ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (193)
LA MAR. AVENTURA Y
LEYENDA y (II)
Los remolinos del río Orinoco, Venezuela |
Los
descubridores quedaron tan impresionados por estos remolinos, que creían estar
viendo las cascadas que vertían sus aguas desde la panza de la pera al resto de
la Tierra.
También
el portugués Vasco de Gama, al doblar el Cabo de las Tormentas, se vio sorprendido
por el legendario y amenazador gigante “Adamastor”,
según describe Luís de Camoes en su obra “Os
Lusiadas”, no siendo más que una interpretación fantástica y alucinante de
las formas fantasmagóricas que toman, en aquellas latitudes y en determinada
época del año, las densas y negras nubes que, junto con el embravecido estado
de la mar, llegan a ser verdaderamente sobrecogedoras.
De todas estas leyendas, la que ha gozado de más predicamento, ha sido la del “Holandés Errante”, Van Straten, un impío capitán que por haber desafiado a Dios, zarpando a la mar un Viernes Santo, en contra del parecer de su tripulación, fue condenado a navegar eternamente, intentando doblar el Cabo de las Tormentas sin poder lograrlo jamás.
Su barco,
del mismo nombre, dice la leyenda se aparece, en los días tormentosos, a los
navegantes como señal de mal fario ó mal bajío.
El
fundamento de esta leyenda no es del todo infundado, pues tanto el citado Cabo
de las Tormentas, hoy Cabo de Buena Esperanza, como el Cabo de Hornos, eran
temidos por los navegantes a causa de los malos tiempos dominantes.
De esto
doy fe, pues en dieciocho años haciendo la ruta al Golfo Pérsico por el Cabo de
Buena Esperanza, he tenido la ocasión de sentir, más de una vez, los efectos de
los coletazos que dejan las “Abnormal
Waves”, llamadas así porque en vez de tener forma senoidal, son como un
enorme muro, precedido de una gran depresión, que se mueve en dirección NE a
una velocidad considerable.
Se
originan cuando coinciden una serie de circunstancias:
“Si una combinación de mar y viento,
procedente del NE, fluye en dirección contraria a la corriente de Agujas y
coincide con el paso de un frente frío, éste crea una depresión que hace
incrementar la corriente de Agujas en más de cinco nudos, a la vez que hace
cambiar bruscamente la dirección del viento.
Si esta
circunstancia se mantiene durante un periodo, no menor de cuatro horas, se
formará una ola de excepcional altura, más de veinte metros, y de tal anchura
que hará temblar al más avezado marino y zozobrar al barco más marinero”.
Es tan
grande el riesgo que se corre al doblar uno de estos cabos y tan malos
recuerdos se tienen de ellos, que una sociedad francesa acoge, como miembros, a
aquellos capitanes que lo han logrado a bordo de un barco de vela, y sólo llegó
a contar con 363 miembros, cifra ilustrativa de la escasa proporción de marinos
que lo han logrado.
Se dice
que éstos se identificaban insertándose, en la oreja izquierda, un arete por
cada cabo doblado.
Ignacio
Pantojo Vázquez
Socio
colaborador de la Academia
Apasionante y documentado artículo de Ignacio. Enhorabuena y gracias por ilustrarnos..
ResponderEliminarQue fotos y vídeo tan bonitos, el articulo de hoy, 2ª parte, también estupendo.
ResponderEliminarEStupendo artículo muy bien documentado y muy interesante a si como las fotografias que lo ilustran y el magnífico video que lo acompaña. Enhorabuena.
ResponderEliminarEStupendo artículo muy bien documentado y muy interesante a si como las fotografias que lo ilustran y el magnífico video que lo acompaña. Enhorabuena.
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