DE NUESTROS COLABORADORES. Alberto Boutellier
CAMINO
DEL AGOSTADO
Tal
vez sea el viejo oloroso el que me llama o, quizá, solo la justificación, para
recorrer el camino hacia El Agostado; ese
templo centenario que, entre penumbra y silencio, frágiles telarañas y lajas de
Tarifa, justa humedad y frescura alberga la ambrosía celosamente guardada,con
árabe paciencia, durante décadas de solapadas cosechas rendidas por los viñedos
que la rodean.
Creo
que son ambas las razones. Ese carril, que recorro siempre ilusionado con
puntual rutina, me hace descubrir la belleza de lo sencillo, de lo natural, de los
ocres y sienas de tierras en barbecho, fuente de inspiración de la atormentada
mente de Van Gohg.
Se puebla
de enhiestos girasoles o de mares de trigo, que ofrecen la ensoñadora sinfonía de verdes en tránsito hacia el oro y precedidas de
las efímeras amapolas que,a pesar de su humildad, no renuncian a esas
pinceladas de rojo intenso, como lluvia de goterones carmesí.
Tan
frecuente es, en sus fechas, oír el canto coral y enamorado de las perdices
como el ajear de las hembras, que corren más que vuelan por el centro del
sendero cuando la sensación de riesgo es palpable, hasta desaparecer entre los
trigales. A veces, atraviesa el camino
una madre seguida de perdigones que aún no levantan el vuelo, pero que apeonan con
inusitada celeridad impropia de sus
cortas patas.
A
un centenar de metros del carril las lluvias invernales han recreado la vida en
la pequeña laguna, desde donde llega el rumor de las anátidas que la habitan.
Con sumo desprecio a la presencia humana, algún gazapo corretea por la senda.
En
El Agostado me esperan olores y sabores genuinos, la degustación de una
manzanilla, un fino, un oloroso o un moscatel y el robo autorizado, de un
manojo de perejil y otro de hierbabuena sin parangón con el que se expende en
los mercados.
Se
eleva el espíritu, se dan gracias por estar vivo y, a veces, Erato, la musa del
arte lírico y de la elegía, coquetean con la mente y, sin el corsé de la
métrica, te dejan expresar los más emocionado sentimientos:
Ayer
solo barrizal
Entre
barbechos mecido
hoy,
en siena, serpentea
el
camino al “Agostado,”
entreun
piélago en promesas,
en
cimientos esmeralda
yen
áureos brillos sus frentes.
©Alberto Boutellier
Magnífico relato de un espléndido escritor como es Alberto Boutellier.
ResponderEliminarUn abrazo.