Buen cine comercial
(A propósito de “Mad Max:Furia en la carretera” y “Disney Tomorrowland”)
Desde sus comienzos, el cine siempre ha tenido
una doble consideración por parte del público. Para muchos era un producto
industrial, puro entretenimiento, un simple espectáculo para la diversión de
quienes lo vieran. Para otros era una
manifestación artística similar al teatro, la pintura, la música o la
arquitectura. Hoy seguimos sin saberlo o mejor dicho, hoy sabemos que es las
dos cosas, Arte e Industria, negocio y creación, pero hay que reconocer que generalmente
han perdurado mas en el recuerdo de las gentes las películas consideradas de
entretenimiento que las artísticas aunque, por desgracia, lo mas frecuente es que los mayores
éxitos de público no resistan el menor análisis artístico y que verdaderas
obras maestras no obtengan el beneplácito del público, pero al final el tiempo
siempre pone a cada uno en su sitio, lo malo se olvida y lo bueno permanece
pero los criterios de apreciación también varían.
Cuando
el cine comenzó a hacerse popular, la clase culta e intelectual acudia
habitualmente al teatro o a la ópera despreciando por vulgar el nuevo invento,
por eso los productores intentaron dar a este público, a la burguesía, lo que ellos, la sociedad pudiente y
biempensante, entendían por Arte,
ofreciéndoles pretenciosas películas con grandes actores del teatro como la
mismísima Sara Bernhardt, pero el público, la masa trabajadora y
pequeño-burguesa, lo que entendemos por
“la calle”, enseguida se decantó por trabajos de desconocidos llegados a la
pantalla sin haber pisado las tablas como Max Linder ó el propio Charles
Chaplin.
En
los años 60 los críticos de Cahiers de Cinema que después constituirían el
movimiento cinematográfico “La Nouvelle Vague”, reivindicaron el cine
comercial, el cine norteamericano y a directores como Alfred Hitchcock, Howard
Hawks o Vincente Minnelli frente a otros minoritarios y elitistas.
Este
largo preámbulo viene a cuento de cómo esto se pone de manifiesto en dos películas que actualmente se
proyectan en nuestras pantalla. Me refiero a “Mad Max: Furia en la carretera”,
producción australiana dirigida por George Miller que muchos espectadores no
van a ver por considerar que es un tipo de cine dirigido a adolescentes sin
ningún valor artístico sin comprobar por si mismos que es una magnífica
película, innovadora, con una estética sobrecogedora heredera de las pinturas
del Bosco y que encierra una profunda reflexión sobre la capacidad de la
Humanidad a adaptarse a los profundos cambios que deberá de sufrir en el futuro
y su capacidad de adaptarse a los mismos. Una música excelente remarca cada
escena de la película extraordinariamente fotografiada. Continuas referencias, guiños, homenajes a
películas de género, a clásicos que permanecen en nuestra memoria. Violencia,
ritmo frenético, personajes imposibles, todo mentira pero que visto en su
conjunto conforma una terrible verdad.
Tráiler oficial de Tomorrowland
La
otra película comercial a que me refiero nos adentra en un antiguo proyecto de
Disney. Me refiero, por supuesto, a “Disney Tomorrewland” que tiene la gran
virtud de tratar a los niños y su forma de pensar, su lógica, no como
inferiores a los individuos adultos sino, simplemente anteriores. Otra visión, muy distinta, del futuro. El
cine de ciencia ficción siempre ha tenido deseos de mostrarnos como serán las
ciudades del futuro. Quizás el modelo propuesto que mas haya permanecido en la
memoria colectiva sea el que nos presentó Fritz Lang en “Metrópolis”. La ciudad
que nos propone Brad Bird tiene mucho de aquella y en ella destacan los edificios
de Calatrava ya que la película esta rodada en parte en la Ciudad de las Artes
y las Ciencias de Valencia. La película
está impregnada de un pensamiento filosófico que nos predispone contra el
pesimismo social y el desencanto y trata de incitar a la gente de todas las
edades, que reflexione y que piense. Muchas escenas nos hacen recordar el
estilo de Spielberg e incluso de Preston Sturges y otras películas clásicas,
incluso los títulos de crédito nos retrotraen a los que hacía Saul Bas.
Dos
películas comerciales pero dos buenas películas.
Por Jesús Almendros Fernández
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