ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (230)

Por qué leer hoy EL QUIJOTE

Tengo, desde joven, su Quijote como libro de cabecera que he leído docenas de veces, sin entenderlo del todo nunca, pues su riqueza y complejidad hace imposible tal empresa, además de que cada edad a la que se lee o relee nos hace tener una lectura diferente, y me sé de memoria muchas de sus citas y partes enteras de sus capítulos, como tantos otros muchos apasionados seguidores de medio mundo.

Afortunadamente, este tipo de grandes personajes literarios viven entre nosotros con independencia del texto donde fueron plasmados. Están en el aire, se respiran, y, gracias a ello, podemos hablar del tema con cierto conocimiento del asunto incluso con personas que no han leído el libro, como pasa con otros grandes personajes como La Celestina, Don Juan o Romeo y Julieta.

Lo primero que quiero recordar es que el Quijote, como es lógico, no se escribió para los cervantistas ni para eruditos y profesores, sino para cualquier "desocupado lector" -como dice Cervantes en su prólogo-, que quiera disfrutar dejando vagar libremente su imaginación junto al caballero y su escudero en sus aventuras. Es decir, Cervantes intenta escribir una literatura de entretenimiento asequible a todos, ya que su ideal estilístico eran la naturalidad y la sencillez. Cuando usa formas literarias retóricas o retorcidas lo hace con ironía, para burlarse de los libros de caballerías o de los autores que considera afectados y pedantes.

Hay que recordar que si bien el Quijote gozó de enorme popularidad desde su primera edición, no fue así su reconocimiento entre los intelectuales de la época, que lo consideraron un libro menor.
Al abrir hoy cualquier manual de literatura, o estudios especializados sobre esta obra, nos encontramos con cientos de citas positivas, ya que su autor nos dio con ella no sólo el nacimiento de la novela moderna y una panorámica completa de la sociedad española del Siglo de Oro, sino también la creación del mito más importante de nuestra cultura.

Mario Vargas Llosa decía:
"A Cervantes debería corresponder, más que a Sansón Carrasco, el apodo del Caballero de los Espejos, porque Don Quijote de la Mancha es un verdadero laberinto de espejos donde todo, los personajes, la forma artística, la anécdota, los estilos, se desdobla y multiplica en imágenes que expresan en toda su infinita sutileza y diversidad la vida humana." 


Cuando aparece la segunda parte de la novela tiene ya Cervantes 68 años, está en la miseria, enfermo, ha padecido desdichas de todo tipo, y ha recibido humillaciones sin fin en el ambiente literario y en la vida. A pesar de todas sus penas, el buen humor, el ingenio y el donaire llenan las páginas de su Quijote, contagiando de esos bienes al lector que lo disfruta.
Por ello Don Quijote de la Mancha debería entrar en la lista de medicinas a recetar por la Seguridad Social. Así el médico cuando fuéramos a quejarnos de nuestro melancólico hígado o nuestras endurecidas arterias, nos diría: “Léase un par de capítulos al día de este libro después de comer, para relajar el espíritu y facilitar su doloroso contacto con la absurda vida que llevamos”.
José Luis Alonso de Santos
Académico de Santa Cecilia

Comentarios

  1. ME ACUERDO PERFECTAMENTE Y MUCHOS COMPAÑEROS DE COLEGIO LO RECORDARÁ QUE EN EL COLEGIO DE DON JUAN DIAZ TODOS LOS DÍAS SE HACIA UN DICTADO DEL QUIJOTE

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