DE NUESTROS COLABORADORES. LA NAVEGACIÓN (II)
LA
NAVEGACIÓN: PRIMEROS PASOS Y SU EVOLUCIÓN (II)
Los
griegos ya conocían la división del horizonte en cuadrantes y los cuatro puntos
cardinales; dibujaban mapas, y es a Hiparco de Nicea, a quién corresponde la
idea de definir las coordenadas de un punto por su latitud y longitud, contando
desde el ecuador la latitud y tomando como meridiano cero el que pasa por las
islas Canarias, para medir la longitud.
En la
época de esplendor cultural de Grecia, se construyeron numerosos barcos para el
comercio, tanto de cabotaje como entre colonias y naciones extranjeras,
mangudos de 20-30 pies ,
y de bastante calado,(6-8
pies ), adaptados para recibir grandes cargamentos de
grano, eran los “Ceres”. Los palos
eran más altos y las entenas más cortas, de manera que las velas, aunque
conservaban la forma cuadrada, se colocaban en sentido vertical, pues la corta
eslora (80-110 pies )
del barco habría impedido su manejo en otro caso. De aquí se deriva la vela
llamada “Al Tercio”, que se ha perpetuado en las embarcaciones “Trabacolos” y “Tartanas” del mar Adriático.
Todas
estas embarcaciones eran “afractas”,
es decir: abiertas, porque sólo llevaban un puente y sobre él los remeros, sin
la cubierta protectora de las naves de guerra, llamadas “catafractas” (cerradas).
En el
siglo IV (a.C.), en Rodas, ya se estableció un código de conducta para los
navegantes que se condensó en la llamada “Lex Rhodia”, una serie de leyes aceptadas por todos los países que se dedicaban
al comercio marítimo.
De hecho,
toda la jurisprudencia marítima, incluida la actual, se basa de un modo u otro
en esta declaración original que rige las leyes del mar.
Antes de
la codificación de la Lex Rhodia ,
el derecho marítimo se regía, en la mayoría de los casos, por las leyes de
tierra, y éstas no conocían los apuros con los que se podía encontrar un
marino.
Por ejemplo, no preveían qué podía suceder si
un capitán, para salvar su barco, arrojaba la carga por la borda, ó cortaba el
palo y la jarcia para evitar que zozobrara.
Pronto se
utilizó como práctica común para la resolución de conflictos marítimos y, hasta
finales del siglo XIX, se citaba en el Tribunal Supremo de Londres.
Del año
280 (a. C.), data el primer faro del que se tiene conocimiento, el Faro de
Alejandría, considerado una de las siete maravillas del mundo, situado en la
isla de Pharos, de ahí su actual denominación, construido por Ptolomeo II,
mantenía en su torre una antorcha encendida que servía de guía a los barcos que
navegaban de noche.
Los
romanos, para aumentar la superficie vélica sin aumentar la eslora, añadieron
el bauprés a sus buques, y para saber la velocidad que alcanzaban se valieron
del “Odómetro”, artilugio precursor
de la corredera actual que consistía en una rueda de madera, dispuesta en uno
de los costados del barco, de tal forma que éste, en su marcha, la hacía girar
transmitiendo su movimiento a un tambor que, en el interior del buque, dejaba
caer una piedra a cada vuelta que daba, permitiendo así deducir, por el número
de ellas vertidas en un intervalo de tiempo, la velocidad del buque.
Es Arquímedes
(Siracusa, 287 a .C.)
quién expone en su libro: “Equilibrio de
los cuerpos flotantes”, una serie de principios y teoremas que constituyen
el primer tratado de hidrostática. El
principio que lleva su nombre, cuyo enunciado constituye el principio
básico de flotabilidad de un buque, y dice así:
“Todo cuerpo sumergido en un fluido se encuentra
sometido a presiones, en todos los puntos de su superficie, y la resultante de
estas presiones es una fuerza vertical, dirigida de abajo hacia arriba, de
intensidad igual al peso del líquido desalojado por dicho cuerpo”.
Expresado
de forma más simple:
“Todo cuerpo sumergido en un fluido, pierde de su peso uno igual al del fluido que
desaloja”.
Ignacio
Pantojo Vázquez
Socio
Colaborador de la Academia
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