ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (205) Leopoldo Jiménez Ruiz

In memóriam

Hace unos días nos ha dejado un portuense ilustre, compañero Académico de la tan nuestra de Santa Cecilia. Leopoldo Jiménez Ruiz  era una persona joven por su espíritu emprendedor y su vocación de servicio; coincidimos  en el colegio de “la pescadería”,  con un par de cursos de diferencia pero donde nos conocíamos todos; además, en nuestro caso, por ser nuestras familias amigas. Le llamábamos “Polo”, como en su casa. Cursó los entonces seis años de Bachillerato con brillantes notas y luego marcho a estudiar a Madrid, Ciencias Económicas  y Empresariales, más tarde, se doctoró en Económicas y se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

 A los pocos años de terminar nuestras carreras reanudamos el contacto que durante ellas habíamos perdido: los dos fichamos por González Byass. En esta compañía, como a él le gustaba llamarla, desarrollamos juntos, en puestos diferentes, una larga trayectoria profesional, que en su caso culminó como Director de la División Comercial, donde en una época de crisis del jerez mantuvo muy alto el listón de ventas y beneficios, gracias al esfuerzo del gran equipo que tenía confiado.
Por ley de vida dejamos la compañía y de nuevo nos volvimos a encontrar, como Académicos en Santa Cecilia, de la que él tenía una gran experiencia como presidente que fue de ella en una etapa complicada que supo manejar con inteligencia y soltura. Durante su mandato, fue nombrado socio de honor D. Juan de Borbón y Battenberg, padre de S.M. el Rey Juan Carlos  y del ingreso académico de D. Alfonso Ussia Muñoz-Seca,  gracias también, a las iniciativas del desaparecido académico, José Joaquín Solís Muñoz-Seca.
  

En las últimas semanas la Academia nos encargó a varios académicos y técnicos un estudio, sobre el PEPRICHyE , que a su vez le solicitaba el Ayuntamiento. Leopoldo se volcó enteramente en este cometido.  Estudió el único documento que se nos aportó, de más de ciento treinta folios, con la profundidad  que le caracterizaba. Reclamamos más información de la que nos habían dado; pero ya sobre el documento inicial  se realizaron una serie de sugerencias que están  pendientes de completarse cuando nos llegue el resto del material que solicitamos. Su idea central y directriz, el concepto que tan claro tenía, era la necesidad de rehabitar el centro para así rehabilitarlo realmente.
La Academia, El Puerto, los amigos, los familiares hemos perdido a una persona extraordinaria.
Enrique García Máiquez
Académico de Santa Cecilia

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