, volvió a ser iglesia . Al conservar los dos estilos arquitectónicos se ha convertido en la actual joya y, gracias a cristianos y musulmanes, es hoy uno de los monumentos más importantes de la humanidad.
ResponderEliminarMe gusta por la sensibilidad que manifiestas en la exposición, por la precisión en el lenguaje y por la veracidad histórica. Efectivamente, antes que Mezquita fue iglesia cristiana (San Vicente mártir), pero en el clima de respeto cultural que imperaba en la época, está documentado que los terrenos fueron comprados por los árabes para construir su mezquita
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Sois muy benevolentes y amables.
ResponderEliminarSegún uno de mis amigos, historiador, los árabes pagaron 100,000 maravedíes en oro, por la iglesia de San Vicente.
Sr. Díaz, en su opinión es LA MEZQUITA DE CÓRDOBA, LA CATEDRAL DE CÓRDOBA, Ó LA MEZQUITA CATEDRAL DE CÓRDOBA?
ResponderEliminarMezquita Catedral de Córdoba. En noviembre de 1984, la Unesco usó el término Mezquita de Córdoba en la que catalogó el edificio como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Actualmente la Iglesia Católica no menciona, en su propaganda, la palabra Mezquita. Mi opinión es, Mezquita Catedral. Muchas gracias por su comentario.
ResponderEliminarAunque con retraso, quiero decirte que es una acertada expresión de los sentimientos que afloran ante el crisol cultural -elementos romanos, visigóticos arrianos, bizantinos, góticos, renacentistas y , sobre todo ellos, los islámicos- que es la Mezquita, una de las obras cumbres del arte de todos los tiempos. Te felicito.
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