ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (208) Manuel Pérez Casaux
Manuel Pérez Casaux, in memorian
Manuel Pérez Casaux cabalgó por todos los géneros literarios con soltura: se lo permitía su vasta cultura, su sensibilidad y su sentido de la responsabilidad social. Se formó inicialmente como Maestro y posteriormente como licenciado en Germánicas. Sabía lenguas clásicas y hablaba varios idiomas modernos. Le interesaba todo lo humano.
Cultivó
la narrativa (novelas y relatos breves), el ensayo, la poesía y, sobre todo, el
teatro. Su obra dramática es una de las más interesantes del teatro español
durante la dictadura franquista. De sus comienzos en Cádiz con el grupo Quimera
Teatro Popular pasó a los escenarios de media España, recibió prestigiosos
premios y dos de sus obras (La familia de
Carlos IV, en 1973, y Las hermosas
costumbres, en 1974) fueron dirigidas por un joven pero ya reconocido
José-Luis Alonso de Santos; a quien, ironías de de la vida, respondió como
académico de Bellas Artes de El Puerto treinta años después.
Teatro de
agitación de las conciencias, de crítica social, de reflexión política…; en
ocasiones haciendo de temas históricos metáforas de situaciones de aquella aciaga época. Ni por
ello se libró de la censura del régimen, que, como a otros autores, trató de
silenciar. Pese a todo, la palabra (culta y popular) de Pérez Casaux sonó
clara, limpia, cargada de sentido.
En toda
su creación literaria, Manuel Pérez Casaux se condujo con la responsabilidad
que consideraba que la situación requería. Y advirtió en Odas de memoria y rabia (Lodosa, Gobierno de Navarra, 2003) lo
siguiente:
Abominad de quienes versifican/ estrujando el
cerebro contra el libro/ y no miran
los surcos/ ni el barro que se pega a
los zapatos/ ni ven la huella tierna/
que los pies van dejando en el sendero.
Nacido
el 1929 en El Puerto, Manuel Pérez Casaux trabajó como traductor en Astilleros
de Cádiz. Emigró, como tantos otros andaluces, a Cataluña, donde ejerció como
maestro y trabajó como empleado de navieras. A su regreso se avecindó en El
Puerto y se implicó en su vida cultural (coorganizador de la Tertulia El Ermitaño, presidente
de la Academia
de Bellas Artes entre 1989 y 1990…). Luego, Manoli (su amada compañera) tiró de
él hacia La Isla ,
donde tenía familia. Allí desarrolló una
intensa actividad cultural e ingresó como académico de la de San Romualdo de
Ciencias, Artes y Letras. Y en La
Isla ha muerto, tras 86 años vida agitada y agitadora y una
larga y prolífica actividad literaria. No obstante, continuó ligado a El Puerto
como académico de Bellas Artes (desde 2003) y a través de sus amigos, que le
recordaremos como ilustre escritor y, sobre todo, como persona afable, sencilla
y comprometida con la libertad y la justicia social.
Javier
Maldonado Rosso
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